Triángulos

Y Jesús les dijo a sus discípulos: un mandamiento nuevo os doy; que os améis unos a otros. Como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros. Evangelio según San Juan.

Debido a la vorágine de arcadas nauseabundas que ha sacudido el Cuartel General tras las autonómicas catalanas -auténtica pandemia de la que no se ha librado ninguno de nosotros-, a punto ha estado de pasarnos inadvertida una de esas modas de vanguardia que tan bien quedan entre el rebaño de cabras post-modernista que pastorea en los sembrados de la relatividad moral e intelectual actual.
Mamandurrias, dirán los iluminados... pero ¡ay, las meigas!...
Contando votos y leyendo sandeces, tropecé con uno de esos políticos de nueva hornada, alegre por su decena de futuros imputados, que, junto a una rapaz de flequillo a ras, practicaba la insufrible costumbre de hacer gestos con los brazos y las manos con la no menos insoportable intención de demostrar a la gran camada su pertenencia a este o aquel subgrupo de animales... que ya se sabe que todos los animales son iguales, aunque unos son más iguales que otros. Si levantas el puño, los cerdos son más iguales que los lobos; si pones la palma boca abajo, los lobos son más iguales que los burros; si saludas con los cuatro dedos eres sobradamente idéntico que los afiliados al 3% y si lo tuyo es el saludo Spook, directamente pasas a ser igual que los vulcanianos que viven bajo el agua congelada marciana.
El tipejo y la chica del flequillo, concretamente, gesticulaban como la tipa de ahí arriba... sí, sí, esa que lleva la camisa de "Yo tuve un aborto"... y el símbolo, como no podía ser de otra forma viendo los antecedentes y percibiendo los aromas que traen los vientos, es cosa feminista, de mujer de hoy, hecha y derecha, tipa de pelo en pecho, bigote y axila. Simularía una vagina femenina, aunque jamás vi cosa tan dilatada, deo gratias.
... aunque no creo que deo tenga mucho que ver en todo este entuerto, Monos, más bien todo lo contrario. Poco puede compararse su enseñanza con las aberraciones practicadas en nombre del aborto libre y gratuito, la prostitución de la pureza de las mujeres y la aniquilación de la familia tradicional por mucho que Bergoglio, el portero más discotequero del Vaticano, se pase la doctrina por el agujero infecto de la teoría de la liberación.
Si pude, en cambio, identificarse con el triángulo de la peña del mandil y su ojo que todo lo ve, adoradores de la Bestia, ese becerro de oro impostado por el cual las mujeres (y los hombres, que su ponzoña todo lo iguala) no son más que objetos para uso y disfrute de los sátrapas que se esconden detrás de las máscaras en frías salas de columnas iluminadas. Palacios donde los elegidos son iniciados en los secretos que han de dominar el mundo extirpando todo lo que en él hay de libre, puro, digno y armónico. Templos profanos donde se celebran orgías las 24 horas del día, se brinda con sangre de querubines y los esclavos, liberados de los pudores de la carne y la moral, se entregan al nuevo mandamiento de la Bestia...
... amaos como yo os he amado, perras...
... mientras ésta teje y teje, al son del magno jeroglífico de Kubrick, la negra mortaja que ha de traer la oscuridad a todos los rincones de la Tierra.
Y las moscas, gesticulando, de cabeza a sus redes.

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En la Sala X, la buenanueva enmascarada.