En el Mundo Raro de hoy en día, localización Chirigota
Española, s.l., pocas cosas hay más mutiladas que el palabro
"cambio". Andando por las calles de la perdida España, todo es
cambio... cambio de gobierno, cambio de modelo productivo, cambio de prioridades,
de valores, cambio de amistades, entrenadores, cambio de esposa, amiga o
amante, cambio de peinado, cambio de calzoncillos cagados, cambio del color del
rimel o de la marca de ginebra con la que nos hacemos los cubalibres para
olvidar, quizá, qué éramos antes de tanto cambio.
¿Usted quién es? ¿Mi esposa? No.... ¡a mi esposa me la han
cambiado!...
Andaba sorteando charcos buscando una estrella cuando me
asaltó Jesús, una de esas personas que, por diversas circunstancias de la vida,
se cruzan en tu camino dos segundos exactos, no más, y es tiempo suficiente
para que se amontonen cien mil fotografías en tu mollera a perpetuidad.
- Has cambiado -me dice en un momento de la conversación a
pesar de que sigo teniendo el pelo largo, los ojos marrones y los mismos
tejanos roídos con los que quemé León aquel lejano fin de semana.
- Quizás. Tú también, Jesús.
Pero Jesús, acorde con su inexistente melena, su requemada
tez al rico baño de rayo uva y la exquisita fotodepilación láser de sus cejas,
ya no se llama Jesús, sino Carlos, y viste pantalones ajustados por encima del
tobillo, gasta gafas de pasta sin cristales y desprende un aroma que me es
imposible calificar. Cuenta que acudió al registro y se cambió el nombre, ahora
le conocen por Carlos... mejor Carl.... y sonríe deslumbrándome con su luminosa
dentadura de revista, sin rastro de tabaco o café.
- Jesús sonaba a viejo, a carca... lagarto, lagarto,
lagarto... ¿y tú? Te veo bien.
Mientes, cabrón.
Recito mis tres frases preferidas para estas situaciones, ligera sonrisa y
adiós muy buenas.
Seguí rúe abajo disfrutando del entretenimiento típico por
estas fechas en las grandes capitales, en cambio constante, a saber: descubrir
qué significado tienen las luces que atraviesan las calzadas, los adornos que
engalanan los balcones de las viviendas, el simbolismo que se esconde detrás de
los dibujos que los comerciantes realizan en sus escaparates, el ritmo de la música
resonando a través de los altavoces de las marquesinas, el sentido figurado de
los regalos que varios viandantes transportan en grandes bolsas...
Sobreviviendo entre lo poco que queda de la Navidad anterior
al cambio.
Al fondo, camuflado entre dos coches y un puesto de venta
ambulante, el pesebre con el que la alcaldesa de la Ciudad Condal de la Nueva Era nos ha
obsequiado en estas fiestas paganas, en colores pastel, suaves, pacíficos. Una familia en un pisito próximo
al desahucio, el colmado para un obsequio de última hora portado por el
activista despistado y un coro entontando alguna oda de Neruda en pro de algún
héroe del pueblo.
Familia, portal y bestias, también por el cambio.
Cosas de estos tiempos nuestros, Monos.
2 comentarios:
Mi mujer también me lo dice:
-Has cambiado, José Luís – y apostilla con mucho cabreo – ¡¡Y mucho¡¡ Años antes no eras tan gilipollas, no estabas clavado frente al ordenata escribiendo chorradas contra un juez, contra los terroristas y contra tó quisque. Como sigas así voy a pedir el divorcio y que te den, que yo no estoy dispuesta a volar un día por los aires,…tontolaba,….finaliza soltando una furtiva lágrima…
Y reconozco que tiene razón….No sé qué coño pinto yo publicando posts como este último dedicado a USA y al Estado Islámico, teniendo en cuenta que ambos fulanos son los dueños de la Red, tienen terabites por un tubo y le localizan a uno cuando les salga de los cojones..
Si tu mujer te dice lo que cuentas, José Luis, es que tiene razones para ello, motivo por el que deberías empezar a replantearte hacer como hace un servidor: a media noche, cuando todo el mundo duerme y la parienta está en pleno ronquido, levantarte para seguir en la lucha, que no son muchos quienes, dentro de sus posibilidades, plantan cara a la podredumbre que nos rodea y nos vigila a través de las ondas.
Y dígale que es preferible el bombazo al burka o el cuchillo sagrado afeitando el gaznate.
Un saludo (y otro para la doña).
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