Oktoberklub - Oktobersong |
El Tiempo marca el Alfa y la Omega.
Tic-tac-tic-tac...
... y se suceden los segundos, los minutos, las horas, los días...
la vida toda, una detrás de otra, generación a generación, y contando diez
veces diez nos plantamos en los inicios de los hombres, las cavernas y Platón.
Tic-tac-tic-tac
hace el Tiempo, martilleando el compás como un metrónomo marca la melodía, que es Música fluyendo entre los dedos de los hombres.
Espacio, Tiempo... y música.
Dicen por ahí que no sé qué Ayuntamiento ha suspendido un
concierto de un grupo que le canta a policías que revientan por los aires, a los "mercenarios del Capital" que vienen a profanar el himen de las
sacrosantas comuneras y demás monsergas de lo buenos que son unos y lo fascistas que son todos aquellos que no aceptan transitar por la senda de baldosas amarillas del
"otro Mundo es posible", malditos reaccionarios
cavernícolas que quieren prohibir el jamón en España, abrir gulags (fina ironía)
o chekas (dos tazas de fina ironía) en todos los ateneos de barrio, mandar a
los niños a las escarbar negro carbón en las minas e instaurar cinco rezos diarios
en dirección al Vaticano. Grupos como ellos con letras y ritmos idénticos, en los garajes de las ciudades de extrarradio,
los hay a patadas, que la cantinela rebelde está muy bien vista, aunque luego
los Gorki de pandereta disfruten de tres comidas diarias, tengan coche y pisito
y no hayan visitado una cárcel castrista ni en sus más alucinantes viajes SuperSkunk...
... pero, por lo visto, los han vetado poniendo excusas
baratas. La buena, la que no se menciona por mancillada e inválida, es la que
hace referencia a la "apología del terrorismo", pero la
denuncia fue archivada por un juez español demócrata de los pies a la cabeza,
de ésos que apoyan los escraches, dejan libres a los violadores que recitan
bien a Alberti, van de cacería, o ¡Titadyne, y vale ya! Pilato se lavó las
manos. Alea iacta est.
Mientras iba y venía por la autopista al infierno, una zona
de bandas rugosas, al ser atravesadas por el Iveco que nos transportaba al
campo de maniobras, ha emitido un ligero traqueteo que me ha traído a la mente
una canción que tocaban las compañeras de clase los días de convivencias, allá
en el colegio de monjas donde cursé algo de cuyo nombre no quiero acordarme. Cierro
los ojos y las veo, guitarra y pandereta, cantando. Juraría que, bajo los pinos mediterráneos, sonreían y
danzaban y parecían alegres, esperanzadas, sin miedo ni odio en el corazón
joven que anhela enamorarse platónicamente.
Cansado de dar barrigazos, le he dicho al cabo de
telecomunicaciones que la enchufe en el estéreo de la modular. Un pueblo es,
un pueblo es, un pueblo es, abrir una ventana en la mañana... y he
respirado una fuerte bocanada de aire intentando ser arrancado de la conciencia
de un presente marcado por los falsos profetas con soluciones caducas, meciéndome en la Música y su
tic-tac-tic-tac... para, pasados los escasos minutos de melancolía vespertina,
torcer el gesto en otra mueca, mitad sonrisa, de fina ironía al imaginar los
exabruptos que serían lanzados contra mis amigas si hoy, armadas con su diadema
de margaritas, osaran subir a un escenario de un festival musical cualquiera a
cantar "respeto a las canas de la tierra". En voz aguda o
gutural impostada, las carcajadas ante la cursi horterada burguesa no tardarían en dejarse
ver, apareciendo ese viejo mecanismo de defensa que desprestigia todo mensaje que
escapa a la estructura maniquea de la realidad que nos narró el gurú que sale
en ese oráculo que jamás se equivoca, de apellido TV, con su retórica acerca de
lo pésimo que fue el régimen en el que papá se hizo riquísimo sin necesidad de
tener una tarjeta opaca tan en boga durante este 2015, cuarto año del fiasco
mariano. La de tomates que habríamos podido recoger tras los primeros
acordes... "frígidas", "zorras", "vosotras
lo que necesitáis es carne en barra"... y así todo el refranero español
del agravio y el rencor, trigésimo séptima edición, vomitado por los defensores
de la democracia del Padrecito de los Pueblo, ese viejo rockero que nunca muere.
Lástima.
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Toda tu vida te enfrentará a una elección. Puedes elegir el amor o el odio... Yo elegí el amor. Johnny Cash.
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