Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

30 oct 2017

Cincuenta y dos días


Esta noche ha reinado la calma en el Cuartel General del Ejército de los 12 Monos.
El sosiego. La paz. Los sueños dulces.
Ayer fue un gran día en la Ciudad Condal. Ya desde primera hora, desvaneciendo la bruma del nihilismo identitario que se ha ido inoculando durante largo tiempo en la sociedad española -más en las regiones bajo el embrujo del totalitarismo nacionalista-, multitud de hombres y mujeres y niños y ancianos hicieron acto de presencia en una de las largas avenidas de la ciudad, codo con codo, para reafirmarse como españoles en tierra hostil. Sin miedo la bandera en los balcones, compartiendo cadenas de mensajería en las redes sociales... por doquier la rojigualda honorable, por doquier la senyera abandonada... chicos que gritan en las calles, piden justicia, piden orden, claman por España. Muchos atestan las calles. Hoy aquí, ayer en la villa de Escipión el africano, mañana en cualquier parte. Se oyen discursos a lo lejos, pero el Sol calienta el rostro, los ojos no saben dónde posarse y la dicha es plena.
Dice Ernesto que hay que ir todos a una. Hacer nuestra la fuerza que se insufló ayer. Ahora o nunca.
Dice bien. Existe la posibilidad, como una aguja en un pajar, de poner remedio a uno de los sietes que desangran la Nación -el separatismo barretinado- y no sería justo que quienes la defendemos dejáramos pasar la ocasión de asestar el golpe definitivo. Sin siglas, fusionando lemas, apartando prejuicios, hasta conseguir que la gran mentira que ha podrido las entendederas de cierto número de catalanes quede como lo que es: neolengua de neotiranía.
Porque no es otra cosa lo que se impondrá en este terruño si las hienas de la revolución de las sonrisas se alzan con la victoria en este juego de enredos que no lo son tanto. Contaminados por la banalidad de la época, los hay que toman por chiquilladas las amenazas de los racialistas, se ríen de unos agravios que toman como burlas un programa de entretenimiento televisivo o giran la cabeza hacia otro lado, pobres de espíritu, al tropezarse con una de las muchas injusticias que sufren todos los contrarios al candor identitario que se ha ido construyendo de la nada en esta tierra enferma. Es el sentir maligno del nacionalismo, enraizado en el odio hacia un otro imaginario y culpable, agravado por peculiaridades dignas de los devotos del psicoanálisis, Karamazof para iniciados: cómo, a pesar de los sinsabores, las falsedades al descubierto, las decepciones, el fraude tangible y palpable por parte de unos padres políticos a los que se entregó una ensoñación veraniega, la ilusión de Ítaca, y que ha sido revolcada en el estiércol de los burros, sigue la fe ciega anidada en las entrañas de la mancha humana que devora con ansia la infamia que la mantiene con vida...
... vida para nada humana... más y más mancha, toda ella sierva... todo tribu.
Como decía, ayer fue un buen día, y esta ha sido una noche descansada.
Por delante, cincuenta y dos días para desenmascarar a la Bestia y henchir de valor la Verdad.
Ojalá, pronto, todas las noches sean como la de ayer.

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