... escucha, escucha, escucha, chico, ¡aunque no me lo digan sabré dónde
está el sitio ese del que hablaba Huyèn! ¡Esa tribu! ¡No se atreverán a no
decirme dónde está! Amigos, muy amigos.
Porque, claro, no eran pocos quienes creyeron que Abdoul,
tras el jolgorio organizado en el primer mundo, iba a permanecer sentado en su
piedra, modosito, acobardado por la merma humana en acción, todo risas, todo
tarifa plana a cuenta ajena, sufragio universal con acné. Un aburrido hacker se
coló en su teléfono, halló el selfie que se hiciera en la parcela que su
hermano tiene a pocos pasos de Homerb, y, subiéndola a La Red sin su
consentimiento, hizo que la vida de Abdoul diera un vuelco como ningún namibio
soñó jamás en la arcana historia de la tierra africana.
Ni corto ni perezoso, Abdoul cogió su camiseta de la
selección, cuatro papeles, cinco monedas, y se echó al sendero, desierto
arriba, un continente entero, rumbo al buen mundo, el que sabe reconocer sus
atributos, sea por deseo o envidia.
... ¡Yo querer, también! Yo querer risas, trabajo, dinero,
dinero. Yo foto, soy yo, y tengo derecho a algo. ¡Pastel, pastel, sí, amigo!
Paso a paso, ha andado un largo trecho. En el zurrón lleva
menos pan seco, más sueños líquidos. El camino es duro, pero Abdoul conoce el
oasis que se esconde en las dunas, rico en fuentes y sombras...
... como la que ocupaba cuando una barrita de cobertura,
hace un instante, ha servido para poder acceder a su radio de cabecera. Al
principio interferencias, pero unos segundos más y lo ha escuchado, una
noticia, sólo ha dado tiempo a una: ... debería evolucionarse hasta el nivel
tribu, como en ciertas culturas, y procrear modo tribu, por no hablar de la
propiedad de los hijos, por supuesto... y vuelven las interferencias. Un clic
lo corta todo.
Abdoul ha emprendido la marcha, paso ligero. Hay una sonrisa
en su rostro. Ahora que está más sosegado puede reconocer ligeras dudas al pensar cómo serán las cosas en el nuevo mundo, cómo le
tratarán quienes tanta amistad ofrecen, ¿encajará entre tanta gente? Pero
las buenas nuevas que ha escuchado del profeta a través del oráculo del norte
tecnológico, lo han animado tanto como los escasos mililitros de lluvia que
caen en el maldito desierto que atraviesa.
Era voz acariciándole en la distancia, dulzura que hace un
sitio en la yacija y sustrae toda la servidumbre que acarrea la prole... una ofrenda que da alas al buen salvaje...
Abdoul sonríe.
Encajará.
Ya sabes, amigo... tiran más dos tetas que dos carretas,
jeje.
4 comentarios:
En los blogs siempre hemos comentado que los zurdosos quieren traernos lo que esa putona catalana acaba de soltar sin darse cuenta : convertirnos a todos en tribales para poder administrar a la sociedad al modo zulú.
Ah, que no va de Putin ni Trump sino del famoso de guasap...
Unos queriendo evolucionar y otros volver a las tribus de Atapuerca.
Saludos.
La tribu, los nuestros, el clan... Sobrados vamos por estas tierras de este pensamiento cavernario y toda la miseria que de él se deriva. ¿Tribu? ¿Más? Llevamos soportándola cuatro décadas, don Javier. Miss Esponja es viva prueba de ello.
El mito de la caverna, pero del revés.
Cosas de los mejor preparados de la Historia.
Un saludo, Maribeluca.
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