Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

2 oct 2016

Indiadas


Domingo, 2 de octubre del 2016.
Son las doce del mediodía y, ¡oh, sorpresa!, llevo despierto alrededor de cinco horas. Demasiado tiempo que, eso sí, ha valido para tomar tres cafés cargados, poner una lavadora, tender la ropa, planchar y hacer uno de los baños, mampara incluida. Auriculares de esponja naranja en los oídos, pantalón cómodo y paciencia de amo de casa moderno.
¿Dónde quedaron los tiempos en los que veíamos amanecer?, me podríais preguntar buscando humillación, pero no ofende quien quiere, sino quien puede, y en esta ocasión, siento contrariaros, no hay vergüenza ni deshonra.
Anoche salí. Bastaron cuatro mensajes vía telefonía para, ahora con pantalón tejano, chancletas y camiseta con mensaje subliminal, saltar a la calle en busca del arca perdida. A buen ritmo fueron cayendo las birras, de modo acelerado los cigarrillos, ¿el desprecio de las féminas? Bien, gracias.
Girando una esquina, sin embargo, la compañía de la inmadurez desfasada se dio de bruces con una enorme aglomeración que, frente a las puertas del templo maldito, gritaba y sollozaba alentando a la estulticia suprema de la calle Ferraz a "ser fuerte". Ataviados con pancartas, banderas, megáfonos y lo último en nanotecnología celular, proclamaban consignas, lanzaban improperios a los alienados y escenificaban extraños rituales de santería laica progresista. Miraras donde miraras se perdía la percepción de quién era santurrón, beato, paseante o simple repartidor de pizzas. Todo eran lágrimas, hombres y mujeres y neutralidades arrancándose los matojos de pelo a puñados, cabezazos contra las paredes, una momia de los años treinta desenterrada y un sufrido empleado entregado a la causa vendiendo boletos para sortear un jamón saqueado al maldito Ibex35 y con cuya recaudación se pretende dar una paga a los pobres huerfanitos del socialismo español.
¡Qué mal cuerpo se me puso, Monos!
Quiero achacar mi indisposición al espectáculo vivido durante la última cruzada nocturna, al hecho de haber comprobado con mis propios ojos la sumisión de tantos y tantas y tantus al Poder inmisericorde y nauseabundo de la política, la claudicación frente al mensaje falsario de los mangutas de los cien años de honradez (y cuarenta de vacaciones), los hijos bastardos de la LOGSE de la tergiversación histórica y la baba... muy mala baba... del invertebrado que se arrastra en busca de su tesoro: la paguita, la subvención, larga vida al dios menor de la redistribución de la miseria.
De no ser esa la causa, de ser debida mi pronta huida nocturna a los efluvios de la cerveza fría o al hastío de la larga noche vestida de minifalda y tacón de aguja, el mero hecho de imaginar más domingos de tareas domésticas borracho de café y zumo de naranja hace que la vida se convierta en un misterio mucho más inexpugnable de lo que jamás creí posible soportar.

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