El Sol se despereza cuando Mario recoge los excrementos de
los corderos del corral. Los carneros, bañados por las sombras a la fuga, se
reparten por el prado, desayunando como hiciera él unas horas antes, en su
viejo Jeep carburado, anterior a la era ITV. Un mendrugo de pan, queso y
cecina. Vino en bota, cigarro de liar y gruesa pelliza para combatir el frío
amanecer.
Mario enciende otro cigarro, perdió ya la cuenta. Sus manos
rudas conservan la agilidad de sus años mozos; no puede decirse lo mismo
de su cabello, ayer brillante y meloso, o del misterio de unos ojos en cuyas
profundidades quedaban atrapadas las zagalas durante los bailes en las peñas de
amigos.
Pilar quedó prendada, y él, ¡maldita suerte la mía!, también...
de su verde espigado, los labios carnosos, el sonido dulce de la risa espontánea, la
calidez de su cuerpo joven cuando se abrazaban antes de despedirse en la sala
de espejos del portal de la calle Venecia número 16.
Paredes estereoscópicas que reflejaban amor y felicidad.
Mario da vida al cigarro.
Ayer volvió a ver a Pilar. No dormía como hace cuando él se
levanta rumbo a la granja, sino que estaba despierta, a escasos centímetros,
vestida y acicalada como en los días pasados. Idénticos labios, su pelo negro y
largo, los ojos de un trigo joven y vivo y coqueto con los que rebusca en cualquier
esquina del escenario la aventura que sustituya la cárcel en que se convirtió su matrimonio, la esclusa a través de la cual pueda escapar de la
suspicacia de unos hijos que se han tornado extraños.
Iba acompañada por una antigua amiga, la bebida...
... y Mario observaba aquel reflejo convexo sin alcanzar a comprender cuándo se
perdió la felicidad que se prometieron en el portal de la juventud, dónde reside el amor que
reflejaban sus cuerpos en un embriagador, e hipnótico, efecto óptico veneciano.
Mario da una profunda calada, expulsa el humo con un suspiro
similar al del reo.
Un carnero bala, al fondo, luz dorada sobre fondo tenebroso, y el día sigue su curso.
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Para Mario... y demás planetas atrapados en las corrientes circulares en el tiempo, sesión en Sala X.
Un carnero bala, al fondo, luz dorada sobre fondo tenebroso, y el día sigue su curso.
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Para Mario... y demás planetas atrapados en las corrientes circulares en el tiempo, sesión en Sala X.
1 comentario:
Vaya prosa te gasta,ni Miguel Delibes,un abrazo,
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