Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

18 abr 2011

Teatro de operaciones


Ya comentamos días atrás la nueva guerra que se cocina en el norte de Africa, allá por la Libia de Gadaffi, esa guerra disfrazada, oculta… desconocida, en la que las fuerzas de la coalición, sin saber de qué coalición forman parte, bombardean por doquier amparándose en una sobada resolución de la ONU que, en principio, tan sólo creaba una zona de exclusión aérea y poco más.

Pues hoy me gustaría volver a tocar por encima el tema para comentar en voz alta varias preguntas rápidas que me tienen algo desconcertado, distraído, atontado…

La primera de ellas serviría para atenuar mi preocupación por el estado de salud de la Sra. Carme Chacón, actual Ministra de Defensa del Reino de España, puesto que desde el despegue de los F-18 desde nuestras bases rumbo a la guerra (que no es guerra), no ha mostrado la patita para explicar nada. Ni una intervención, ni parte, ni rueda de prensa, ni comparecencia en la Cámara Baja (cada día más hundida)… ni nada. Ni tan sólo para hacer el chiste-progre-fácil de intentar imitar a Trillo con su famoso: “Al Alba y con tiempo duro de levante…”. Ella, tan proclive a dejarse ver, ya sea embarazada o sin embarazar, subiendo o bajando del helicóptero de la plana mayor o anunciando la retirada de tropas de Kosovo…esto... perdón, ¿he dicho retirada? Quería decir Rubianes somos todos.

Pues nada, oye, escondidita. Seguramente estará preparándose para la sucesión de ZP, el Presi Felón, con cuartel general en su despacho del ministerio, asesorada por su marido, el magnate de la comunicación progresista-marxista-milloneurista.

Y no será por asuntos por aclarar, no. Enlazo con otra de las preguntas que me rondan por la cabeza estos días: el anuncio del New York Times del uso de bombas de racimo por parte de Gadaffi, vendidas por España el año 2007, antes de firmar la Convención Internacional por la que se prohibía su fabricación y utilización, por allá el 2008. Al igual que la cantinela del No a la Guerra (que es muy perra), ete aquí otra trola que algunos se comieron con patatas.

Con este gobierno pacifista, España se ha colocado dentro del Top Cinco en el negocio de la venta de armas. Minas anti-persona, bombas de racimo (hasta el 2007, claro, claro), aviones, munición ligera, fragatas, (intento) venta de material clasificado… cositas para hacer pupa. Y a toda clase de personajes, por supuesto: a Gadaffi, al Gorila Rojo venezolano, a chinos, israelitas, marroquíes, americanos, noruegos…

Y hace bien vendiéndolas, claro… ¡para una cosa que tiene para vender! Pero nosotros recordamos la tabarra que disteis con el pacifismo y el talante, troleros (y troleras). Supongo que una persona normal tendría algún tipo de remordimiento pensando que las armas vendidas mientras os escudabais en el pacifismo progre, pueden acabar con alguno de los soldados que has enviado para gloria de tu persona. Pero dudo que seáis tipejos normales y que el remordimiento y la duda os asalten por la noche. Ya os pusisteis la túnica de Gandhi durante la II Guerra de Irak consiguiendo vuestro objetivo así que ahora a la camita a dormir, a descansar la presión acumulada en la mandíbula de tanto aguantaros la carcajada.

Y otra de las preguntas hace referencia a las pocas imágenes que tenemos de esta intervención humanitaria. El anteriores guerras imperialistas nos hemos hartado de ver bombazos, trazadoras antiaéreas, sangre y muertos civiles y militares… en Libia no, a pesar del carácter de la operación. Parece ser que la gente, a sabiendas de lo que estaba a punto de ocurrir, abandonó a toda velocidad el país dejándolo desierto. Tan sólo así se explica el escaso número de videos de escaramuzas. No sé si abundarán muchos periodistas por la zona, pero los que hay no ganarán el Pulitzer (quizás un Goya, que están baratos) con los videos soporíferos que nos sirven: en esta intervención humanitaria tan sólo se ven caravanas de 4x4 cargados de gente carretera arriba, carretera abajo, mientras los rebeldes discuten, disparan al cielo sin mirar o vuelven a enfilar la carretera solitaria, a lo Mad Max, otra vez hacia arriba. Es una suerte para ellos tener la gasolina barata.

La gente no suele contestar las preguntas recíprocas. Los políticos, menos.

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