- Veamos, Hu Chi Lee, su turno.
... Yo soy quien libre de mi,
yo, quien pudiera olvidaros;
yo só el que, por amaros,
estoy, desque os conoscí,
"sin Dios, y sin vos, y mí".
Sin Dios, porque en vos adoro,
sin vos, pues no me queréis;
pero sin mí ya está de coro
que vos sois quien me tenéis.
Assí que triste nascí,
pues que pudiera olvidaros.
Yo só el que, por amaros,
estó, desque os conoscí,
"sin Dios, y sin vos, y mí".
- Pelfecto, pelfecto, Hu Chi Lee. ¡Una composición de Jolge Manlique! ¡Se nota que ha estado haciendo los debeles esta última semana! Muy
bien, muy bien. Pasemos a disflutal del tulno de Mao Ho Chan, que el pasado
ploglama lecibió el encalgo en folma de poesía de Antonio Machado.
... ¡O, sí! Conmigo vais, campos de Soria,
tardes tranquilas, montes de violeta,
alamedas del río, verde sueño
del suelo gris y de la parda tierra,
agria melancolía
de la ciudad decrépita.
Me habéis llegado al alma,
¡o acaso estabais en el fondo de ella?
¡Gentes del alto llano numantino
que a Dios guardáis como cristianas viejas,
que el sol de España os llene
de alegría, de luz y de riqueza!
- ¡Sin palablas, Mao Ho! ¡Nos ha dejado sin palablas! ¡Qué
dominio de la pronunciación! ¡Qué gestión de los tiempos! Usted... usted... ¿usted
tiene que tenel familia española, no? ¿No? Mmmm... perdone que no me lo clea...
Pelo dejemos eso pala otlo momento. Ahola es el tulno de Lin Chan, con una
composició de Fernández de Moratín. Adelante.
Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
"Arte diabólica es",
dijo, torciendo el mostacho,
"que para hablar en gabacho,
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho."
- Silencio, silencio, pol favol, señoles y señolas. Señola
Lin... ¡mile, mile cómo le aplaude el público, entusiasmado pol sus dotes pala
con el español! Jamás habíamos tenido una ovación tan celada como la de esta
noche, señola Lin. ¡El público puesto en pie y la centlalita telefónica
satulada de llamadas!... Pelo, pelo no adelantemos acontecimientos. Plimelo,
las votaciones. Veamos qué opinan nuestlos sesenta y tles millones de
teleespectadoles.
Quedan abieltas las líneas.
Voten, voten.
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Traigo a colación la escena onírica soñada en esta cálida
tarde de otoño mientras digería los tres platazos de arroz tres delicias que me
he endosado entre pecho y espalda. Los sueños, como mucho de lo que se cruza a
su antojo por nuestro subconsciente, acostumbran a tener parte de realidad, o
versar sobre algún aspecto que pudiera llamar, aunque fuera de forma
involuntaria, nuestra atención.
La base de este vástago del surrealismo es la noticia... creo que algo antigua,
perdonen... de la celebración, en el canal CCTV de la China mandarina, de un programa en el que
se premia al chino que mejor hable español.
Español de España, para los escrupulosos de la academia.
Alucinado me he quedado viendo el dominio que atesoran de la
lengua de Cervantes. Ahí, con sus caritas redondas, su semblante tímido, su
insignificancia visual, que no práctica... y hablaban, y conjugaban los verbos
como no lo haría el Rector de la Complutense, aka Hijo de la Rata Carrillo... o
recitaban trabalenguas sin que ninguna palabra se enganchara en el frenillo o el
piercing de la sin-hueso, caso típico y tópico en de la adolescencia patria metida a revolucionarios de liberación...
Como siempre desde hace demasiado tiempo, la sorpresa que
podría haber sido agradable se ha tornado, en un abrir y cerrar de ojos, en
triste decepción que anuncia una serie de sentimientos proclives al suspiro, la
melancolía y la pena. Negra pena, compañera de viaje de este ejército
nuestro... pues ver a un chino... ver a cincuenta millones de chinos... mil
millones de chinos... entusiasmarse ante un aparato de TV en el que se emite un
concurso en beneficio del español sin que aparezca el membrete del Instituto Cervantes o el logo del mísero Ministerio de turno... comprobar la importancia que allí, en
aquella tierra en la que nuestra huella es tan escasa si no inexistente, se da
al español sin subvención en contraposición a la persecución que arrecia aquí, en la Madre
Patria de la lengua de Nebrija, donde dar tres horas de clase a la semana en la
lengua de Quevedo es casi pecado mortal mayúsculo superlativo...
... no sé... ¿qué quieren que les diga?
Preguntados, los chinos, por el sentido de la idea,
responden con esa sencillez y lógica que siempre parece acompañar sus
acciones: vendel, melcado, lengua impoltante de negocio, en Amélica futulible, en
Sud-Amélica indiscutible.
La definición perfecta a la expresión "se le quedó cara
de tonto" es esta... la cara que se refleja ante mi espejo ahora, mientras
me miro. Negocio impoltante, dicen, mientras el gigante asiático posa sus ojos
y objetivos en el mercado sudamericano... hermano nuestro... el cual está
llamado a ser un importante puerto de flujo y reflujo de mercancía militar,
civil, tecnológica... cuya explotación bien podría activar la economía zombie que padece nuestro país, reforzando lazos y aprobando nuevos tratados bilaterales de cooperación y desarrollo. Pero no. Seguimos mirando a la "Uropa" del TEDH, las puyas con Gibraltar o la Leyenda Negra, desdeñando ese comercio por el que, incluso los enanos chinos, están dispuestos a apostar fuerte.
Comercio de ida y vuelta, con puerta giratoria de cientos de
millones de consumidores nativos, o asimilados, en lengua española de España... pues si el chino españolizado es bueno para vender, también lo será para comprar.
Pero nosotros estamos en otras cosas. En otros reality´s más
duchos en hacer hincapié en la excelencia, autocomplacencia, hedonismo e intelecto de nuestros conciudadanos,
hartos de tanto trabajo, tanto estudio, tanto sacrificio y esfuerzo de sol a
sol... cansados... derrotados tras una larga travesía por este valle de lágrimas
impuesto que es la Vida... deseosos de risas, cachondeo y otra de gambas, putas caras, musculitos metidos a gigoló y Gran Hermano en vena.
Sobretodo, en vena.
2 comentarios:
Al paso que vamos en que los indios del Paraguay hablan un español más culto que el de Castilla, si to millones de chinos (no suponen nada hablando en términos chinos) termina y terminarán hablando en español, está claro que las Academias de la Lengua se tendrán que instalar en Pekin.
Y aquí prosperarán las Academias del Euskera, del Catalán, del Aragonés o del Asturianés.
Exacto. Incluso para trabajar sirviendo cafés en la Renfe es necesario saberse alguna de las lenguas co-oficiales, así que... imagine...
Curioso el desprecio que tenemos por lo nuestro, y lo que nos seduce lo ajeno.
Quizá sea esa la causa de que la envidia sea el deporte nacional por excelencia.
Un saludo, Don Javier.
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