Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

13 oct 2017

Ficciones



Como bien refleja la película, era viernes trece la noche de la matanza.
El nombre del camping es falso... ya sabéis: rollos de protecciones de datos y privacidades extrañas. Era primavera, eso también es cierto, y los jóvenes que hacían de monitores están bien reflejados por los actores, con sus fiestas, borracheras, fanfarronería y cascadas de vicio a mansalva. La muchachada de colonias que tenían a su cuidado -también en esto es fiel la película- andaba despendolada a su suerte, correteando a lo largo de la línea, aunque no murió ninguno... o murieron todos...¡qué más da! Viene a ser lo mismo para la historia.
La mancha humana es eterna secundaria en el juego del dios menor.
El mortífero criminal que fue descuartizando los cuerpos de los espantapájaros, por mucho que se repita en la tupida bibliografía que trata el episodio, no estaba sediento de venganza. Hablan de falta de cariño, de desatención, expolio peuniario, opresión cultural, algún síntoma psicótico y un millón de falacias más, pero la causa primigenia que lo llevó a empuñar la estaca fue la maldad... esa perra vieja que, a fuerza de ser negada durante la Era Lennonista que tan bien se refleja en el celuloide, acabó apoderándose de los pobres de espíritu hasta darles, esta noche negra, el devastador machetazo final .
¡Cómo corría el querubín que se hizo a las gemelas! De nada le sirvieron sus buenas palabras, esa labia embriagadora, la disposición al diálogo. Tampoco a la que amenizaba el guateque dándole a la guitarra, cantando siempre rollos de partisanos y resistencias gloriosas de varios siglos atrás. Sus pulmones bebieron medio lago, ahogada, como el cocinero del chiringuito -¡ese hipócrita demagogo!- que, junto al director, eran los adultos encargados de regir el establecimiento. Albergue público, por otra parte. Con licencia núm. C3PO del ministerio. Otra de las curiosas distracciones de la película quizá con la intención de evitar ciertas responsabilidades.
Ni a jóvenes ni a adultos, fieles e infieles, altos o bajos, de nada sirvieron los ridículos intentos de defensa. Los nudos de sus brazos se habían visto corroídos por el óxido de la desidia, sus mentes divagaban en la atrofia, el músculo que su posición les otorgaba... el uso legítimo de la fuerza... el imperio de la Ley...
... no fue más que humo, éter contra la embestida de la deslealtad antigua y la traición manifiesta.
El criminal, el Mal con cada una de sus siete cabezas, arrasó con todo.
Era un viernes trece, aunque tampoco eso es importante.

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