Nebulosa Ojo de Gato. Telescopio Espacial Hubble.
Hoy, Monos, se cumplen 26 años del
accidente del transbordador espacial Callenger… volatilizándose, en imparable
ascenso, toda su tripulación. A
saber: Francis “Dick” Scobee, Michael J. Smith, Ronald McNair, Ellison Onizuka,
Gregory Jarvis, Judith Resnik y Christa McAuliffe.
En un segundo, pasaron a ser polvo en un cosmos infinito.
En un abrir y cerrar de ojos, se convirtieron en
arrendatarios del más imponente e interminable nicho que haya podido imaginar
el hombre.
Yo, insignificante en la inmensidad, recuerdo perfectamente
aquella tarde. Es extraño pues no levantaba más de medio metro del suelo, pero
la recuerdo. La cuenta atrás, la ignición de los motores, la suelta del
anclaje… el adiós emocionado… el subir
empujado por aquel chorro inmenso de espeso humo blanco… el leve giro… la
extrañeza… la explosión…
… y el Silencio.
Porque allí, mis soldados, todo se torna Silencio.
Un silencio que te envuelve, que te embriaga, que te
alimenta… un silencio que te enseña, de forma fría y cruel, la soledad innata
en la que se encuentra el hombre. La excepcionalidad de su caso, de su
existencia…
Muchas veces... ¡quién no!... me he encontrado mirando, sin
motivo alguno, al cielo. Nuestra Luna y las formas que dibujan el relieve de su
superficie… su cara bobalicona de pan de kilo… pensando qué visión se tendrá
desde allí de nuestro planeta, de nuestra Tierra. ¿Se divisará el movimiento de
los miles de millones de hormiguitas que la pueblan? ¿Se intuirán los
problemas, los ajustados presupuestos llegado el último día del mes… las colas
de los parados? ¿Las bombas, los muertos… la sangre?
Muchas veces, soldados, me imaginé sentado en una silla
sobre esa tierra grisácea y polvorienta, rodeado de cordilleras que no son más
que cráteres de bombas meteóricas llovidas en un mundo sin atmósfera… sin aire…
cosa escasa en la negrura del espacio. Allí sentado, fumando un imposible
cigarro, recostado en el respaldo contemplando, atónito, un cielo diferente,
pero real.
Contemplando un cielo negro.
Me imaginé, también muchas veces, nadando estilo mariposa en
esa nada espacial… rodeando cometas, planetas, asteroides… acercándome al Sol
para sentir su calor, o no, y comprobar cómo es el fuego que quema sin chisporrotear…
sin hacer ruido, tímido… como si no quisiera delatar su posición… o,
simplemente, despertar a quienes duermen entre tan omnipotente tranquilidad.
Desde el porche del refugio de montaña, en el chiringuito de
la playa en el que disfruto de la barbacoa nocturna veraniega… o desde el
tejado de un siniestro edificio de la capital… muchas veces me he descubierto
mirando al cielo. Forzando la vista como si esta hubiera adquirido, por arte de
magia, las potentes lentes del telescopio espacial Hubble. Buscando nebulosas,
agujeros negros, enanas blancas… captando rayos cósmicos con mis mortales ojos
o contemplando, a lo lejos, el nacimiento de una estrella.
¿Habrá agua en Titán? ¿Se podrá, con la punta del dedo,
interferir en los anillos de Saturno? ¿Es tan azul Neptuno… tan… tan precioso? ¿Estará
triste Plutón, allá tan abandonado? ¿Qué hay al otro lado del Agujero Negro?
¿Existirá una Teoría M? ¿Existió un Big Bang? ¿Qué encendió la mecha?
Muchas veces me sorprendo mirando al infinito, con la mirada
perdida, saltando de un punto luminoso a otro… calculando la edad de esa luz
que, ahora, mis ojos ven limpia y pura. ¿Doscientos años luz? ¿Trescientos? Demasiado
Tiempo que, para nosotros también, no es nada.
Y floto, Monos… sumido en mis pensamientos, floto como si de
un turista veraniego se tratase… sobre mi colchoneta azul pitufo “Bienvenido a
la Costa Dorada”… mecido por la calma de un Universo que nada entiende de
Tiempo, ni de Espacio… ni de nada… Un Universo que, tan pronto te regala la
belleza suprema de una Aurora Boreal como te envía un presente en forma de
meteorito exterminador.
Muchas veces, Monos, me sorprendí mirando al infinito. Y mi
imaginación es poderosa, amigos. Mucho. Me veía atravesando cinturones de asteroides…
o aterrizando sobre planetas salvajes que dejarían en un juego de niños el
diseño de Avatar… Nuevos territorios por colonizar… nuevas fuentes en las que
beber… vivir… amar… Pero, ¡hay, poderosa mente!... mayor es mi amor por la
realidad… y la realidad me dice que, allí arriba, entre el Silencio, la Nada y
el Frío, el único combustible que mueve los hilos, es la Fe.
La Ciencia, llegado un punto, es mera cuestión de Fe.
Hoy, 26 años después del fatal accidente, quizá todavía no
hemos aprendido la lección… dura y cruel… pero real. Nuestro sitio, Monos, es nuestro
planeta. Nada más hay y nada más habrá. Somos demasiado simples para encajar
entre tanta belleza.
Nuestro Gran Viaje… nuestro trayecto a bordo del transbordador…
será el último. Un pasaje que
transformará estos sacos de carne y hueso en brillantes estrellas de un
Universo infinito.
Es, también, cuestión de Fe.
26 comentarios:
Caramba Herep, ¡qué envidia!. No sé cuánto hace que no miro al cielo así. No sé cuánto hará de mi último viaje imaginario o de mis juegos de imaginación. Me has descubierto esa tara que no reconocía en mí. Ya no imagino, en ese sentido ya no.
Bueno, 'imagino' que será solo cuestión de ponerse. Voy a ver.
Saludos
Confieso, amigo Herep, que más de una vez, en las noches de verano, observé el cielo estrellado; pero faltaría a la verdad, si dijese ahora que la imaginación me llevó, en tales ocasiones, a través de un viaje de largo recorrido parecido al tuyo. ¡Poderosa imaginación!
Un cordial abrazo.
Aquello me impresionó muchísimo.
Siempre me ha gustado estudiar los planetas y me gusta el género de la ciencia-ficción bien hecho y bien escrito.
Estamos en una coyuntura temporal de falta de presupuesto, pero creo que llegaremos muy lejos, porque es una cualidad humana el ir más allá, explorar y conocer, es lo que nos ha traído hasta aquí y nos convierte en la "especie elegida".
Bonita entrada Herep, así que eras un renacuajo cuando aquello, jejej. Mirar al cielo por la noches es difícil en algunos sitios. Recuerdo cuando yo también era un chiquilin y fui por primera vez a Extremadura. Dios que cielo estrellado por las noches, sin gota de contaminación lumínica, en medio del monte. Asombroso, rara era la noche que no veías dos o tres estrellas fugaces, esas si que viajan.
Saluditos y mejórate del trancazo, ya sabes carajillos y mantita.
Es que yo cuando miro las estrella.me siento tan modesto que me digo.Cual es el misterio de todo esto que esta ahi arriba.Desde luego la Astronomia es algo tan dificil de interpretar.Que solo te queda mirar el Cielo y dar las gracias por ser humano.un saludo.Creo que me he enrrollado un poco.
Huy, Ocón... pues yo miro mucho al cielo... esperando que venga un OVNI y me saque de esta olla a presión en la que vivimos.
En serio, todos tenemos imaginación, amigo. Es cuestión de ejercitarla un poco pensando que, todo lo que nos rodea, podría ser mejor.
Un abrazo.
Seguro que no andas escaso de imaginación, Tío Chinto. En tus escritos referentes a la vida y obra de Tekito, no te falta.
Un saludo y que pases un buen Domingo.
Maribeluca,
Yo siento fascinación por los reportajes sobre el Universo y todos sus misterios, amén de ser fan de la ciencia-ficción...
... pero no creo que la Humanidad esté destinada a cruzar tales fronteras.
Un abrazo.
Buenas Zorrete,
Un moco, sí... no levantaba un palmo del suelo...
Aquí, donde vivo, la contaminación lumínica también nos frustra muchas noches espectaculares, pero existe un rinconcito en el que ni un foco de discoteca podría evadirnos de nuestra divina panorámica.
Son noches preciosas, sí... donde se nos muestra lo insignificantes que somos y, a la vez, el poder que tenemos.
Un abrazo, figura.
Me encanta la entrada Herep, pero no pienso lo mismo. Creo que el límite del ser humano no está en las estrellas y que la ciencia puede haer que cosas que ahora vemos como imposibles, puedan realizarse.
La cosa fué impresionante, pero por lo insólito, los que murieron en el transbordador "no son nada" en comparación con los que mueren todos los días en la tierra en otro tipo de circunstancias. El ser humano ha nacido para desafiar al Cosmos y nada está roto con la idea de Dios, puesto que él nos hizo así.
El Misterio del Universo se comprende mediante la Fe, amigo Agustín. Uno puede creer en las teorías físicas de la no-materia al igual que se puede creer en la existencia de Dios.
Es el sentido de la vida, al fin y al cabo.
Un abrazo y tranquilo, no te enrollaste nada.
NOTA. El cielo, allá en Nueva Zelanda, debe ser espectacular... como la tierra.
Me alegra que te gustara la entrada, Candela... pero no tenemos el mismo punto de vista.
No creo que el hombre abandone jamás nuestro planeta. Pisar la Luna fue "el gran paso de la Humanidad", pero fue el último.
El ser humano, tal y como yo lo entiendo, es más proclive a la destrucción que a la creación.
Por un arquitecto que crea, existen dos dinamiteros que destruyen.
La conversación daría para mucho, pero entiendo y envidio tu punto de vista. Ojalá tengas razón y me equivoque aunque, sinceramente, creo que ni tu ni yo veremos nada parecido.
Y no pretendo llamarnos viejos, eh!
Un abrazo fuerte y feliz Domingo.
Yo la verdad es que sólo miro al cielo para ver si llueve. Porque estamos otra vez en periodo de sequía y cómo tu dices, los problemas reales que nos afectan cómos eres humanos, están aquí, sobre la faz de la tierra y no lejos, en la constelación de Campuchín.
Es bonito mirar al cielo, relajarse y reflexionar... hasta que te acuerdas de la hipoteca y de que si no la pagas va a venir el banco a metertela tan hondo que esa v ez si, y aunque sea a plena luz del día, te vas a extasiar viendo estrellas.
Un saludazo.
¡Jo!, ¡Que pedazo de viaje imaginario te has marcado! ¿Con esa imaginación dudas de que el hombre no viaje mas allá de las estrellas?
En serio, pienso igual que Candela, la raza humana solo tiene el limite de ella misma, y si no nos autodestruimos antes, que pudiera ser, creo que llegará a lugares jamas soñados. Otra cosa sera lo que podamos hacer en ellos, somos un poco estúpidos y engreídos, y deseamos cambiarlo todo como si estuviésemos en poder de la verdad.
Un abrazo Herep.
De aquella, impresionó mucho ese suceso. El motivo quizás haya que buscarlo en la expectación que había por aquella misión espacial.
Pero analizándolo fríamente, vemos que se trata de un accidente, lamentable como todos los accidentes, pero que siempre es posible y las víctimas lo sabían.
Para mí son más graves otras muertes, más numerosas, que no buscan ningún riesgo, y la maldad de otros, acaba con sus vidas.
Un abrazo
lo del challenger es algo que tengo grabado en la retina, y eso que apenas tenía 6 años
recuerdo que yo quería ser astronauta, como tantos niños, y me quedé de piedra al ver aquellas imágenes
supongo que en aquel momento comencé a ser un poquito del contable que soy hoy en día
saludos
Raul
Hermano Herep, Del Cielo, Nos Cae Todo...
Lo Bueno y lo Malo.Siempre Dije, que La VIDA tal como la Entendemos, uvo un Origen Verdaderamente EXTRATERRESTRE.
Una Bonita "Interacción-Reacción", Como se Dice Ahora, de unas Condiciones Previas, Más un "Castañazo Fecundador"...
Y Así Creo que Va Todo.
Me Encantan tus Entradas. sabes Combinar la más Dura Realidad, con el Justo Toque Poético...
¡Eres un Verdadero Zaratustra!
POr Cierto que No Salió mi Comentario a Tu entrada Anterior .
Un Gran ABrazo
Un Brindis por el DESTINO y la FE
y
¡¡RIAU RIAU!!
Yo también lo vi en directo, en la primera, vine corriendo del cole porque mis hermanos por la mañana me dijeron que se iba a televisar, inocente e ingenuo de mi, tras la explosión, estaba extrañado, pensando que todo ese fuego era parte del despegue.
Una forma muy lírica la tuya de contarlo.
Saludos.
Una entrada preciosa,Herep.
De pequeña recuerdo quedarme mirando el cielo estrellado e imaginar viajes interestelares, entre galaxias y planetas.
Un beso.
Jajaja... muy bueno el comentario, CS.
Tienes razón. Los problemas están aquí, alrededor nuestro. Esos son los viajes alucinantes que tenemos que emprender cada día, al son del despertador.
Hipoteca, trabajo, familia, sequía...
¡qué lejos queda Orión y su cinturón de agujeros negros!
Pero, a veces, mirar al cielo evita que acabemos perdiéndonos aquí, en el suelo.
Un abrazo fuerte.
Eso es lo que creo que sucederá, Casasreales... nosotros mismos acabaremos con lo que tanto y tanto nos costó construir.
¿Límites? Para mí sí los hay, aunque el pensar lo contrario es un bien precioso que todos tenemos.
Además, imagínate qué de bueno podemos llevar "allí fuera" con la de porquería que tenemos "aquí dentro".
Pero, como decía en la entrada, es todo cuestión de Fe.
Un abrazo fuerte para vos.
Por supuesto, José Luís.
Las vidas de los astronautas implican un riesgo... y ellos saben a qué se arriesgan.
Hay muchas... miles de muertes más importantes y que pasan desapercibidas... o, lo que es peor, se entienden como "normales", cuando son autenticas aberraciones.
Estoy contigo en eso.
Un abrazo fuerte.
De astronauta a contable... sí señor.
Me suena bastante ese cambio, amigo Raúl.
Sabes una cosa, nosotros, de niños, queríamos ser astronautas o profesoras (las féminas)... ahora, entre futbolistas y verduleras (televisivas) anda el juego.
Cualquier tiempo pasado fue mejor.
Un abrazo y felices balances.
Me alegra que te gusten las entradas, hermano Old... más viniendo de una pluma como la tuya.
Yo no creo en la vida Extraterrestre tal y como nos pintan en las películas de ciencia-ficción.
Me da la impresión que, en el Universo, estamos más solos que la una.
Y espero estar en lo cierto porque, si algún día me encontrase con E.T., no sabría muy bien como reaccionar. Quizá creería que estoy ante una rata venida a más.
El comentario de la entrada anterior no lo tengo ni como Spam. Supongo que sería crítico pero, si tienes un segundo, estaré encantado en leerlo.
Un enorme abrazo y esperemos que Asmodeo no venga disfrazado de alien... por su propio bien.
Un brindis, maestro. ¡Riau!¡Riau!
Recuerdo que pregunté: ¿Qué pasó? ¿Es normal esa bola enorme de humo?
Nadie me contestó, Epiro... pero, instantáneamente imaginé a los astronautas flotando en el espacio.
Supongo que todavía deben estar de paseo por esa Nada tan grande.
Una bonita tumba a la que llevar flores.
Un abrazo, kamarada.
Todos hemos mirado alguna vez al cielo imaginando que un OVNI nos viene a buscar y nos enseña esas acuarelas que nos traen los telescopios espaciales.
Sería precioso estar delante de la nebulosa "Ojo de gato" y contemplar el espectáculo.
Un abrazo, Natalia.
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