Día a día va abriéndose, votación a votación, la caja de
Pandora...
... y nosotros, hoy, os revelaremos un secreto: el día que hicimos
el juramento, las palabras que sentaron los cimientos del Ejército de los 12
Monos, de pie sobre la cochambrosa tarima de una habitación ruinosa y húmeda
que el tiempo ha transformado en Sala X, estuvimos fabulando acerca de mil
epopeyas y otros tantos buenos deseos. De entre todos, uno pasó sin pena ni
gloria, pues aquella no era noche para andar distraídos en circunstancias
penosas, borrachos de gloria como nos encontrábamos.
Hoy lo traigo, lo recuerdo -no ha caído en el olvido-, lo
pongo en vuestra boca. Era, sí, el "Perestroika", nuestro nombre para "el cataclismo". Haced memoria. Hablábamos de un hecho fuera de lo
común, un advenimiento imprevisto, un accidente caótico en el industria química
cercana, un ataque que hubiera pasado desapercibido a nuestro SI, la Blitzkrieg
penetrando cualesquiera de los frentes que tenemos abiertos en el perímetro, ya
sea mediante la superheroína barcelonina o los "Víctor y Victoria"
del Madrid de corte a cheká, por no hablar del sur, el norte navarro y,
abajo, el levante que se arrojó en brazos de los pancatalanistas de Wilfredo...
... o (y perdón) el lúgubre retorno del Partido a las altas esferas del
Poder.
Cualquier eventualidad imprevista, al fin y al cabo, que
pudiera romper la comunicación entre los Monos de nuestro ejército, aislándonos
como paracaidistas primerizos, unos por aquí, otros por allá, haciendo la
guerra en solitario, sin noticias del Cuartel General, en caso de que este todavía resista después del asedio de la democracia de nuevos aires que trae la izquierda.
Con el "Perestroika" juramos, de encontrarnos en
una situación parecida, acudir todos a la tasca de Guadalupe, en la carretera
que atraviesa los campos de la ruta del tambor, donde fuimos a estrenar
nuestros relucientes trajes mimetizados dándonos barrigazos por los sembrados,
todavía borrachos imaginando igualar, en valor, al tamborilero del Bruc o,
los más aguerridos, al mismísimo Don Pelayo. Durante todo el fin de semana, Guadalupe
nos sirvió vino tinto, guisó cabrito y nos cantó jotas, preciosas, que su padre
aprendió cuando estuvo en su guerra, lejos, a orillas de un lago llamado Ilmen.
Durante un momento de vacilación, mientras me desperezaba en
mi camareta y acudían a mi pensamiento la avalancha de noticias que trae la
marejada de las pasadas elecciones municipales, la imagen de la caja abierta me
ha aguijoneado la mente. De ella salían diablos y serpientes, superheroinas y
momias faraónicas de tiempos revolucionarios pendientes, verdugos vestidos con
el último grito en el gran almacén y víctimas, muchas víctimas, auténtico mal
de la sociedad, las víctimas, porque, ¿qué sería de un verdugo sin víctimas?
¿Qué, de una revolución sin sangre? Pandora, agazapada bajo la cama, sollozaba aterrorizada
todavía sin comprender por qué el mundo utópico no es para ella, por qué le
impiden entrar en el paraíso del proletariado, ¡a ella, que se volvió
centrista! ¡Me he lavado!¡Me he quitado el estigma!, aunque, en lo más profundo
de sus ennegrecidas entrañas, aguarda la milagrosa aparición de Elpis.
La esperanza, pero, permanece ausente.
España, tras años y años de lobotomía cultural
marxista-logsista, está preparada para entrar en planta. Su enfermedad moral es
incurable, su desidia es terminal... su ignorancia, fatal. La que otrora fuera
evangelizadora, está vacía como el fósil de un caracol muerto durante el
Pleistoceno. Nadie podrá decir que no lo advertimos. Las palabras se perderán, pero los manuscritos no arden.
Monos, la tasca.
4 comentarios:
Es genial ese video.
AMÉN, QUERID HEREP. DEP Y ¡A VER SI RESUCITA DE NUEVO!
Un Abrazo Camarada.
Un Brindis POr LA RESURRECCIÓN IN EXTREMIS
Y
¡¡RIAU RIAU!!
Mucho, don Javier. Todavía me estoy riendo ahora.
Mucho me temo que no va a ser posible esa resurección, Old, pero...
Un abrazo y un brindis!!
¡Riau!¡Riau!
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