- ¡Sí!
¡Lo amo! ¡El mar es todo! Cubre las siete décimas partes del globo terrestre. Su
aliento es puro y sano. Es el inmenso desierto en el que el hombre no está
nunca solo, pues siente estremecerse la vida en torno suyo. El mar es el
vehículo de una sobrenatural y prodigiosa existencia; es movimiento y es amor,
es el infinito viviente… (…)… Fue por el mar por lo que comenzó el globo, y
quién sabe si no terminará por él. En el mar está la suprema tranquilidad. El mar
no pertenece a los déspotas. En su superficie pueden todavía ejercer sus
derechos inicuos, batirse, pelearse, devorarse, transportar a ella todos los
horrores terrestres… Pero a treinta pies de profundidad, su poder cesa su
influencia se apaga, su potencia desaparece. ¡Ah! ¡Viva usted, señor, en el
seno de los mares, viva en ellos! Solamente ahí está la independencia. ¡Ahí no
reconozco dueño ni señor! ¡Ahí yo soy libre!
Capitán Nemo. Veinte mil leguas de viaje submarino. Julio Verne. 1869
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