Pasó desapercibido -estas cosas no son plato de buen gusto
para la generación mejor preparada de nuestra historia- un último acto de los más
ilustres creadores culturales destepaís de cuyo nombre, curiosamente, no
quieren acordarse a pesar de ser el mecenas de sus tenderetes. Sin jueces empurando a librepensantes, titiriteros blanqueando
sepulcros y demás graciosas sentencias moralistas impresas en paquetes de
cereales, no hay posibilidades de abrir el telediario de la noche.
Sin embargo, gracias al buen hacer del SI de esta milicia
simiesca y su abnegado trabajo en la hemeroteca del sótano, elaboro este informe, escueto: de las formas ya dijeren, del sentido
pronto he de acabar... -¡bendito sea lo escueto del seso que gasta la
intelectualidad que brotó tras siglos y siglos y siglos y siglos de páramo
cultural español!-... e, incluso, he sopesado la idea de no escribir nada e invitaros
a la sesión golfa de esta noche en la Sala X, donde pasaban el combate
Pablemos-Escohotano...
... pero el hideputa toca la ópera, toca a Carmen, la
jamelga de los sueños húmedos, y ahí sí que no.
Faquir Calixto, a las diez en el molino rojo, presenta esta
democratización de la obra maestra de Bizzet; y la gitana, en el hoy modernillo (de mierda), es una
empoderada voluntaria en una oenegé que hace de pantalla a la mafia venida en
patera; los soldados son cabestros legionarios follacabras fascistas; los curas posturean metanfeta a los niños imberbes, y, con
la enseña nacional -esta sí, rojigualda-, algún tío-lila ha de limpiarse, mirando al alucinado público, la
lefa que le chorrea pantorrilla abajo en pleno apogeo de orgasmos democráticos.
Todo en tres actos, a cada cual más abyecto. La inmortal música
mancillada por la ideología frentepopulista y su jodida revolución pendiente. La belleza profanada por la
esponja menstrual de la cheka de Bellas Artes.
La democracia de la tribu asaltó el gran Teatro, y, entre
bambalinas, el faquir tragasables se frota sus hidratadas manos aguardando el aplauso del público galo...
¡mon dieu, le France!... que hasta allí se fue el vellaco en busca del aplauso
republicano de quienes su estulticia marxista idealiza como hijos de la
revolución buena, la de la guillotina, quizá, mañana, aquí, en esta tierra sin nombre... pero eléctrica... modernizada...
como la puta mierda de kultura basura que redistribuyen, equitativamente y a todo hijo de obrero, esta gentuza miserable de vanguardia.
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