Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

12 nov 2017

Partidas


Ayer murió Chiquito de la Calzada. Por la Red proliferan los homenajes y las palabras más o menos sentidas hacia su persona, vida y obra, por lo que no me extenderé mucho embruteciendo los elogios que otros versarán mucho mejor que yo hacia uno de los grandes del humos español (quizá el último, que ahora mismo recuerde), y seguiré dedicando la mañana de domingo -a este ritmo, también la tarde y la noche- a devanarme los sesos recontando uno a uno los setencientos-cincuenta-mil-trillones de manifas que ayer alumbraron la rúe de la Ciudad Condal emulando la trágica tumba de las luciernagas takahaetense.
Sólo quería dejar escrito, negro sobre blanco, el recuerdo y la reflexión que siempre acuden a mi cabeza (seguirán haciéndolo, sin duda) cuando aparecía su nombre en los dominicales de la prensa escrita, algún refrito televisivo rescataba la memorable actuación del sábado noche de comedia o al verlo en la multitud de coñas, fotomontajes o videos animados en los que se saca partido de su método.
El recuerdo, de los años mozos, siendo estudiante en colegio fetén, de escrupulosa religiosidad catalanista de cántico y fe ciega al molt-honorable-papa-barretinado, viene representado por la pedantería que exhalaban todos y cada uno de los poros de la piel del claustro de profesores cuando los alumnos díscolos hacían uso de las coletillas popularizadas por Chiquito. El fristro duodenal, el caballo que viene de bonanza, el gato-negro-gato-blanco, la guarrerida española... gritadas a los cuatro vientos en horario lectivo, tomaban la forma de la negra parca para los arquitectos de la elitista conciencia nacional del pancatalanismo fascistoide de siempre. Reprimendas, vulgaridades, amenazas... en una palabra, supremacismo cultural.
La reflexión, sencilla y amable, al pensar que él... Chiquito... jamás tuvo que ensuciarse de sectarismo, manipulación políticamente correcta o mamporrera desvergüenza al uso tal y como hacen hoy los presuntuosos payasos que pretenden ocupar la vacante que deja su adiós. Sin putas-españas, sin cunetas ni momias de viejos regímenes, sin sumisión nauseabunda ante el poderoso... sin falsas dictaduras hacedoras de presos políticos y... oh, Chiquito... con hambre, mucha hambre. Esa hambre que pasaron nuestros mayores y cuyo significado pisotean hoy nuestros modernillos de mierda aferrados a la ubre del estado del bienestar.
Descansa en paz, Chiquito.
Hasta luego, Lucas.

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