Buenos momentos

Se abrió un claro entre las nubes...

... hemos vuelto a ver el sol, como dos presos comunes en el tejado de una prisión.

                                                                                                                   Extremoduro.

En el Ejército de los 12 Monos llevamos mucho tiempo subidos al tejado de nuestra prisión, la prisión del "prucés", esa jaula cuyos barrotes van ensanchándose más y más con el transcurso de los días de inacción, desidia y plasma. Desayunamos con soflamas que los soldados de la gran obra repiten desde primera hora en los medios del régimen; nos desesperamos en las aglomeraciones que se forman frente a la entrada del colegio público al que llevamos a nuestros hijos mientras los gurús gastan su buen dinero en elitistas institutos suizos de 2x1... dos cuentas opacas, una matrícula gratuita... llegado el mediodía y su rápido menú de 7,50€ -siempre demasiado rápido-, de vuelta al tajo, también retornan al suyo los carroñeros de la construcción nacional a jornada completa con más arengas a la desobediencia, amenazas veladas, fanfarronería de patio de colegio, ríos de dinero público y una calma siniestra, aceitosa, propia del Mar de Plasma... mucho plasma en el otro rincón del cuadrilátero, donde el campeón mundial permanece hipnotizado por el juego de pies del adversario.

Uno, dos, uno, dos... España ens roba... y el campeón baja la vista.

Uno, dos, uno, dos... España caca, culo, pedo, pis... y el campeón traga saliva.

Uno, dos, uno, dos... España es una invención... y el campeón besa la lona.

Sigue el árbitro con su cuenta, pronto alcanzará el 10 que pone fin al combate.

Sentados en la Sala X, asistimos a una nueva cuenta, quizá la última de la velada. Como ha sucedido durante el resto del enfrentamiento, el aspirante a nación sigue inventando su milenio histórico, desvirtuando el sentido de unas instituciones medievales que alaban como precursoras de la Revolución Francesa, tergiversando revueltas y borrando estrofas de falsarios himnos a la defensa patriótica. Mienten como bellacos, golpean en el bajo vientre, hablan de Constituciones cuando sus usos y costumbres no pasan de papel de WC en la letrina de sus señores feudales de antaño convertidos en oligarcas del s.XXI; honran batallas perdidas en nombre de héroes de una mitología que, previamente, han edulcorado según sus teorías maniqueas. Genética, racialismo, victimismo, manipulación y sectarismo son sus señas de identidad, amén de una cultura que desempolvaron del olvido al tiempo que relegan a sus mentes más ilustres al destierro ideológico.

Nubes. Son nubes cerrando el tejado de nuestra prisión.

Pero... ¡ay, que se ha abierto un claro! ¡ay, que tumbados como estábamos, de repente el Sol nos ha acariciado el rostro! Un segundo, tal vez, pero ¡ay, qué alegría más idiota, qué amor más loco, Romeo mío... qué consuelo el resplandor de la vela en la profunda oscuridad! Tarragona aguanta, monos. La Costa Dorada resiste, monos. Las presiones son muchas y muy fuertes, pero la Tarraco hija de Roma y madre de Hispania sigue en pie, fuerte y dispuesta.

Ha sido un destello, el ojo del huracán, una sonrisa arrancada de nuestro rostro funesto, pero, en el cielo que nos rodea repleto de negros nubarrones, avisos de tormenta y fuerte descarga eléctrica, un claro nos ha dejado ver más allá de lo que nos permiten nuestros carceleros y verdugos.

¡Y cómo nos gusta... oh... lo que hemos visto!

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Sólo nos ha faltado una cerveza fría, aquí en nuestro tejado. Otros, en cambio, degustan de una bien fría en la Sala X.