... sí, sí, Dietlinde... precioso, fabuloso... ¿cómo? No,
no. Ayer, sí. Llegamos ayer. Casi cuatro semanas, exacto. Desde... desde el
veintitrés de Enero hasta ayer, cuando Bergen y yo aterrizamos en Múnich. ¿El
avión? Perfecto. Ningún problema, ni de ida ni de vuelta. Sólo atravesamos una
tormenta cuando veníamos, pero nada grave. Un par o tres de turbulencias, dos
biodraminas, y listo.
¿Que te cuente? Bufff... muchas cosas, Dietlinde.
Demasiadas. Ha sido un viaje, ¿cómo lo diría? Diferente, sí. España is
different, que dicen allí, dándoselas de cosmopolitas... pero en el fondo, es
como si el tiempo no hubiese avanzado para ellos. Extraño, que no malo... Bueno, si tuviésemos que vivir allí, acabaríamos
locas... chaladas... con un pie en el psiquiátrico, Dietlinde, pero para pasar
unas vacaciones...
Para pasar unas vacaciones no hay tierra mejor.
¡Mujer, qué quieres que te explique, así, por teléfono! ¡Todavía
estoy con el desconsuelo de volver a la rutina diaria, cariño! Imagina qué me acude a la mente nada más pensar en mañana y el laboratorio. Ver a Dagna, Ebba, Audrey... ¡y el cabrón de Adler!... pfff... a
todo esto, ¿cómo está Adler? ¿Cómo está el jefe? ¿Cómo lleva su
"problemilla"? ¿Bien? Bueno... no te diré que me alegro, la verdad,
pero...
... imagina, Dietlinde... imagina que, hasta ayer mismo,
hubieses estado paseando por soleadas playas semidesérticas, o comiendo unos
manjares que ni el mismísimo Papa de Roma... ¡Cochinillo!... ¿Que qué es el
cochinillo? Jajaja... ¡una especie de cerdo pequeño, Dietlinde, hecho al fuego,
crujiente, suave y de textura similar a la miel. ¡Buenísimo! No me atrevo a
enfrentarme a la báscula, querida. Me da terror saber cuánto he engordado, pero
seguramente habrá sido un buen pellizco. Tan sólo he de mirar a Bergen, y su
resplandeciente panza, para hacerme a la idea de la cuantía del pecado,
Dietlinde.
¿Si os gustará? Puedes estar segura, chica. Además, tú,
soltera, viajando con Ava, también soltera... Veréis qué verano vais a pasar
las dos juntas. ¿Recuerdas las risas que nos hicimos cuando leímos en la "Bild"
el mito del "spanish lover"? Pues dalo por cierto, Dietlinde. Macho,
macho, macho. Algo socarrón y basto, pero real. Tendréis que buscar un poco,
eso sí, pero al final lo encontraréis. Vosotras dos... rubias, altas, de ojos
claros... Seguro. Lo encontré yo, que estoy arrugada como una pasa...
¡Ya lo sé, cariño! ¡Era broma! ¡Ya quisieran las víboras
esas del laboratorio del museo, Dietlinde, tener el tipo que yo calzo! No,
cariño... no seas mal pensada... Algunas miradas sí que noté que se aposentaban
en mis posaderas, pero la cosa no pasó de ahí. Soy una mujer casada, cariño.
Perfectamente casada, además... pero eso no me impide ir por ahí repartiendo
sensualidad, ¿no?
¡Cabrona, déjame, al menos, algo de picardía! ¡Deja que
disfrute coqueteando, cariño! Los hombres españoles son muy dados al flirteo y
al halago azucarado. Exacto. La sangre caliente. A la más mínima, ya están
revoloteando como moscones, con ese fuego tan típico del sur, aunque más vale
que no te fíes ni un pelo de ellos si no quieres acabar con las bragas en la
cabeza, Dietlinde.... pero tranquila, ya te hablaré de eso cuando nos veamos
mañana, durante el almuerzo, que ahora no es el mejor momento... así, por teléfono...
¿La tesis? Bueno... no, no, no... no me olvidé con tanto
sarao, no. ¡Con quién te crees que estás hablando, tía! Durante las dos
primeras semanas hice todo lo que me había encomendado el Kunstareal. Perfecto,
sí. Estuvimos hospedados en un pequeño hostal del Pirineo, muy sencillo, pero
coqueto y acogedor, con unas excelentes vistas a la montaña que, al amanecer,
me evocaban recuerdos de la niñez, en Freudenstadt. Un sitio precioso,
Dietlinde.
Exacto. El Valle de Bo... Bo... ¡de Bohí, coño! ¿Os llegó
la postal? Menos mal, Dietlinde. Creí que jamás os llegaría. Se la di al
cartero el... creo que fue al cuarto día de nuestra llegada, cariño, pero aquí
todo va a su ritmo... piano, piano... El cartero se mueve de pueblo en pueblo a
lomos de una destartalada bicicleta, guapa, y para en todas las fondas que se encuentra en el camino. "A reponer fuerzas tomando un sol y sombra", decía el tipo entre risas y reverencias
algo cómicas. ¡Todo con una calma! ¡Una tranquilidad! ¿Viste el verdor que
rodea la Iglesia de San Clemente de Tahull? Un espectáculo, Dietlinde. Algo
increíble, de precioso.
¡Al fin, después de diez años en el departamento del
museo, me tocaba algo que valiera la pena!
No, no... no quiero darte envidia, cariño. Pero... no sé...
Creo que jamás he visto una arquitectura tan perfecta y sencilla como la de esa
iglesia. Nada tan perfecto como el Arte Románico, Dietlinde. Ya te enseñaré las
fotos, no sufras. Las hice por miles... de las tres plantas con ábside y
absidiolos, del techo de madera... las
columnas sin capiteles sujetando arcos de medio punto... los muros exteriores
sin ventanas y con una decoración ruda y minimalista... la torre, lombarda,
elegante, con sus cuatro caras simétricas... la bóveda... todo en piedra sin
tallar...
... y el ábside, con sus pinturas románicas, Dietlinde. No
son las originales, pero desprenden una mística... un no sé qué... Me quedé
hipnotizada. Esos trazos, esa gesticulación, la definición del color, el
simbolismo del "Alpha" y "Omega"...
... ese dedo...
... ese Pantocrátor...
... me cuesta explicarlo, chica. Me cuesta encontrar las
palabras adecuadas para describirtelo, Dietlinde. Es difícil, pero... no, no...
tranquila, mañana te llevo las fotos en la tableta, tranquila. Verás. Ya. En
eso tienes razón: no será lo mismo, pero a falta de pan... Además, ¡qué coño!
¡Tú irás este próximo verano! Entonces podrás ir a verlo, si logras
escaparte de la playa, claro. Te lo recomiendo, Dietlinder. Ese Pantocrator...
... tiene algo... algo mágico... algo fabuloso que embriaga a las gentes de allí desde tiempos que escapan a la memoria de los muertos... algo espiritual, divino... maléfico, también... ese
dedo... ese todopoderoso dedo... superviviente por los siglos de los siglos...
hasta hoy...
... hasta el presente de los españoles...
... en mano de sus políticos, ahora, el dedo...
... apuntando, señalando, designando...
... indicando...
... "Ego sum lux mundi"*...
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* "Yo soy la luz del Mundo"
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