Míralo, échale un vistazo... ¡es un loco! ¡Un payaso! ¿Qué
tontadas haces, bufón?
Esa voz es el zángano del mostacho hablándole a su
cómplice, el del sombrero que te observa con gesto maniqueo, elucubrando al son
de las palabras del hombre del bigote amplio, podría decirse barbudo, un
revolucionario de los que la envidia obliga a revolotear alrededor de toda
miseria a la que hincarle el diente.
Qué bobadas dice... atiende, atiende, ¡parece que menta un
milagro!
Seguro que le está hablando del proyecto, se nota en sus
ojos. Sonríen menospreciando una inversión que traería futuro a la aldea, pero el
que peina más canas, ataviado con la piel del cordero, está concentrado en su
principal tarea: servir doctrina al grupo, alimentar los espíritus indómitos
mediante brebajes de necesidad, asimilación y fantasía, agua bendita para el
confeso que anhela disfrutar de los secretos reservados a los dioses.
¡Eso no se atiende a derecho! ¡Eso ha de votarlo el pueblo!
El barbudo aprieta, intenta convencer a los deseosos para
que voten, y voten, y voten de todas las formas posibles todas las mamandurrias
imaginables, y el bribón canoso, que hasta ayer predicaba el principio de la
votación selectiva, comprendido el inesperado giro del guión... un sueño, la
vida misma... suministra jarras de tónico espumoso para saciar el deseo. A un
gesto: más vino; dos conllevan la aparición estelar del jefe del tugurio,
descamisado lechón, coronando con laureles a los aprendices de Prometeo.
¡Quieren hacerse ricos, compadre! ¡Mojigatos,
bebed! ¡Vivid la buena vida!
Huele a embriaguez, se intuye sudor, ese Dionisio parece
enfermo, el coronado jamás podrá erguirse después de esa reverencia y,
descuadrado, un loco enfermo de alguna esquizofrenia habla solo, convencido. El
tío del sombrero fabula más allá de los sueños, atrapado en palabras y sabores,
embriagado por el mundo imaginario que con tanto empeño dibujan los zafios, y
no es para menos: el retorno del pobre de espíritu a la conciencia de la realidad conllevaría la ruina del envidioso bajo acusación de parasitismo vital.
Es entre la miseria donde el miserable se siente a a sus anchas, y por ella se desvive.
Ahí es rey.
2 comentarios:
Pareces un Séneca modelno : es entre la miseria colectiva en donde el pobre de espíritu y envidioso vive en la gloria.
Parezco la suela del zapato de Séneca, y aún así se lo agradezco, don Javier.
Que tenga un buen fin de semana.
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