-¿Pots… puedes
volver a repetir eso, Cardona?
El President,
sorprendido en pleno desayuno autóctono en el balcón del despacho, sufrió un
amago de atragantamiento, iniciáticamente frenado por el movimiento karateca del
agente del servicio secreto, siempre a su retaguardia. Fuera el hueso de ciruela.
- President,
recuerde lo que le dijo el Dr. Vives. Relájese… Coma con serenidad… Ojo con la
úlcera… No haga caso a las advertencias
del doctor, President, no haga caso...
Pero el President
no estaba para tratamientos médicos. En apenas una hora y media tenía
programada una reunión con el Primer Ministro de… ¿de dónde era el alto y rubio ése?... y luego otra con…
- Cardona, ¿Qué eres, l’ Elodia? Ya tengo suficiente con mi
señora y su dieta retumbando en las paredes del palau. ¿Estamos? Va… dime, ¿con quién estoy citado a las 12:30h? Y…
¿después?
El Secretari es un
hombre tranquilo, aunque sobradamente preparado para el teatro de la política. Previsor,
extrae un pergamino que cae desenrollándose pesadamente sobre el suelo de
mármol. Una larga lista de encuentros e insulsas encajadas de manos.
- Primeros ministros de varios países –dijo el Secretari mostrándole el pergamino. Sabía
que aquello le gustaba. El olor del viejo papel y la arcaica tinta. Tal y como ordenó
que se escribiera la documentación oficial. Como correspondía al 129é President de Catalunya, decía-.
Reuniones y más reuniones… pero eso no es lo importante, President.
- ¡Ahora más que nunca! –espetó el President, expulsando humo de habano, mientras una imagen sobre
carreras, desiertos y victorias electrificaba su mente-. Es todo cuestión de
imagen, Secretari. Imagen. La gente
no sabe quién es el tiarrón del norte ese, pero sí que recordarán que era un
Primer Ministro. Míralo, míralo… cómo se
codea con los grandes, dirán… Secretari...
Cardona percibió, al instante, cómo el President había cambiado el semblante, mirándole de forma pensativa, como si lamentara haber sufrido un segundo
de sinceridad ante… ante el Secretari.
Pero la puerta del despacho, abierta con violencia, rompió la duda que flotaba
en el ambiente.
- ¡President,
President! –gritaba el Conseller Puig,
de Interior, mientras hacía aspavientos con los brazos, y las gotas de sudor surcaban
su frente- ¡Ya lo hemos detectado! ¡Por satélite!
Jamás en los… mil años, va… pues jamás en esos mil años se
había escuchado un alarido tal en el Palau
de la Generalitat. Ni cuando el eco de los que huían retumbaba en las
alcantarillas. Los cristales y las vidrieras estallaron en su mayoría. Los funcionarios,
sobresaltados, interrumpieron sus descansos y desayunos.
Algunas naranjas
cayeron en el patio.
- ¡Aleluya!
- ¡Sí, sí! ¡Está cerca de Dakar!
- ¿Sí? – el President
cesó repentinamente de dar saltos sobre el sofá de cuero marrón. Del habano
había desaparecido toda señal. Agarró el dosier de la mano del Conseller y, desparramando el informe
sobre los restos del desayuno, adoptó semblante pensativo, del que analiza-.
No entenc res, Puig… ¿Aquí que se ve?
- Pues, President…
Son fotos de diversas localizaciones, en el norte de África… enviadas por las
embajadas… y muestran evidencias del paso del coche… ¡Marcas de neumáticos, President! –explicó el Conseller, más calmado, señalando varias
cruces en rojo, dibujadas en las fotografías. Su pulso, eso sí, todavía
temblaba levemente.
- ¿Qué fiabilidad tienen, Puig? No fotem la pota. ¿Son del satélite de Trànsit? ¿Investigación interna?
- Por supuesto –dijo con solemnidad el Conseller, guiñando un ojo. He ordenado a toda la escuadra que se
empleen en cuerpo y alma. Como dijo, la llegada de la primavera y el despertar
de las bajas pasiones, ha venido bien. Los Mossos
han dado la sensación de estar ocupados en otra cosa, President.
- Pfff… ¡Otro! ¡Qué te dije, Puig! Tranquil… ¿que no quieren pagar? ¡Que no paguen! Les das un poco de
rebeldía, y beberán de tu mano, señores… y luego… ¡PAM!... Los fríes a multas,
y a pagar. ¿Y nosotros, qué? ¿Cómo
quedamos?, decía... ¡Es como si lo estuviera viendo, ahora mismo, Conseller… en la reunión del Govern! ¿Cómo quedamos? Bien… siempre bien. Ingresaremos
por multas y el pueblo nos verá como héroes. Se creerán más rebeldes, serán más pobres y
estarán más enrabietados contra el Imperio. Pero, ¡va, Conseller! Dime, dime… ¿dónde está la rata del desierto?
La “rata del desierto”,
pensó el Secretari. Aquel era el
nombre que el pueblo daba al delfín del Excelentisim…
que, a lomos de su coche oficial, había dado inicio a la carrera de obstáculos
que se representaba en las autopistas de la Nación. Fue él quien, melena al
viento, asomado tras los oscuros ventanales del Audi, dijo aquello de “No vull pagar”… dirección sur-sureste…
cual caballero andante a galope. Y siguió... y siguió... y siguió...
- ¡Justo aquí! –respondió el Conseller, que a punto estuvo de agujerear la fotografía con el
ímpetu de su índice. Las fotografías… como todo documento oficial… eran de
pergamino, y lo que se veía en ellas, dibujos trazados a lápiz-. Cerca de
Tambacounda, President… a toda
velocidad. Si sigue así, esta tarde hará morder el polvo al Peterhansel ese, President. ¿Serà veritat? ¿Tendrá usted razón?
- Si la rata del
desierto ganara el rally… sería…
- ¡Será! La suerte nos es propicia, señores, y la rata ganará, a lomo de nuestro coche
oficial y al son de su épico aullido –dijo el President, entrecerrando los ojos, dando majestuosidad a la voz del
oráculo… pero una efímera duda rompe la burbuja-. ¿Conseller? ¿Lleva la bandera, no?
Silencio.
- Es clar, President
–dice el Conseller en el susurro del
que se siente estúpido ante la duda.
- Ja. ¿Veis? Dudáis… No me queréis hacer caso… -decía el President mientras da vueltas y más
vueltas a la mesa donde, minutos antes, había degustado un calentito pan con
tomate rebozado con anchoas de la Costa Brava. En su rostro, al igual que en su
gesto, se vislumbraba la euforia y el orgullo. Yo, el 129è-. Os dije que siempre va bien llevar una bandera bajo
el asiento del coche. Como si fuera un derbi Barça-Madrid. Si se tiene suerte,
se saca y se agita, como un Martini. Y ahora, ¡veis! ¡Mirad cómo corre nuestra “rata del desierto”! Adelante. Con la
bandera sobre el capó… anudada al cuello del negro corcel… ¡Imagen! Es imagen, Conseller… imagen, Secre…
De repente, el President
se queda estático, con los brazos en alto, como hiciera un gimnasta tras
finalizar un ejercicio mortal. Sus ojos, clavados en el Secretari, divagan un segundo… dos… hasta que su compostura y la
pausa son recobradas de nuevo. Otro episodio de leve sinceridad causado por la
situación. Los acontecimientos. Una agenda demasiado apretada.
El Secretari, atento,
abandona rápidamente el despacho, cerrando la puerta tras de sí.
Para nada quiere que la duda, de nuevo, sobrevuele el
ambiente.
No vaya, por influjo de algún arcaico mal augurio, a griparse,
a última hora, el motor del coche oficial.
12 comentarios:
Juajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajujaujuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuajuaa!
y
Plaspasplasplasplasplasplasplasplasplasplasplasplasplas.
Un Buen Relato de Ratas y de Cerdos, Hermano Herep.
Lo Peor, ES QUE LA "REALIDAD" SIEMPRE SUPERA LA IMAGINACIÓN MÁS CREADORA Y DESBORDADA...
Personalmente, No Creo que la Miserable RATA, Pasase en su Carrera de Velocidad, Más Allá del "ENSANCHE-PEDRALBES" o De"Algún CHALECITO CONFORTABLE DE LAS AFUERAS", Donde, POR SUPUESTO, "TAMPOCO PAGARÍA RES DE RES, O MAS DE MAS...
¡Pero Está POr Ver!
Por Cierto ¿Sabías la Útima MARICONADA de los NEOPEPEROS DE ALLÍ?
Ahora Son Ofiçialment PP "CATALÁ", o Eso DICEN QUE SER AHORA...
De Estar en un Submarino, Ya Sólo les Faltadecir aquello de : ¡¡INMERSIÓN,INMERSIÓN!!!
Abrazo.
Brindis
y RATONERA PARA EL "ESCAPAT"
y CARGA DEPROFUNDIDAD PARA LAS OTRAS RATAS.
y
Por Supuesto,
¡¡RIAU RIAU!!
¡Ay...! Ya decía yo que a un empresario catalán no se le escapa la pela así como así..
:D :D
Qué ambientación Herep, genial..
Buena entrada, amigo Herep, puertas adentro del Palau de la Generalitat. Conviene hacer estas incursiones, para darnos a conocer lo que se cocina en palacio.
Un cordial saludo.
Buenas Herep.
Una corta y locuaz crítica a ese peculiar mundillo político de Cataluña, pero con un tragicomedia que tiene mucho cariz de realidad cotidiana. Los tejemanejes del Palau y lo que en ese edificio se cuece, de conocerse en detalle, habría de dar más de sí para una de tus siempre entretenidas historias. A buen seguro.
Un saludo.
Y todo eso dicho en el dialecto de la zona
Magnifico Herelp
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/.
Los misterios del Palau.O como se lo monta la casta politica catalana.Ello como siempre a su bola,un saludo.
Conozco la última ocurrencia de Alicia, en su país de las maravillas, querido Old.
Votarles para eso... para una nueva genuflexión ante el nazionalismo.
Pero, como bien sabes, Roma no paga a traidores.
Todos correrán como almas en pena, y los señoritos de Pedralbes, llegado el caso, también.
Ya lo verás.
Un abrazo, y un brindis por un domingo agradable.
¡Riau!¡Riau!
Pocas cosas se le escapan, Candela. Y si algo así existe, tranquila... algún sumiso le hará caer en la cuenta.
Un abrazo, y que tengas un feliz domingo.
El Servicio de Inteligencia de El Ejército de los 12 Monos estará al tanto de los sucesos que acontezcan entre las bambalinas del Palau, Tío Chinto.
Están bien infiltrados.
Un abrazo, y que tengas un buen día.
Si supiéramos todo lo que se cuece del Patio de los Naranjos para adentro, ibamos a volver a coger, los catalanes, las hoces.
Algunos, eso sí. Otros creen que viven mejor del recuerdo... o de la utopía.
Un abrazo, Wittmann. Que tengas un domingo apacible.
Muy buena esa, Geppetto. El dialecto de la zona.
Si, lo domino un poco.
Un abrazo.
La sociedad va por un lado, Agustín, y la política, por otro.
Sucede en muchos rincones del Mundo, sí... pero en éste, la realidad supera al esperpento.
Más chulos que nadie.
Un abrazo, neozelandés. Que tengas un buen día.
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