¡Lo tengo! ¡Sí!.... ¡Míralo, Chelo, míralo!... ¡Es él!
... y está junto a Alfonso, que respira tranquilo. El corazón se calma aliviado y las
arterias se encogen uniendo hasta el abrazo las capas de costra de un
colesterol a más de 250, lustrosamente entrenado mediante cochinillo segoviano pata
negra, copa y puro habano. Sus piernas pierden la rigidez del nerviosismo y
empiezan a sacudirlo con fugaces temblores esporádicos, obligándole a tomar
asiento en la butaca de su despacho, revuelto de papeles, álbumes y viejos
sobres, donde él y su mujer, Greta, han pasado toda la tarde buscando ese
tesoro que Alfonso aferra entre sus dedos con la fuerza de un cepo para osos.
Todos hablan del pequeño Nicolás, mostrando orgullosos las
instantáneas en las que aparecen junto a él, sonrientes y con el pelo
engominado a juego. En los pasillos, grupitos de compañeros se enseñaban los móviles,
foto tras foto, paseando en el yate por El Perelló, en la convención de cómics de la capital del Turia, junto a Miranda Kerr el viernes aquél en el que desfiló
por el salón del palacio del príncipe de... de... da igual, pero era ella, en
pase privado, junto a él, sonriente... el pequeño Nicolás...
Aún sin llegar a alcanzar el Nirvana del selfie con el ángel
de la lencería, todo el mundo alrededor de Alfonso parecía más henchido de
orgullo, satisfechos en su vanidad más profunda mientras correteaban explicándose
la vez en que acudieron al despacho del genio moderno para "firmar unas
licencias" o "gestionar privilegios", quedando deslumbrados
por el brillo de las arañas de sus posesiones, o cuando organizaba aquellas
veladas repletas de glamour, en los mejores casas de Madrid, donde se degustaba
según el paladar del comensal... carne o pescado, ya me entendéis... Así
caminaba Alfonso, derrotado y mudo, entre las risas y chismes de unos
compañeros que lo habían dejado apartado, excluido de la nueva pandilla de
amigotes del pequeño zar Nicolás.
Rebuscaré tierra y cielo, se dijo durante los cinco
minutos que duró el último cigarrillo de la jornada laboral, sólo en un rincón
de la sala de fumadores, apartado de Lucía y Francesca, que también habían
sucumbido a los encantos del chaval del CNI, sorayo, guapo, fuerte, "un
buen partido", decían las dos chicas mientras ampliaban una fotografía
de lo que parecía ser una playa tropical. Tres años compartiendo despacho y
escaño, bailándoles el agua intentando ser gracioso, amable, fiel... y viene
Nicolás con esa aura suya para pasarte la mano por la cara, Alfonso, y echar
por tierra la posible aventura extramatrimonial tan profusamente soñada con la
diputada por Ibiza, tan hippie ella. Rebuscaré hasta los confines del
infierno, se repite apurando un cigarro hasta el amargor del filtro. No
pasará ni un día más sintiendo la sensación de desamparo y soledad que acarrea
saberse el único que no vivió la vida loca abrazado al joven mientras miraban a
la cámara con una sonrisa, sincera, que brota de una carcajada desenfrenada
ante la banalidad del destino de los hombres. Alfonso ha tragado mucho...
demasiado... como para dejar escapar ese "carpe diem" que
gritaba el profesor Keating. Tocar el saxo, leer algún romántico moderno aferrado
al prozac, beber champaña del ombligo de una becaria italiana.
Apenas doce minutos después de sonadas las 15:00h. Alfonso
llegaba a su casa dispuesto a obtener la llave que debe abrirle las puertas
del cielo en el que disfrutar la buena vida que por derecho le pertenece,
ganada día a día, desparramado sobre el burdo sillón desde el que observa, mudo,
cómo los reproches sobre las tarjetas opacas van de bancada a bancada, entre
insultos y pedorretas acerca de los jodidos parados, la insuficiencia de los impuestos, las míseras pensiones, la puta soberanía y esa
porquería que el populacho viene a llamar "democracia" y que en la Cámara
Baja, entre sus iguales, no es más que porquería en los italianos zapatos de
sus señorías.
Ahora Alfredo descansa, con su probatorio tesoro atenazado entre los
dedos y los ojos cerrados, divagando sobre esas cosas que sólo la gente de su
posición puede soñar... y no vosotros, Monos incultos y bárbaros que miráis a
Nicolás y sólo distinguís una farsa... un bulo... una estafa supurante de náusea.
Qué sabréis vosotros, condenados chimpancés, de este Mundo Raro... de teatro,
de imagen, relativo... incuestionable Reino de la Nada...
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Polvo eres y en polvo te convertirás. Génesis 3,19
8 comentarios:
Lo del mozo éste es unicamente aplicable a una España tontorrona y oportunista. En cualquier parte del Mundo, incluso en Bostvana lo hubieran desenmascarado a la primera que entró en donde no le correspondía.
En un melonar el melonero hace con los melones lo que se le antoja. España es un melonar en crecimiento permanente. Este chico debe ser un gran entendido en eso de catar melones.
Un abrazo.
Aqui hay materia para una buena pelicula.Desde luego yo tambien con tantas facilidades,viera hecho lo mismo,jejeje,saludos,
No creas, en su momento el Perelló fue el 2 "condado" más grande de todo el Principat.
Me contaron, que hubo una pugna con L'Ametlla para ver por donde harían pasar el tren, los del Perelló no lo quisieron, el humo de la chimenea y la carbonilla perjudicaba a los olivos y/o almendros.
Hablando del Principat la otra propuesta sería la anexión andorrana; y de co-principe ya tenemos uno. Y de conexiones...también.
Un abrazo.
Ya decía Zapatero que lo importante es la foto... la foto... Por lo visto, con el álbum fotográfico del pequeño Nicolás no hay puerta que permanezca cerrada por mucho tiempo.
Clara muestra de clientelismo.
Un saludo, Javier.
Un maestro en ese arte, Javier. Un vistazo, uno o dos golpecitos certeros y el chico es capaz de detectar los "melones" huecos con absoluta fiabilidad.
Un abrazo.
En cualquier otro lugar tendríamos película, corto y adaptación literaria, pero nuestros linces de la industria están entretenidos leyendo guiones de la Guerra Civil.
Un saludo, Agustín.
La infrahistoria de "lo delta", tomae, tiene muchos capítulos dedicados exclusivamente a la fraternidad La Ampolla/El Perelló, todas dignas de un anuncio en el que unos vecinos luchen contra otros por ver quién limpia más platos con menos detergente, pero ya sabes cómo funcionan estas cosas: unos cardan la lana y otros se llevan la fama.
Un abrazo.
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