La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a
los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra,
se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el
mayor mal que puede venir a los hombres.
En un rincón privilegiado del Cuartel General de esta
milicia clandestina cuelga, a la vista de propios y extraños, tan loable
sentencia expresada por uno de los españoles más ilustres que hayan deambulado
por esta tierra nuestra. Don Alonso Quijano era su nombre, caballero de la
triste figura, desfacedor de agravios, enderezador de entuertos, el amparo de
las doncellas, asombro de los gigantes y
vencedor de batallas.
Las palabras nos hablan de libertad, pero ¿qué es la
libertad? ¿De dónde viene?
... y, enfilando el tema que me ha arrancado de la orilla
del Mare Nostrum para depositarme en el chiringuito con olor a fritanga y crema
hidratante, ¿cuánta libertad posee esa mancha humana que, vestida de pies a
cabeza con la prenda de moda en esta temporada estival, chapoteaba a mi vera en
la mar salada?
Con el burkini hemos topado, señoras, y como la presa no
puede hablar... y menos hacerse entender con ese bozal anudado al alma, será un
servidor, Comandante en Jefe, quien hará sonar su voz, una más, en este bosque de
colores neutros, casi cenicientos.
Islam es sumisión.
Sumisión es la antítesis de la libertad.
Islam, por lo tanto, no es libertad.
Simple incluso para un niño de teta. Regla de tres, de
primero de Ilustración.
Todo lo demás... la vorágine de artículos, tertulias,
conferencias, testimonios, vídeos amateur en la Red de redes, petición de
firmas, encuestas y aseveraciones filosóficas oradas en las barras de los
bares, no son más que una amalgama de los vicios que corroen a la sociedad
occidental actual.
En algunos casos, la involución que padecemos es debida a la
vergüenza sentida por un bagaje cultural propio del que se huye como de la
peste y al que se culpa de toda desgracia habida y por haber. Una fábrica de
acomplejados inundando academias y alcobas merced a la ponzoña con la que
riegan las conciencias los enemigos de la sociedad libre, amantes del
totalitarismo sea este de turbante o de gulag.
En otros ámbitos, es la pusilanimidad de quienes blanden el
estandarte de la libertad por encima de las cabezas de los hombres, con su utopía
del superhombre liberal, la causa que alimentan la apatía de una mancha humana
que cree que los derechos democráticos crecen en los árboles sin necesidad de combatir
las plagas que, lenta pero tenazmente, corroen su savia vital.
Nosotros somos libres porque nuestra base como civilización
se fundamenta en la realidad judeocristiana y su teoría del libre albedrío. Con
el paso de los años, el concepto se ha ido moldeando mediante el estudio, la
razón, y la sociedad ilustrada, cuna de éxitos y fracasos... pero esa libertad
debe ser defendida día a día aventurando, si fuera menester, la vida en ello, y
no pretendiendo dar carta de libertad y derecho democrático a quienes usan los
logros de nuestra civilización para doblegarla, postrarla a sus pies y, islamicamente,
someterla.
1 comentario:
Buen pasaje del Quijote,para ilustrar este acertado post de hoy.La libertad hoy por desgracia esta en horas bajas,nadie desea defender este gran don,saludos,
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