Hay una rata de cloaca que fue atrapada hará unos días en un
piso de Rumanía.
La rata, de un bocado, sesgó la vida de dos chicas, enterrándolas
posteriormente en cal viva, premeditadamente, con alevosía, dándoselas de tío
listo... y guapo, cree él, posando mientras saca bola, apretando mandíbula,
chico duro... rata cobarde que mató a dos chichas váyanse ustedes a saber por qué,
fuerte entre los fuertes, cobarde hasta decir basta.
En poco estará por España, y por doquier oiremos voces
clamando venganza, prisión permanente, revisable, reinserción, clemencia y,
rematando el pase, la sentencia del tribunal de Estrasburgo, voz de Tacañón
de Tacañones. Tres cuartos y mitad con la rata que utilizó el hacha contra la
parienta, la peste con patas que se armó con una radial para finiquitar a sus
hijos o la ponzoña bigotuda que degolló a su bebé creyéndole Beelzebub.
De nuestra rata protagonista, rata conquense transilvana, decir
que es joven. No nació en los tiempos de la Inquisición y el bofetón fácil auspiciado por
el párroco sádico de la aldea. No es hijo de la superstición, el retraso y el
oscurantismo, sino del tiempo nuevo, democrático y libertino que ha de acercar
el paraíso a la Tierra. Ríos de millones gastados en "educar" según
la voluntad de la ciudadanía, variable, caprichosa, vulgarizada. Océanos de
corrupción y usura por parte de las clases dirigentes son tomados como ejemplo
vital por las generaciones futuras. Ni rastro de cualquier atisbo de responsabilidad,
adiós virtud, hola deseo.
La rata de cloaca no ha tenido respeto por la vida ajena,
por los sueños de esas pobres chicas, sus ilusiones futuras, sus deseos por casarse,
estudiar importantes carreras, trabajar como bióloga en las Galápagos, reír una y
mil veces, y volver a reír, y ser feliz...
Nada.
Para la rata es impensable que la Vida tenga alguna trascendencia. Su insignificante cerebro no cree nada más que lo palpable, lo que roe con esos dientes
putrefactos fuente de toda plaga, sólo aquello que escucha en las TV's que
venera como oráculos todopoderosos, lo que predican en la barra del antro que
frecuenta por las tardes, plaza común de la sabiduría del barrio. La rata sigue pensando en el Carpe Diem... y, todavía ahora,
en las alturas, se oye el desgarrar desesperado de las túnicas de los clásicos.
4 comentarios:
Para las ratas éstas habría que pulverizar sus feudos con DDT, por muy prohibido que esté su uso.
No sólo acabó con la vida de dos personas sino que también acabó con toda su posible descendencia. Cada vez que muere una persona de forma violenta, morimos todos porque de alguna manera se muere la humanidad entera. Descansen en paz estas dos personas y que Dios las acoja en Su gloria. Espero y deseo que en este tipo de casos se cumpla la ley del Talión y que Dios me perdone por pensarlo.
Uy, don Javier... Si alguien le oye hablar del DDT, corre usted el riesgo de pasar más años preso que el mismísimo hombre de la máscara de hierro.
Pero sí, reconozco que sería un remedio eficaz.
Un crimen horrendo debe conllevar un castigo parecido. No sé si firmaría la "ley del Talión", pero lo que sí tengo claro es que ese sujeto no debería volver a pisar más la rúe. A un penal de 2x1 y que haga flexiones de pie.
Un abrazo.
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