AÑO. 2015
DURACIÓN. Interglacial
PAIS. Chirigota Española, s.l.
DIRECTOR. Herep
GUIÓN. Ejército 12 Monos
MÚSICA. Pau Casals
PRODUCTORA. Institut Nova Història
GÉNERO. Suspense
SINOPSIS. Siguiendo la estela de
sus últimos éxitos cinematográficos, el director de moda en los bajos fondos de
la ciudad nos trae un nuevo trabajo de difícil clasificación, cuarto y mitad de
cine de terror y comedia costumbrista, mescolanza de géneros típica en el pedazo de terruño
que le viera nacer hará más de tres décadas.
En esta ocasión, pero, y merced
al extraño prestigio que ha ido atesorando gracias a la nefasta crítica, la paupérrima
taquilla y una ristra de excentricidades que han hecho las delicias de la
prensa negra, rosa y amarilla del mundo mundial, el elenco de personalidades e
intelectuales que han querido formar parte del casting ha asombrado a propios y
extraños. Músicos de pandereta, politicuchos metidos a mafiosos, actores de Goya y demás personalidades de la mugrienta vida social de la alta suciedad no han podido
resistir la tentación de aparecer, aunque apenas fuera fumando un cigarro en una
terraza del centro o haciendo sus necesidades en un baño público de la puta rúe, en un plano de la película llamada a ser, por otra parte, un punto de
inflexión en el obtuso panorama de la ciencia de la genética, subgrupo bioética,
donde levantará ampollas entre la comunidad científica de la I+D+i zapateril.
El guión, en resumidas cuentas,
es muy sencillo a la par que poco original: un nuevo Prometeo, otro
Frankenstein más saturando las noches de pesadilla, un científico visionario,
un loco, un hombre con una idea… peligroso, muy peligroso, señores espectadores…
y una voz en off sumergiendo al sufrido espectador en las vicisitudes de un variopinto grupo de
ingenieros que, previa invitación individual e intransferible, son
transportados al cortijo particular del científico esquizofrénico, un emplazamiento de
muchas y muchas hectáreas, donde se ha erigido un colosal parque temático con castillo medieval, laberinto y Minotauro.
Una vez hechas las presentaciones, los visitantes son
agasajados con una degustación de productos típicos de la tierra en el edificio
que alberga el centro de operaciones del magno tinglado. En el hall del Edificio
Palau... que así se denomina el castillo de naipes... satisfacen sus buches con pinchos de botifarra blanca, carne de olla y
excelentes caldos de ron cremat. Superada la pesada digestión, serán acompañados al sótano del
edificio, al laboratorio ultra-secreto, donde el científico chiflado
les hace partícipes de sus hallazgos y macabras intenciones, que pasan por extraer ADN de unos huesos de mono que encontró mientras labraba la tierra para sembrar peyote.¿Una mariconada, verdad? Eso mismo piensa el elenco de científicos invitados por el chiflado a su cortijo; en un mundo en el que se clonan ovejas, células madre, hay mercadeo de cordón umbilical y si te pierdes por una selva ecuatorial corres el riesgo de quedarte sin un riñón, ¿qué interés puede tener clonar unos huesos que podrían ser de repollo?
Craso error, científicos; craso error, futuros espectadores de la película...
... porque los huesos encontrados no son de ave vulgar, sino del ancestro primero, el eslabón perdido, el australopithecus separratae catalanus, especie extinta entre Günz y Minel, padre de padres, rey de reyes, catalán de catalanes, simio de simios, Charlton Heston cabalgando por un desarrapado planeta Tierra.
Los científicos, aterrorizados, intentarán que el desgraciado iluminado desista de sus planes haciéndole ver que el australopithecus separratae catalanus es una bestia muy peligrosa, una aberración salvaje, eje alrededor del cual orbitó la desaparición de toda especie viviente, incapaces de sobrevivir al voraz apetito del ancestro que devastaba allá por donde pasara. Peor que Atila, el separratae no solo arrasaba con la hierba, también se llevaba por delante las haciendas, las lenguas maternas, la honra de los pobres, el tuétano de los huesos de las ancianas e incluso el himen de la descendencia femenina... y todo en nombre del clan, la tribu, la manada. Una vorágine de saqueo a base de mordidas, chupadas y demás barbaridades del reino animal...
... pero todas las advertencias de los afamados científicos, catedráticos de las mejores universidades, caen en saco roto: el proceso ya ha empezado y, a lomos de una caravana inocente de vehículos alimentados mediante limpia energía solar, ellos mismos habrán de comprobar que los australopithecus separratae catalanus ya campan, a sus anchas, por el maravilloso parque (o país) jurásico que para ellos ha sido inventado.
A partir de ahí, la aventura.
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Lobos... aúllan los lobos en la Sala X... y seguimos cayendo.
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