Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

6 jun 2016

Lo que es siempre lo fue


Amanece un nuevo día, pero al despertar Berta se siente cansada.
Su físico resiste el convite de la edad, pero la mente se ha vuelto pesada, honda, un abismo. Dientes, ducha, el traje de faena, unas gotas de colonia, jamás tuvo mejor aspecto, lozano, pero sus ojos despiden el claroscuro de la fatiga al mirar, faltos de brillo, mate inquietante.
Ayer se acostó con otra puñalada en el hígado, justo después del pomelo de la cena. Un reportaje, la mentira mil veces repetida en horario de máxima audiencia y el pesado fantasma del estigma ha sobrevolado el nido de su cabeza, al ataque. Defender la ley produce monstruos, Berta. Pasará, verás... pero anoche también estuvo aquí, a la verita suya, mientras leía asombrada las algaradas que se habían producido en el barrio durante la madrugada. Los periódicos oficiales titulaban un editorial al unísono, clamando justicia por las afrentas, los agravios, los saqueos sufridos desde la edad de las cavernas, y Berta, revoloteando sobre su figura, sintió la sombra del verdugo, con su guadaña afilada como la hoja de la guillotina.
Permaneció con ella al sorprenderse mirando con desdén, tras las cortinas, los cuatro gatos que se manifestaban en la calle, o en la barbacoa que organiza el equipo de contables de la empresa de tu marido cuando finaliza la liguilla entre departamentos, sentada a la mesa de la fanfarronería y la pretensión, un millón de ideas necias desmenuzadas en infusión de cerveza con las que salvar el mundo de su próxima destrucción.
Sintiéndose insultada, menospreciada, acusada de un expolio que los propios ladrones han inventado, sonreía tras el negro de sus gafas, soportando golpes en silencio, segura de que todo ha de pasar, como los pájaros que vuelan. ¿Qué supone una mala palabra, qué ha de cambiar un gesto involuntario, unos número en una servilleta de papel?
Dos chavalas pateadas en la calle, a la vista de todos, defendiendo la ley hasta que aparecen los monstruos, y Berta ha cerrado los ojos con fuerza a pesar de haber olvidado rezar en un intento por apartar el ente del hecho diferencial de su pensamiento; un piquete ensalzado a la categoría de héroe tras zarandear a la propietaria embarazada de un bar, y la sombra del patíbulo sobre el que un tribunal firma la orden de expropiación de la propiedad privada de vida y obra ha convertido su paladar en un desierto árido. Hay huevos lanzados contra las ventanas de los vecinos, matones haciendo listas a jornada completa, altavoces mediáticos de lobotomía civil conectados durante las veinticuatro horas del día al enchufe nuclear de la hacienda pública, y tantos han sido los fantasmas desenterrados, tantas fosas buscadas, dibujadas, inventadas... tantos los cuervos criados... y, a pesar de este repleto reino de Hades sobrevenido, destacando, por encima de ellos, el terror de Berta, inamovible, sordo a las súplicas que lo invitan a partir; es cada vez más real, pronto palpable de seguir a este ritmo constante.
Temerosa, por las noches no es tan fácil dormir.
Es por eso que su rostro parece fatigado en el espejo del ascensor al salir de casa rumbo al trabajo. Anda somnolienta, desubicada, una vida confusa entre tanta farsa infinita.
La puerta a la calle se abre, y, derecha-izquierda, le caen dos sopapos rápidos de realidad.
Pasarán, pasarán, dice frotándose las mejillas.

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En la Sala X, por poco Hanna no os ha alcanzado el corazón.

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