Sin más demora, una imagen de Mireia Belmonte, campeona, la
mejor nadadora que jamás dio la tierra española.
No soltaré la parrafada acerca de su vida y milagros.
Supongo que, más o menos, muchos habréis sentido hablar de ella en un
rinconcito apartado de la sección de deportes, tras la enciclopedia de balompié
para forofos y el gracioso video colgado en Instagram por el brasileño
gilipollas a 3.000€/h. libres de impuestos, cláusula estratosférica y cochazo
de regalo.
Aquí podréis conocer de la campeona que, junto al Jedi de la
raqueta, copa el Olimpo del Deporte español de hoy y siempre.
La imagen que sustituye a las palabras, pero, podría
resultar decepcionante para muchos, sin sonrisa, mordisco a la medalla o la
emoción de un orgullo enchido de satisfacción, reflejo de la alegría ante la
consecución de la recompensa a tanto esfuerzo y sufrimiento. De esas, fotos de
portada, hay muchas, incluso demasiadas para un país en el que la natación no
es más que una condena médica llegada la tercera edad.
Nuestro Ejército de los 12 Monos siempre ha soñado
con tener, atrás en el patio, una piscina de natación... corta, da igual...
pero nuestro escaso 0,7% de presupuesto sólo da para un abono a la charca del polideportivo
municipal, donde día sí, día no, acudimos a recorrer nuestros largos arriba y
abajo, uno detrás del otro. La mayor parte de los días, mientras ajustamos las
gafas y el maldito gorro, nos predisponemos a pensar, mientras recorremos
distancia, qué se discutirá durante la reunión vespertina en la Sala X, la
deriva del personaje protagonista de la novela que está por llegar o las
necesidades de Mono Chef, en cantina... pero una vez en el agua toda lógica
desaparece y se esfuma, incluso el tiempo, que se detiene y pausa, y todo
alrededor de la cabeza adquiere color azul de respiración acompasada, azul de
patada firme y decidida, azul el agua que se desliza por el cuerpo... el
silencio azul, la paz azul y armoniosa... el jardín del edén azul donde la
mente divaga y flota, abrazada al cuerpo el agua, formando un solo ser, una
sola alma plena de azul que es vida. Y ahí, como la más feliz de las bestias
que habitan la tierra, estás tú, sintiéndote vivo.
Eso refleja la foto.
La belleza.
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De entre todos los participantes en estos Juegos, sólo entre los nadadores veo verdaderos atletas. Somos, quizá, los semidioses de la humanidad. Mark Spitz.
2 comentarios:
Una auténtica jabata esta moza, pero no le harán ni la mitad de caso que a la cosa futbolera (con o sin bestiajos por medio)
Nadar es un placer.
La chica no vende camisetas y la natación, para muchos padres, no es más que una pérdida de tiempo que jamás reportará un cheque por tropecientos trillones de euros.
Nadar es un placer... divino, Maribeluca. Un abrazo.
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