Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

5 sept 2016

El vacío


Una mañana de domingo, a la hora del vermú, acudí a una manifestación.
De aquello hace mucho, pero recuerdo el día gris, desapacible, húmedo. El cielo de la vieja Tarraco lloraba, y sus lágrimas, caídas sobre mi cabeza desnuda, azuzaban el martilleo de la resaca de una madrugada demasiado larga.  
El recuerdo es vivo: fue la única manifestación a la que acudí.
Ninguna de las personas que me rodeaban formaba parte de la compañía con la que habría deseado despertar. Yo era apenas un crío, un pipiolo.... también hoy, también siendo un mono... escaso de criterio, desnortado, pero un domingo por la mañana acudí a una manifestación bajo la lluvia, y sentí que el baldosín que ocupaban mis pies era un buen lugar.
Un familiar, una chica con la que desayuné y compartí películas y jugué en la playa, y conocí y reí, había desaparecido sin dejar rastro.
El argumento hubiera hecho las delicias de cualquier guionista acusado del síndrome del agobio: novios a la fuga, amistades peligrosas, un par de verdades disfrazadas, la brigada de policía científica redactando bibliotecas de informes y el castizo halo de mentira envolviendo la escena del crimen. Interrogatorios y pruebas falsas, forenses y abogados, espera, desesperanza y angustia de una familia que aguarda, que busca, que empapela los mostradores de las gasolineras, las páginas pares de las rotativas a las que puede alcanzar el suelo de una familia trabajadora, la emisora radiofónica local que da voz a los desaparecidos de segunda clase.
Su abuelo, mi tío, siempre llevó en su pecho la pena.
Murió con ella.
Mueren demasiadas cosas con la venida última.
Mueren más vidas.
La chica del reír peculiar no ha aparecido. El caso sigue siendo un misterio, o, al menos, ninguna noticia nueva a cruzado los gruesos muros del Cuartel General en el que nos recluimos, misántropos. La vida es una bolsa vacía mecida por el viento... no sé si la madre habrá podido dar sepultura al cuerpo de su hija, desconozco en qué habrán quedado las pericias del los sabuesos, los requiebros de los abogados, la mentira infinita, la tribulación que anidó en los corazones de tan pocos...
... pero yo estuve allí, de pie, en silencio, rodeado de extraños la mañana de un desapacible domingo, rezando por la que fue prima, y esa fue la mejor manifestación a la que he acudido en toda mi vida.

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Todo son noticias de la joven Diana Quer.
Ojalá tenga mejor suerte.

1 comentario:

Lin Fernández dijo...

Brillante exposicion sobre tu experiencia en una singular manifestacion,que marco algo de tu vida.Saludos,