Tercer poder

Honorable Andréi Vyshinski,
excelentísimo Fiscal General de la URSS,

nos dirigimos a usted siendo conscientes de nuestra osadía, no bien nosotros apenas somos minúsculas hormigas comparadas con su persona, omnipresente, y su obra, todopoderosa. Sus ensayos sobre la "Legalidad Soviética" o su modernización de la educación universitaria son tan sólo una pequeña muestra de una herencia que es estudiada en todas las Universidades de Derecho que aspiren a reconocido prestigio, por no mencionar la incomparable, e inmortal, actuación que su excelencia llevó a cabo durante los Procesos de Moscú, piedra angular del establecimiento de la jurisprudencia para los juicios por traición, el principio de culpabilidad y la consagración de la ley criminal a la causa de la lucha de clases.
Es imprescindible, para todo buen jurista, conocer la versatilidad de su retórica durante las sesiones en las que se juzgó a los traidores al Partido, a quienes usted consiguió hacer confesar de todos y cada uno de sus delitos, así como es inconcebible no sentir un profundo gozo al rememorar la firmeza de sus exposiciones durante las sesiones de dicho proceso. Alegatos firmes, argumentos sólidos y hechos probados ante los cuales, los traidores trotskistas, derechistas y capitalistas que intentaban boicotear la revolución, vieron imposible fundamentar una defensa creíble, siendo enviados al paredón por la puerta de atrás, como bestias que eran.
El legado, inmenso, ejemplo vivo que fue seguido durante las incontables purgas de aquella edad de oro soviética, con sus limpiezas entre las élites, los militares desafectos del Ejército, la horda de cobardes que regresaron de la Guerra Guerra Patria tras ser prendidos por el enemigo, los científicos críticos con el lysenkismo...
A pesar de nuestra insignificancia, Sr. Vyshinski... ¿puedo llamarle Roland Freisler?... hemos ido tomando buena nota durante todos estos años, releyendo actas, debatiendo sentencias, practicando interrogatorios a escondidas, lejos de las garras del poder totalitario que nos atenaza.
Nos hemos dejado el pelo largo, hemos abierto cuentas en las redes sociales desde las que hacemos propaganda de nuestros autos y sentencias, excarcelamos a toda clase de oprimidos por la sociedad explotadora, escribimos libros de propaganda sobre atentados con alrededor de doscientos muertos, nos mostramos soberbios frente a los agentes de seguridad que medran en los aeropuertos, somos siempre complacientes con los poderosos y los corruptos y los criminales y desayunamos en mesas presididas por narcos, traficantes de armas o trata de blancas... siempre imperturbables frente al delito y el latrocinio que promueven los fascinerosos que hoy secuestran el poder.
Ajenos al bien y el mal, somos los obreros inquebrantables de la justicia del nuevo mundo, el que está por venir, futuro de justicia e igualdad por encima de cualquier ley que no sea del agrado de los hijos de la revolución pendiente.
Fue usted, maestro, quien sentó las bases de la jurisprudencia que nosotros... Jueces para la Democracia... de un país que fue despojado de la gloria de formar parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, pretendemos institucionalizar dentro de no mucho tiempo, cuando al fin nos venguemos de la derrota de antaño y podamos entroncar, el hoy, con el ayer arrebatado.

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Sus cabezas caerán también. Sofía Scholl