Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

14 ene 2015

#JeSuisValerio


¡Míralo, el pimpollo, cómo se cantonea!,

le han espetado, entre carcajadas, dos obreros de la compañía de aguas del pueblo que hacían un descanso tras pasar toda la mañana abriendo boquetes en el pavimento. Sudorosos, fumaban un cigarro charlando impetuosamente sobre la clasificación de la Liga BBVA después de las sorpresas del último fin de semana, con la inesperada victoria del equipo visitante.
Miserias. Una tontería comparada con el desfile de Valerio, que así se llama la vestal a quien iban dirigidos los piropos... clandestinos... que han cruzado el éter cayendo la tarde y han molestado a las viejas de los portales.
Porque hoy, Valerio, camino a su clase de yoga, se siente guapo. Metro sesenta escaso, un peinado que lo asemeja -involuntariamente, claro- a un monje de clausura, sensiblemente delgado, achaparrado, introvertido... Este es Valerio, o mejor dicho era, sí. El que ha pasado hará veinte minutos frente a un servidor nada tenía que ver con el gerente de la panadería del Barrio de Santa Fe, de nombre Valerio y apellido Quesada, hijo de la lechera, bailaora famosa en la comarca. Si lo conocierais... Por mucho que me esfuerce no podré hacer un retrato fiel, ni tan siquiera sensiblemente aceptable, pero el hecho, la idea que quiero que asimiléis es que el hombre que ha cruzado la alameda ante mí, el joven a quien iban dirigidos los piropos hirientes de los fontaneros sudorosos, ese ser que esta mañana pasó una hora larga acicalándose en su pequeño apartamento, observándose con admiración frente a un espejo desnudo, desierto, sin fotos enganchadas en los bordes... el hombre que se ha vestido hoy con gusto, por los pies, siguiendo el modelo hipster que sacude las calles con sus barbas, los pantalones pitillo, la cazadora ahogada bajo la bufanda, gafas sin cristal, sombrero Chicago años de Ley Seca...  
... no. Lo han cambiado. Este de ahora camina erguido, la vista al frente, decidido, con largas zancadas poderosas (un pelín ridículas) que rebosan determinación. Su pecho estaba henchido y la mandíbula, prieta, marcaba unas aristas que no había descubierto hasta hará un momento, y sepan ustedes que la Panadería Bollo cae a dos calles de mi casa, poco más. Estoy negro de verlo día tras día al ir a comprar churros, que también hace y son los mejores de Sevilla capital. En un santiamén ha cruzado de punta a punta el parque, presto, perdiéndose por las callejuelas de la parte alta...
... en busca de su luna, me he dicho al rato de verlo pasar, inconscientemente, intentando dar explicación al cambio que se obró en la psique del panadero. La metamorfosis que ha sufrido no puede ser obra de otra cosa que no sea la mente. La delgadez persiste, al igual que la calvicie y la pobreza de espíritu. Valerio no se ha convertido en un dandi de la noche a la mañana por obra del Cristo de los Faroles, ni mucho menos. Esta mona mona se queda, ni con oro ni con seda.
Nervioso, me he encendido un pitillo mientras le daba rienda suelta a la materia gris. ¡Oh, qué tardes estas de darle vueltas y vueltas a este Mundo Raro que gira y gira!
 Y me he visto tras los ojos de Valerio, mirándome al espejo. Bueno, mirándome a mí, no: mirándole a él, pensando sus pensamientos mientras se mesa la barba que lleva un mes abonando y cuidando con la intención de parecerse a la estrella del baloncesto. El reflejo que tiene ante él no le gusta, pero no es esa imagen la que ven sus ojos -y los míos- sino otra diferente, mejor, soñada. Ve el deseo que todo lo puede en esta sociedad moderna nuestra. Ve aquello que quiere ver. Ve un hombretón de metro noventa, ve un puñado de rastas jamaicanas o un corte a tijera, comido a gomina, en ondas. Ve quince kilos más de puro músculo en sus brazos y piernas. Ve diez kilos menos en un abdomen atractivo, moldeado, marcado.
 Valerio, frente al espejo... y todo aquel que se deja embriagar por su embrujo... ve aquello que quiere ver, sin miedos ni complejos...
... porque...
... ¿qué ven, si no, todos los hombres que salen a gritar que ellos son Charlie Hebdo mientras el espejo refleja el nulo respeto que tienen por la Libertad de Expresión en sus respectivas casas? ¿Qué verán cuando contemplan pasear a Arturo Mas, el menchevique... cada día más Kerensky que nunca... por las calles de París? ¿Y cuando ven al Iluminado? ¿Verán defensores de los derechos fundamentales? ¿Acaso Pablo va a darte una licencia sin que pases por el aro? ¿Verán paladines de la democracia? Y los presos por terrorismo, ¿soy igual que los dibujantes muertos? ¿Verán la libertad o la esclavitud?
¿Qué verán, Monos?
Pues verán lo que les de la gana, como hace Valerio. Gritarán exasperados para, luego, contemplar con la boca pequeña cómo la revista se mofaba de moros y cristianos por igual y, cosas de legislar en caliente, deberán morderse la lengua para no caer en contradicción, pues sus acciones en el corral que es España distan mucho de parecerse a lo que se canta a coro a la vera del fuego, cuando fuera cae la escarcha. Una cosa es pregonar y otra dar trigo. Valerio es muy molón porque sabe que la realidad, lo que se refleja en el espejo, apesta a desconocimiento, y esto le aterra. Nadie le ha enseñado a razonar lo que le devuelve la retina, y náufrago, se agarra al mismo cabo del que todos están sujetos.
La técnica del espejo, patentada en todo Occidente por la Bestia. Los terroristas, pasando la prueba del reflejo, no serán más que "lobos solitarios" de una religión que pregona la paz en los corazones pero que está maltratada por el imperialismo; quienes se oponen a la ruta marcada por la senda de baldosas amarillas, próxima parada Eurabia, emitirán un destello peor que la bomba atómica y los demócratas de toda la vida... los tipos de los que hablan los nuevos amigos de Valerio... seguirán siendo esos paladines desinteresados de la igualdad, la redistribución de la riqueza a nivel interestelar, la democracia, la libertad, la solidaridad, la "paz del corral" donde todos estaremos juntitos dando palmas, a un paso de ese "otro Mundo es posible" que llevan pregonando desde que Jesucristo perdió la zapatilla allá en la montaña.

Se cantonea, el chaval, se cantonea. Al ritmo de la música se cantonea.

1 comentario:

Blogger dijo...

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