“También, habrá
señales en el sol y en la luna y en las estrellas, y sobre la tierra angustia
de naciones, por no conocer la salida a causa del bramido del mar y agitación,
mientras que los hombres desmayan por el temor y la expectación de las cosas
que vienen sobre la tierra habitada; porque los poderes de los cielos serán
sacudidos. Y entonces verán al Hijo viniendo en una nube con poder y gran
gloria. Pero al comenzar a suceder estas cosas, levántense erguidos y alcen la
cabeza, porque su liberación se acerca”. Lucas 21: 25-28.
A la edad de 30 años, según recita La Biblia, Jesús de
Nazaret desempolvó su petate y, echándoselo
al hombro, se agarró a un pausado tren lanzándose a la aventura. Traviesa a
traviesa, hizo parada en las diversas estaciones que fueron presentándose con
las vías… véanse baptismo, travesía del desierto, tentaciones diabólicas, obras
y milagros, sermones en las montañas… hasta que, a los 33 años, el trayecto
alcanzó su última parada, Jerusalén, donde fue traicionado, apresado, juzgado,
sentenciado y enviado al Reino de los Cielos en jet privado.
33 años… y pasaje a las nubes.
Muchos de nosotros también hemos tenido una vida personal,
individual y anónima. Muchos de nosotros, como Él, hemos pasado años de efímera existencia resguardados bajo la protección de nuestra privacidad, soportando
todo tipo de episodios… unos buenos, otros malos… exprimiendo hasta la última
gota del sabroso jugo que nos regalaban tales regalos.
Pero, como Él, todos llegamos a la última estación, a la
última parada… la 33… la parada del Calvario y la Pasión.
Algunos de nosotros observaremos, en el cartel, la mentada
cifra. Otros… muchos… mirarán los números del andén de tan temible parada, y
éstos bailarán entre ellos… convirtiéndose en 52, 70, 18… mutando según el
gusto del consumidor. El nombre, el apellido… el mote o el alias podrá ser
diferentes, pero la estación permanece anclada al final de las vías.
Hoy, 30 de Marzo, es un buen día. Mirando al cielo a través
de la ventana del Cuartel General de El
Ejército de los 12 Monos, contemplamos un claro y radiante Sol, claro azul
y pájaros que cantan a sus males.
En el firmamento… más arriba… añejas conjunciones estelares
junto a alineaciones interplanetarias tribales, pugnan con los planetas en un
irrisorio intento por iluminar una Tierra que, día a día, parece más triste,
solitaria, fría… desamparada en su infinito deambular por la oscuridad del
desértico Cosmos… viviendo su planetaria penitencia por unos hijos que no saben
lo que hacen.
El bello azul esperanzador… ése, tan sólo puede agradecerse si
se tienen los pies en el suelo.
Y aquí abajo, Monos… donde tan difícil nos resulta mirar
hacia las alturas… hoy es un buen día. Un día perfecto, radiante… escogido…
donde los inocentes niños juegan en los parques y las mujeres primerizas
compiten con el perfume de sus cabellos… todo rodeado de fragancias, de
sensaciones, de sueños…
Pero, como sucede con los desérticos espejismos, nuestro
discurrir real transita por la comarca del Calvario, con sus mil formas y cuerpos. Disfrazado de Crisis
Económica, ataviado con ropajes de oscuros designios mundiales de eugenesia
activa, engalanado de Cambio Climático… verde oliva militar con medalla al Mérito
de la Ojiva Nuclear… cruces como espadas, medias lunas como cimitarras o
estrellas de David simulando mortales estrellas ninja… sin olvidar el aliño
personal de la naturaleza humana, con sus envidias, sus mentiras…
manipulaciones, demagogias, ingenierías políticas y sociales… innatas en su ADN.
Experimento del científico SuperHombre que, a fuerza de
ingredientes insulsos, se ha convertido en lo que hoy galopa surcando nuestras
venas.
Como estaciones de un particular Vía Crucis, hemos ido
tropezando con este o aquel enigma… esa duda o miedo que se presenta con cada
esquina… con cada escalón… Latigazos que se convierten en fracasos, coronas de
espinas que se tornan puñaladas a nuestro corazón, insultos de cobardes
espectadores arrojados contra nuestras mejillas… escupitajos, patadas,
zancadillas… La sangre y el sudor nubla nuestra vista y por doquier escuchamos
palabras de aliento... tentaciones tentadoras... que repican en nuestros tímpanos llamándonos a la rendición…
a claudicar en nuestro empeño… renunciar a tan intransferible viaje individual para
emprender uno nuevo, en otro tren más rápido y lujoso, lleno de gente que se cree
segura mientras contempla una película de estreno repetida en un bucle sin fin.
El uno o el otro… el tren de alta velocidad o el de carbón
vegetal… nos llevarán hasta la misma última estación, engalanada de sufrimiento,
miseria y negra parca. En ella, el sacrificio será hercúleo y el precio a
pagar, excesivamente alto… pero Monos, es el precio estipulado. El coste del billete de vuelta... de la resurrección...
El precio de la Refundación.
Hoy, mirando al cartel que empieza a divisarse en la última
estación, veo el 33. Para otros será 18 o 61… mayores, menores, adultos o jubilados…
y sí, Monos, hoy es un buen día… precioso… perfecto… escogido…
Hoy puede empezar, sin demora, nuestra Pasión.
13 comentarios:
Como dice el bloggero Javir, nos han robado esta primavera que, sea como sea, es única y nunca nadie nos la va a devolver.
Muy bonito el post Herep.
Descansemos pues.
Muy lírico, como siempre.
Que post mas hermoso y emotivo te ha salido hoy.me gusto de comienzo a fin.un saludo.
Fijate
Han pasado dos mil años y el genero humano sigue igual
Un dia te da palmas de bienvenida y al siguiente te mata a cantazos
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com.es/
Encuentro muy sugerente, amigo Herep, la fotografía del niño que contempla, quizá con tristeza, el exterior. ¿Qué va a depararle la vida? Pronto lo sabrá.
Feliz fin de semana, y un cordial saludo.
Esta Semana es más que nunca de Pasión y se inicia esa parte del año donde más debemos hacer reflexión de nuestro modo de vivir la Fé, y debo reconocer que en esta concreta ocasión me llega en un momento en el que no me siento particularmente piadosa sino todo lo contrario, espero que sea pasajero y pueda lograr serenar mi ánimo
Nos son robadas muchas cosas, Candela, tienes razón.
Y las que no nos son robadas, se nos escabullen entre los dedos.
Un abrazo, y buen Domingo.
Merci, Epiro.
Un día reflexivo, vamos.
Gracias, Agustín.
Como le decía a Epiro, fue un día especial. Uno de esos días en lo que el análisis vital acaba por enfermarte.
Un abrazo y que pases un buen día.
Geppetto,
¿Crees que algún día aprenderemos algo? ¿Serán suficientes 2.000 años más?
Yo, sinceramente, creo que no.
Un abrazo.
Me gustó mucho la foto cuando la encontré, Tío Chinto. El viaje del niño acaba de empezar y el trayecto es bastante incierto.
¿Será su s.XXI igual que el S.XX?
Muy buena pregunta de incierta respuesta.
Un abrazo y buen Domingo.
Maribeluca,
Serenar el ánimo en estos tiempos que nos ha tocado vivir, es tarea ardua y difícil.
Pero piensa que aquello que distancia la victoria de la derrota, acostumbra a ser la templanza y la sangre fría.
Aprovechemos esta semana para conseguir tal equilibrio.
Un abrazo.
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