Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

13 sept 2016

El café de la calle Estanislao

A las ocho y media en el Vorágine de la calle Estanislao Figueras...
y, a las ocho y media en punto, servidor pedía un café largo con hielo mientras esperaba la llegada de Merche, la desconocida con quien había establecido contacto vía teléfono móvil, aplicación escarceos despreocupados, s.a. Aunque el corazón evoque piedra, el cuerpo todavía es carne: la misoginia crece desde dentro, como un tumor, y en su lento avanzar hacia la explosión postrera, contrariando el orden ascético, el sexo queda al final de la cola de los ingredientes a olvidar. Cuando no sobreviva nada, tampoco mujeres, será buen momento para reflexionar acerca del vuelo sin motor, pero mientras tanto...  Tres chistes y un par de vaciles suelen ser suficientes para establecer contacto, y, si acompaña la suerte y el tiempo, posibilidad de entrada en órbita y alunizaje.
Esperaba sentado en la terraza cuando, imbécil, he ligado el terror a un mundo sembrado de nabos con ése que tiene nombre propio en la ciudad y que, desconocido presidente de la I República, salió huyendo a la carrera rumbo a la frontera más próxima. Algunos, en el despacho de tan ilustrísimo hijo del viento, creyeron que la airada reacción con la que se levantó de su poltrona era debida a un café demasiado caliente derramado en la entrepierna, pero no, Monos, no: era la apatía, la desgana, el disgusto y la rabieta provocada por los hombres anárquicos que pueblan la tierras de España. La cerrazón de las élites ofuscadas en su egoísmo, la superstición de los hijos hacia dorados becerros, y, entre los hunos y los hotros de Unamuno, la bestia danzando, danzando y riendo... danzando, riendo y amortajándonos.
Como también huyeron los estanislaos durante la II República -esta sí más recordada, como es lógico: hubieron más danzas, más risas, multitud de mortajas-, cuando unas municipales los pusieron en la frontera al volante del bólido del tatarabuelo del bourbon actual. El pistoletazo de salida, esta vez, no duró meses sino años, con etapas intermedias, cronometradas y especiales: el puerto de primera de la revolución de octubre, la crono del gobierno cedista, los fuertes repechos del febrero frentepopulista...
O antes, en tiempos del felón tatatataratatabuelo y su corte de afrancesados súbditos del extranjero, cualquiera que sea su nombre, siempre presto a vilipendiar la obra de España, a ultrajarla, a negarla y discutirla soterrándola bajo una nube de improperios e insultos. Analfabeta, reaccionaria, oscura y ocultista, enemiga de la razón, primitiva y tiránica.
Emponzoñado el espíritu con el veneno de tan grande monstruo arácnido, huían y huyen los miles de estanislaos que han hecho fortuna a la sombra de la ubre, firme ubre, ubre poderosa.
Las 20:05h. Una moza se acerca, sonríe, retira una silla.
- ¿Eres... ?
Lo soy, dos besos y empieza a charlar algo nerviosa.
Me cuenta historias de sus años en la... y yo sigo pensando en las mismas ubres y las mismas huidas. En la triste maldición que recae sobre el paraíso que es nuestra tierra. Sus cobardías, sus envidias, la traición y la vileza, abono fértil para la mentira y la tergiversación sectaria, la nación discutida y discutible que no existió jamás en la Tierra Media pródigos en reinos catalanes y vascos y gallegos y canarios y castellanos y turolenses... ¡Teruel existe!... donde reinaba la democrática paz legada por la raza prometeica, se escribían obras universales en lenguas vernáculas y hasta el más miserable de los refugiados del islam del amor era bienvenido, alquilado, contratado a tiempo parcial y escolarizado según indicaban los usos y las costumbres que el Big Bang grabó a fuego en las tablas del estatuto.
Así desvariaba en mi interior, consternado. Algunos diréis que soy un maleducado por no prestar atención a la charla de Merche, pero nada más alejado de la realidad: cuando calló, pagué el café y buscamos una pensión.
Los Monos no huyen.
El vuelo sin motor deberá esperar.

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