... y eso, creo, era lo principal, esa sensación de victoria inestable sobe las fuerzas del Mal y de lo Viejo. No en una forma mezquina o militar; no necesitábamos eso. Nuestra energía simplemente prevalecería. No tenía sentido pelear, de nuestro lado o del de ellos. Teníamos todo el impulso; estábamos montados en la cresta de una ola alta y hermosa... Y ahora, menos de cinco años después, puedes subir a la cima de una colina empinada en Las Vegas y mirar hacia el Oeste, y si sabes mirar con los ojos adecuados, casi podrás ver el punto hasta donde llegó el agua, ese lugar en el que la ofa finalmente rompió y empezó a retroceder...
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Enciéndanse los pitillos, señores, que el espectáculo está a punto de empezar.
Sentados en mecedoras sobre el tejado, mis doce, vamos a disfrutar el ansiado final de la anti-historia.
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