Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

18 nov 2015

Un cuento


Había una vez una pequeña empresa, autónomo con cuatro currantes, una de las muchas que intentan sobrevivir en la monstruosa picadora de carne conocida como Chirigota Española, s.l.
Esta pequeña empresa, más o menos concienciada, se acoge todos los años a un plan de formación de estudiantes. A cambio de nada por parte de la Administración... cero, ni un euro... dos o tres alumnos de un ciclo formativo son acogidos dos semanas durante los meses del verano para que puedan realizar sus prácticas en el sector.
La empresa no está obligada a pagarles nada; eso queda a voluntad del jefe.
Pues bien, este verano aparece un chaval por las oficinas. Cojonudo. Un currante de apenas 20 años, un figura. Acabó su formación no sin antes ser requerido por dirección para que dejara su número de teléfono por si se precisara, en el futuro, de sus servicios.
Una semana después llega otro, de unos 30 años, marroquí con dos o tres hijos, da igual... y con él llegó el escándalo.
Desde el primer día, problemas: de X días llega X-1 tarde, alegando como excusa supuestas visitas a urgencias para atender a su hija; destaca por su vagancia en el trabajo, su poco decoro y total falta de respeto ante el cliente, siendo sorprendido en reiteradas ocasiones por este ocupando el sofá o abriendo la nevera de su vivienda, por no hablar de la falta total de higiene. Total, Monos. Rematando el centro, en no pocas ocasiones abandona a la cuadrilla de compañeros después de recibir llamadas de teléfono para, según palabras suyas (entre sonrisas), ir a hacer unas chapuzas por su cuenta.
A los chavales se les hinchan las pelotas. Reunión con el jefe... esto es una vergüenza, la imagen de la empresa está viéndose afectada, hay que tomar cartas en el asunto... Dirección llama al alumno en prácticas y le dice que no vuelva, el cachondeo ha terminado.
Fin del primer acto...
... hasta que llega el segundo, con el Mono Pelayo como actor secundario, que es él quien nos ha contado la historieta que nos ha quitado el sueño, y que prosigue con la visita de la coordinadora de la academia que imparte los cursos... subvencionados, por supuesto, por la administración incompetente de turno.
(nombres figurados, faltaría más)
- Hola, Sancha.
- Hola, Fernando. Vengo a que me firmes los partes del último alumno.
- ¡Madre mía, Sancha! ¡Valiente inútil que nos tocó en suertes!
- Lo sé, y lo siento. Ya hablé con vuestro jefe. No volverá a suceder. Un impresentable, ¿verdad? Cuando hablamos con él en nuestras oficinas, la cantinela de siempre... que si los chicos le trataron mal, que si le hacíais el vacío, que si sois unos racistas...
- Joputa cabrón. Tú ya conoces a los chavales.
- Lo sé, lo sé. Como el inútil ese tenemos diez o doce todos los años en la academia.
- Sancha, ¿le firmasteis las prácticas?
- Si.
- ..... (silencio),.... Perdona, Sancha, yo no sé cómo funciona vuestro trabajo, ni soy nadie para deciros nada, pero no veo justo que un mamarracho como el gilipollas ese haya pasado las prácticas sin hacer ni el huevo. Si yo quiero un título como el que vosotros regaláis necesito dos años de estudios, y él, mediante un cursillo subvencionado y sin dar palo al agua... ¡toma, ya es técnico! No jodamos, tía.
- Fernando, tienes toda la razón del mundo, pero no podemos hacer nada.
- Mujer, podéis decirle que no ha aprobado.
- No es tan fácil, Fernando. Si lo hacemos corremos el riesgo de que el soplapollas nos acuse de racistas y toda la retahíla que suelen utilizar toda esta gente... por no hablar...
- ¿Por no hablar de qué, Sancha?
- Pues eso, Fernando... que vosotros sois una pequeña empresa y no querríamos que una cosa así os pudiera salpicar, porque ten por seguro que, de acudir el moromierda con el cuento a la Administración, antes de que el gallo cante tenéis en la puerta un ejército de inspectores de trabajo dándoos por el culo.

(Fin de la cita)... y del cuento.
Ni vivir felices, ni comer perdices.

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Y siguiendo la línea pautada, las interminables colas de pedigüeñas con velo frente a Cáritas o la casa del cura católico al que desprecian.
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Y ante las puertas del Ayuntamiento, pagador de la luz, el agua, el gas, el piso de protección oficial, el comedor de la muchachada que paren como conejas, a gastos pagados.
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Y siempre asistidos por las mil asociaciones de amigos del profeta pedófilo, todas bajo el amparo y abrazo del dinero público, que han de asesorar a los desamparados de Alá cómo y dónde encontrar la subvención que tú... paupérrimo contribuyente español... no sabías ni que existía.
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Continua el discurso sobre el diálogo entre las dos civilizaciones. Y que me trague la tierra si me preguntan cuál es la otra civilización, qué hay de civilizado en una civilización que no conoce siquiera la palabra libertad.... El Islam es el Corán. De cualquier manera y en todas partes. Y el Corán es incompatible con la libertad, es incompatible con la democracia, es incompatible con los derechos humanos. Es incompatible con el concepto de civilización. Oriana Fallaci.

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