La autobusera Cifu ha resultado vencedora del referéndum y,
con el ochenta y muchos por ciento de votos, suyo será el trayecto de Nuevos
Ministerios.
Su autobús eléctrico de arcoiris, con sus vinilos tintados ilustrando de socialdemocracia mundialista los ventanales y una torre de enormes
bafles retumbando un popurrí de música lennonista y refritos libertarios en
rima asonante, ha contrarrestado los 1.095 votos de su contrincante, el
autobusero de la ruta de extrarradio, con la friolera de 6.944 apoyos.
La autobusera Cifu, con los votos de sus viajeros, ha tenido
más que suficiente: su camada, de abonos numerados y vitalicios, ha cambiado el
ir de un café a una pizzería por un fastuoso paseo desde el cruasán del Palace hasta
el blanco mantel de un siete estrellas Comunidadín. La vía muerta, por la
neutra. Nada más se pedía que votar por ella, la autobusera Cifu, azote de la
guagua clandestina sea científica seria o incitadora del odio transversal; la
prole saciada no lo ha dudado un instante, e incluso se diría que, mientras
surcaban la carretera, al unísono se escuchaba cantar el "para ser
conductor de primera, acelera, acelera".
Gran victoria, la palabra del ciudadano habló y la pléyade dando
saliva en las tertulias...
... aunque un resultado así, en una empresa que se
vanagloria en sus anuncios en la prensa de tener un porrón de afiliados y
simpatizantes, es un gatillazo nivel ingreso en el seminario, por no mencionar
la importancia de la ruta en disputa, granero de fidelidades, compromisos y
ojito derecho de los mandamases de los despachos de la última planta.
Pero no desesperéis, esta es la auténtica democracia en América...
perdón, Alexis... ¡en Chirigota Española, s.l!, edén de mayorías, júbilo
de minorías, gozo de la estadística... donde los unos visten ropajes invisibles
tejidos sobre la desidia de una inmensa mayoría que no se ve representada por la
náusea que se refleja en el espejo, y los otros, en nombre de una imaginaria
voluntad de un pueblo imaginario que quiere arrancarse las imaginarias cadenas
que, imaginariamente, cortan sus alas impidiéndole volar libre, violan las
Leyes Viejas arguyendo promesas de dioses menores y diezmos modernos, que no
son otra cosa la corrupción institucionalizada de los señoritos nuestros, de
usos y costumbres tan arraigadas e impúdicas, a una regañina el desacato y un
"no te ajunto" la alta traición.
La democracia en América, Alexis... sí... no te rías,
hideputa.
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