Ayer no vimos el debate en el Ejército de los 12 Monos.
No era cuestión de perder el tiempo escuchando las palabras
huecas de una segundona que alguna jauría de hienas, reunida en el sótano del
palacete de las mil luces, nos quiere hacer tragar como nueva, y futura,
Presidenta del Gobierno del Reino de lo que quede de España.
Los aspirantes -un socialisto hijo del Felón, el subordinado
del Chavismo Rojo y el blandito Rivera de la Ciudad Condal- no nos interesaban
lo más mínimo, quizá porque llevamos asistiendo desde hace mucho tiempo al
espectáculo electoral, sea en entrevistas televisadas, juegos de manos en las
retransmisiones radiofónicas o masajes virtuales en las páginas de las revistas
de cocina, coches utilitarios o culos y tetas.
Ahora Coleta Morada haciendo malabares en Náusea3, el
pánfilo SCHZ recitando a Alberti junto a las babosas que se arrastran en Onda
Cero, Albert tergiversando y reinventando conceptos en casa de Roures, ese
pobrecito empresario desvalido, o la SS deleitándonos con sus dotes en el
tablao flamenco y su sentido del ritmo funky-reagge-slowly-chachipiruli que
aprendió del tiñoso pelirrojo y sus hormigas violetas.
Faltaban cinco minutos para que empezara el bodrio cuando
agarré el mando del TV de la Sala X, hicimos la ronda pertinente por los
canales que capta nuestra antena multibanda y, tras un viaje de ida y vuelta a
los abismos de la programación vespertina, pusimos fin a nuestra caída allí
donde se hablaba de nuestros primos retirados, también simiescos, y su
conquista del planeta... la victoria del planeta de los simios, el origen.
En apenas hora y media, vimos humanos claudicar ante
relaciones amorosas aberrantes, contemplamos cómo el sentimentalismo más
ramplón se apoderaba de la razón de los bípedos, reconocimos el buenismo, el
pacifismo, el "otro mundo es posible", la esperanza irrisoria
en la ciencia-ficción y la deriva que convierte a los hombres en presa de sus
propias ensoñaciones de verano.
En formato 16:9, nos contemplamos alimentando a la bestia,
curando sus heridas y reforzando sus músculos, sus garras, los afilados dientes
que han de clavarse en nuestros cuellos a no mucho tardar. Vimos al ser supremo
de rodillas ante el monstruo que él creó, sollozando por su vida, aterrado ante
una reacción incomprensible del que había considerado su amigo y aliado.
Hombres regalando el don supremo que le fue entregado por
los dioses: inteligencia
Simios convertidos en élites que subyugan al hombre mediante la obra, el
pensamiento y la palabra.
Vimos orangutanes esclavizando al hombre libre.
Vimos una película, pero creí estar presenciando el
mismísimo debate.
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- ¡Puede hablar, Dr. Zaius!
Y también tocar el piano de la Sala X.
2 comentarios:
Un debate mas aburrido que una peli de terror barato.Eso si cada uno se proclamo vencedor,saludos,
Para próximas ocasiones, propongo un duelo con florete. Aún sin sangre, será muchísimo mas entretenido.
Un saludo, neozelandés.
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