Los dos principales enemigos de la sociedad libre o de la libre empresa son los intelectuales, por un lado, y los hombres de negocios por el otro, y por motivos opuestos. Todo intelectual cree en la libertad para si mismo, pero se opone a la libertad de los demás. Cree que debería de haber una oficina de planificación central que establezca las prioridades sociales. El empresario es justo lo contrario. Todo empresario está a favor de la libertad de todos los demás, pero cuando se trata de él la cuestión cambia. Él es siempre el caso especial. Él debería tener privilegios específicos del Gobierno: una aduana, esto, aquello...
Milton Friedman, a los diez años de criar malvas, sigue sonando actual.
Hay cosas que nunca cambian.
2 comentarios:
Cuánta razón...
Eso mismo sigue sucediendo, sí.
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