A primera hora de la tarde empezó a percibirse algo
extraordinario. Los primeros que lo notaron fueron los que entraban a cada
momento en la gran cámara, pero guardaron silencio, pues ningún se atrevía a
participar su preocupación a los otros. A eso de las tres, el hecho fue tan
evidente, que la noticia corrió por la ermita y se extendió por todo el
monasterio, sorprendiendo a la comunidad entera.
Pronto llegó a la ciudad, causando honda impresión a
creyentes e incrédulos. Éstos se alegraron, y algunos de los creyentes se
regocijaron más todavía, pues «la caída y afrenta del justo suele producir
satisfacción», como había dicho el difunto en una de sus lecciones.
Lo sucedido fue que del ataúd empezó a salir un olor
nauseabundo y cada vez más insoportable. Sería inútil buscar en los anales de
nuestro monasterio un escándalo semejante al que se produjo entre los mismos
religiosos cuando el hecho se comprobó y que en modo alguno se habría producido
en otras circunstancias.
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Así pues, el juicio de Dios no coincide con el de los
hombres.
Los hermanos Karamazof, de F. Dostoyevski
En los velatorios, más si el cuerpo está revestido de un
halo de gloria, siempre acude a mi mente la imagen de Zósimo, el starets de
Aliosha.
No tendrá la misma chanza que la anécdota del día, pésima
también, que viene al caso del frustrado viajecito del hacedor de paces -Otegi-
a una fúnebre Cuba -hoy la peste a muerto es insufrible- debido a la
prohibición useña de que sobrevuele sus propiedades.
Por pertenecer a una panda de terroristas.
Ahí es nada.
Cosa seria, no como en el reino de reinos de la vieja piel
de toro, donde siempre hay un pelele que eche polvos de talco en el culito
irritado de la audiencia para, apaciguado el agravio y blanqueado el tiro en la
nuca y la bomba lapa al paso del furgón policial, la hediondez del terrorismo
deje de atosigar el placentero sueño del español modernillo de mierda, ése para
el que la ETA lucha por la "democracia", Fidel es un
"héroe" a imitar y Occidente -nosotros con nuestras leyes burguesas-
es culpable de las atrocidades habidas y por haber, como una plaga que arrasa
las cosechas siempre verdes de la Pachamama al rico jugo de LSD.
¡Pobre meón, La Habana no será una fiesta!
Por culpa de los malditos imperialistas no rememoraréis in
situ esas jornadas hermanados en el titadyne, las ejecuciones de fin de semana
en la vieja cabaña... echar la vista atrás y pensar en los años pasados, en el
viejo sueño revolucionario de los sesenta, la camaradería de tantos y tantos
terroristas acunados a la sombra del Padrecito de los Pueblos, que a todos os
hermana...
Maldita legalidad...
¡Fascista!
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