17:27 P.M. Calle Montera.
Todo está en silencio… a la espera… expectación máxima en
todo el Barrio de Pelayo.
Cualquier otra tarde de Invierno, en el barrio, las calles
son un auténtico hervidero de almas que pululan calle arriba, calle abajo,
deteniéndose ante los portales iluminados en los que descansan fríos maniquíes de
cristal envueltos entre las luces del escenario consumista. Hombres absortos en
la lectura de farragosos periódicos, mujeres paseando en pequeños grupos desesperados,
niños con patinetes ataviados con el uniforme del colegio…
… no es de extrañar que, la mayoría de las calles, sean
peatonales… sin coches ni tráfico rodado que impida el tranquilo devenir de los
transeúntes y la alegría intrínseca en el acto de la compra-venta… o en el
disfrute del espectáculo artístico que se agolpa en las pulcras esquinas. Un joven
músico armado con una veterana guitarra, entona notas y letras de una olvidada
canción del gran Bob… bien… ágiles dedos y suave melodía tan sólo alterada por
el leve tintineo de las monedas arrojadas al un vacío bote de aluminio, marca
Tomates Harrows.
Pero hoy… desde esta tarde… el ambiente de la Calle Montera,
arteria principal del Barrio de Pelayo, es completamente diferente. Las tiendas,
a pesar de la potencia de sus luces hipnotizadoras, están vacías de público. Las
cafeterías no han encendido la máquina de los churros y las cafeteras están
frías, al igual que las negras y sencillas sillas. ¿Niños? Ninguno. Llorando,
todos fueron arrastrados al interior de las casas… bajo la atenta mirada, y la
fuerte garra, de unas madres pausadas… misteriosamente tranquilas esta tarde de
Invierno en la Calle Montera… despojadas del café de sobremesa y el cigarrillo
fino rubio… violentadas en su rutina diaria.
El Sr. Ballesteros, regente de una pequeña tienda de
compra-venta de oro sita en calle Soleá, paralela a calle Montera, dio la voz
de alarma pocos minutos antes de la hora del almuerzo. ¡Dice Paquita, que tiene un hijo en el Ministerio, que esta tarde está
programada una intervención policial en nuestro barrio!, fueron sus
palabras… negras como la pólvora… rápidas… humeantes augurios que impregnaron,
con su hedor, todos y cada uno de los ángulos muertos del barrio. Imposible. ¿Por qué? ¿Qué sucede?
Una vez corrido el rumor, tornase éste un torbellino…
imparable como una locomotora de templado acero… atenazando con fuerza el ánimo
de los habitantes habituales de la pequeña y bien definida parcela. Susurros,
invenciones, dudas… la estanquera, entre gritos y súplicas, rezaba a la Virgen
de los Desamparados para que dichos temores careciesen de fundamento mientras
Lola, la dueña de la boutique de alta costura, ordenaba a todos sus empleados
que bajaran las persianas exteriores e intentaran, dentro de lo posible, proteger
los cristales de los escaparates.
El barrio, remanso de paz y tranquilidad, era, a primera
hora de la tarde, zona de guerra. Mejor dicho, zona que espera la guerra. Se habían
levantado pequeñas barricadas improvisadas para proteger los accesos a las
tiendas y a los bloques de viviendas. Los contenedores estaban sellados para
evitar posibles fugas o ataques sorpresa… los semáforos, alumbraban todos en
ámbar… las calles, desiertas… ausentes perpetuos los coches, faltaban también
los viandantes… algunos perros paseaban, temerosos, incrédulos ante la
posibilidad que ofrecían aquellas calles vacías… desiertas… deshabitadas… por
las que en otros momentos, el mero hecho de dejarse ver, podía reportarles un
pasaje de primera clase a la perrera más próxima.
Silencio.
Silencio y calma tensa.
Lentamente… sonido ascendente… el silencio se rompe. Un murmullo
lejano empieza a escucharse… mil gargantas haciendo mil gárgaras… y la duda se
desvanece bajo el color azul marino de los uniformes de la Policía Nacional… al
paso…
Las gárgaras van definiéndose, segundo a segundo, hasta
desvelar la existencia de una pequeña tanqueta de enormes ruedas neumáticas…
acercándose lentamente… al fondo… donde se inicia la calle… rompiendo el horizonte
urbano. Tras ella, resguardándose tras el acero blindado de posibles ataques
lejanos, una escuadra de agentes. 25 en total, sin contar el comisario y el
inspector, perfectamente engalanados con el traje de gala… medallas relucientes
sobre el pecho izquierdo… bañadas con la sangre bombeada por un corazón
entregado.
Las gárgaras son ya ruido motorizado… y, bajo él, el ritmo
acompasado de las pisadas, de orden marcial, que presentan el avance del pelotón
policial. Izquierda, derecha… izquierda,
derecha… uno, dos, uno, dos…
Tras los visillos… camuflados entre los maniquíes inertes de
las escenas cotidianas de los escaparates… los trabajadores y gerentes de los
negocios, observan asombrados el espectáculo bélico que se presenta ante sus
ojos. Las bocas, entreabiertas. Las palabras, mudas. Nadie habla. Nadie comenta.
Todos observan… todos esperan…
De repente, el ente armado varía su formación. Los agentes
pasan a colocarse delante de la tanqueta, formando en “V”, dejando al engendro
mecánico tras ellos, en posición central. El inspector y el comisario, plana
mayor, se colocaron tras la tanqueta… cerca… no fuera a ser necesaria la
protección del blindaje...
Todo, de golpe, está preparado. Los agentes, porras en mano
y viseras bajadas, se enderezan como temibles peones. Orgullosos, golpean sus
escudos con las porras, incitándose a la batalla… AU, AU, AU… deseosos de la llegada del hedor de la sangre… vampiros
a la luz moribunda de la tarde. Del falo que se dibuja sobre la torreta de la
tanqueta, gotean lágrimas de agua, en clara metáfora de la excitación palpable
que se vive en el Barrio de Pelayo.
El Sr. Ballesteros, resguardado tras la ventana de su
oficina que da a la Calle Montera, en el primer piso, observa el acto tras la
cortina. Observa, tras la rendija habilitada, como el inspector, entre
gesticulaciones, ordena a sus hombres avanzar… entrar en acción…
… y los hombres, porra en la diestra, escudo en la
siniestra, avanzan… y la tanqueta, descubriéndose hinchada, inicia su vómito de
agua salina… serpiente a presión lanzada sobre las cabezas bien protegidas de
los negros peones acolchados. Un sonido aterrador impregna la manzana...
silbante… bufido de serpiente que se clava en los oídos del improvisado testigo
de la compra-venta de oro…
… y es en ese momento, mientras la boca de la serpiente
alcanza su objetivo… atenaza sus colmillos alrededor de la víctima carnal…
cuando, sin pretenderlo, el Sr. Ballesteros ve la fuente del problema… la
ristra de ajos que aquellos vampiros han venido a sacrificar… la estaca de
madera que amenaza sus corazones malditos…
A veinte metros… delante de la clínica privada de la Sra.
Dolores… la de estrechas caderas y senos firmes… una masa amorfa, mezcla de
brazos, piernas, cabeza y honra, se voltea violentamente por el suelo… presa
del mordisco de la víbora de agua… rueda hacia la derecha… hacia atrás…
adelante… de nuevo atrás… pierde la chaqueta que le protege del frío atardecer…
se golpea de bruces contra el pavimento deslizante… intenta alzarse sobre sus
tambaleantes piernas, sometidas a los hachazos líquidos de tan bárbaro leñador…
… hasta que llegan las primeras unidades de la infantería
peonizada… porras en mano y dientes prietos… Uno, dos, uno, dos… Un porrazo, otro… patada al costillar, rodilla
al cuello, puñetazo bajo los omoplatos… Nueva oleada de garrotazos y brecha en
la cabeza… sangre mezclada con el agua venenosa de la serpiente… ojos en blanco
y honra ahogada bajo toneladas de insultos, amenazas y Estado de Derecho… y
valor… mucho valor en forma de medalla con distintivo rojo… pensión vitalicia…
El cuerpo inerte, pasivo el ademán, permanece muerto en vida…
aprisionado bajo sus kilos de peso. Esposas, detención, furgoneta con viaje
pagado a Comisaría de Vallecas y bocadillo de jamón dulce. Cuatro agentes le
custodian hasta el taxi de luces y sirena mientras el resto del Pelotón de
Asalto permanece excitado… a grito pelado contra los simpatizantes del muerto
en vida… camisetas negras pertrechadas en las que se lee el lema “10.000”… que, a los ojos de los agentes,
puede ser cualquier cosa… ¿10.000 delitos
menores? ¿10.000 faltas leves? ¿10.000 multas en Zona Azul… Verde? No importa,
colegas… Palo, palo y palo… Ajo y agua.
¿Pero cómo? ¿Será
verdad? ¿Me engañan mis ojos?, se pregunta el Sr. Ballesteros tras su
barricada de seda. Incrédulo, reza dos Ave María y se santigua otras tantas
veces. El telón de la representación empieza a descender al tiempo que el
vehículo público, agraciado con la presencia del criminal, emprende la marcha
hacia el calabozo. En un abrir y cerrar de ojos, la calle queda despejada de policías,
tanquetas y oficiales en retaguardia. ¡Ya
era hora, ostias! ¡Tanto pagar impuestos y tanto rollo para que los criminales
campen a sus anchas! Éstos, que vienen a nuestras calles a plantar sus
reivindicaciones… aposentados sobre el gris pavimento de las aceras… en
silencio… ¡Faltaría más! ¡Y para quitarnos derechos, además!
Así, entre sectarias palabras, la normalidad va instalándose
en el Barrio de Pelayo… con sus luminosas tiendas… sus espectaculares
escaparates de Swarovsky… sus modelos, de metacrilato, perfectamente
engalanados con finas sedas de la India, talla famélica… risas en las esquinas…
sonido inconfundible a caja registradora… freír de churros y porras con chocolate…
viandantes, paseantes, manifestantes, pordioseros, niños de uniforme, mendigos…
contenedores de basura desparramada… ¡Qué
rebosante vuelve a estar el Barrio, Milagros! ¡Qué lleno de Vida… sin la
escoria reaccionaria de siempre… sin los usurpadores de derechos… sin el peso
que lastra el Progreso!
… la escena acaba… alejándose, de espaldas, el último de los
agentes de la Policía Nacional… sonriente y satisfecho.
Buen trabajo.
16 comentarios:
Aunque resulte duro lo que voy a decir, creo que es lo que toca: Debería televisarse a horas punta un aborto con todos sus escabrosos detalles, sería la única forma de despertar las conciencias de las personas ante lo que sin duda es un auténtico genocidio.
Así, al menos, nadie podría buscar excusas idiotas para justificar el más cobarde de los crímenes, el de una criatura indefensa dentro del vientre materno.
una vibrante narración, Herep, de una detención injusta
saludos blogueros
Todos iguales ante la ley pero unos mas iguales que otros. Por la noche los perroflautas cortaron Alcala por las buenas y sin permiso. No les dijo nadie ni mu.
Saluditos.
¿Qué se cree este tío?
¿Se cree acaso con los mismos derechos que esos valientes muchachos que tomaron Sol, dejando allí sus epiteriales vía heces, orina, vómitos y demás fluidos?
No, no los tiene ¡Faltaría más! Aquellos valientes no fueron importunados por la policía porque ellos pedían el fin del capitalismo y otras cosas útiles.
¿Se cree que es como esos chicos valientes que en la JMJ agredían a adolescentes que iban provocando por llevar un crucifijo?
Aquellos sí que tenían derecho de hacer tal cosa, y por eso patearon, escupieron y zarandearon a niñas de trece años y señoras de setenta sin que la policía hiciese nada.
Este tío no está reclamando ni dinero público para evitar la extinción de la foca monje en Antártida (si es que existe y están ahí) o la libélula azul de los estanques que está desapareciendo a causa del calentamiento global creado por los fachas de las empresas contaminantes, ni tampoco está pidiendo la desmantelación de las peligrosas democracias occidentales con sus podridos estados de derecho y sus libertades individuales que deben ser sustituidas por la dictadura del proletariado, no, este individuo está diciendo no sé qué historias de unos niños que se están muriendo o algo así. Bah, a por él, a por él, y el año que viene si es posible que manden a 25.000 agentes.
Siempre la misma cancion.Si apoya el derecho a la vida.resibiras un estacazo,Pero si defiende el asesinato impune de una vida de 26 semanas,Te llamaran progresista,Pues que siga el carnaval.un saludo.
La gente no quiere saber nada de abortos y de sus consecuencias, Candela. ¿Retransmitirlo en directo? La gente, simplemente, cambiaría de canal o... ¡milagro!... apagaría la TV.
En la ignorancia se vive más feliz, amiga.
Un abrazo y Feliz 2012.
Gracias, José Antonio.
Detención injusta y sectaria, amigo. Pero ya se sabe: Unos tanto y otros tan poco.
Un abrazo y que tengas una feliz Nochevieja.
Y eso que no han puesto a Gallardín en Interior. No parece que vayan a cambiar muchas cosas.
Feliz Año a usted, Herep, y resto de la banda desorganizada.
Zorrete, ¿podrías confirmarme si el nuevo Gobierno ha cambiado a la Delegada del Gobierno por Madrid?
Vamos, con los entuertos que se han montado durante estos últimos meses por la capital, es como para seguirla manteniendo en el cargo.
Cese fulminante... pero no estoy seguro de que así fuera...
Si quien tiene que hacer cumplir la Ley, se la salta a la torera...
Un abrazo, Zorrete. Feliz 2012.
Yo espero que esta estupida detencion sea la ultima charranada que le hace el poder socialista a Rajoy
De lo contrario el nuevo Ministro del interior no entra con buen pie
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com/
Tienes razón, Epiro. Para pedir tonterías, que se vaya al campo... donde no moleste a nadie.
¡Quién se cree que es el tipejo este!
Y el carnet... a ver... ¿dónde está?
Cuando estudiaba, al que se atrevía con chicos indefensos, le llamábamos cobarde.
Por lo que se ve, muchos se han hecho mayores sin perder dichas "virtudes".
Un abrazo, camarada... y Feliz 2012.
Es lo políticamente correcto, Agustín. Aquel que no ora al Dios de la Corrección Progresista, va listo. De cabeza al Infierno. (laico, por supuesto)
Triste progreso, eso sí... aquel que juzga según el aspecto o las creencias... ¿será esta la Democracia que tanto ensalzaban?
Un saludo, bloguero... y Feliz Año Nuevo.
Veremos cómo torea el morlaco nuestro amigo catalán.
En Justicia no se intuye buena faena.
Feliz Año también para vos, Reinhard.
Ya está tardando en cambiar toda la antigua cúpula socialista, Geppetto... toda, todita, toda...
¿O la economía lo es todo?
Feliz 2012, bloguero.
Su Majestad el Rey nos dice que todos los españoles son iguales ante la ley yo yo le digo a su Majestad con el debido respeto que...TURURU
http://lapoliticadegeppetto.blogspot.com/
Magnífico post.
Cuando vi la detención del Dr Poveda, pensé que se trataba de un peligroso terrorista internacional o de algún narcotraficante colombiano pendiente de extradición.
Pero no,claro.
Era un Dr provida, algo muy peligroso y tremendamente lesivo y dañino para la sociedad en la que vivimos.
Otra cosa es que la manifestación hubiese sido de perroflautas e indignados con el iPhone en mano protestando contra el "perverso sitema"; que fueran bujarrones en alguna carroza del Orgullo Gay protestando por que el PP haya recurrido al TC el "matrimonio" gay; que fueran muchedumbre y algarada de "botellona" pasada de copas y de mala milk rebosando bilis,gamberrismo y violencia.
Entonces no.
Entonces la violencia empleada contra el Dr Poveda se transforma en miel y masaje por el lomo a la caterva antes reseñada.
Así estamos...
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