TÍTULO ORIGINAL. Deep Impact
AÑO. 2015
DIRECCIÓN. Herep
DURACIÓN. Milenio y medio.
PAÍS... sos Catalans.
GUIÓN. Ejército 12 Monos
MÚSICA. La Trinca
PRODUCCIÓN. Corporación Audiovisual Etnicoestética (CORPO)
GÉNERO. Dramón de ciencia-ficción.
SINOPSIS. Llamada a ser el sorpresón de este 2015 del cambio
climático antropomórfico de todos los santos, llega a las pantallas de varios
cines de Chirigota Española, s.l., la opera prima del "pequeño
bastardo" de la cinematografía patria, siempre díscolo ante los convencionalismos
de la Academia, tan encorsetada toda ella, tan fina y remilgada, ajena a las
críticas y los escándalos tal y como quedó patente tras la última ceremonia de
entrega de los Premios Ceja.
Anónimo por su ácida crítica y sus pensamiento liberal, el
argumento de la película, esta vez, a pesar de ser falso como un duro de
madera, está cargado de sentimentalismo y lágrima fácil. Atrás quedan las
incursiones en el terror alienígena, la comedia costumbrista o el verde picante
del espagueti del Raval. Estamos ante una cinta de pañuelo, de sollozo y de
trágico sentimiento vital no exento, eso sí, de cierta sátira.
La acción nos sitúa en Paísos Catalans, el edén sobre la
tierra. Ítaca, para los amigos, y en apenas cinco minutos desde el inicio del
metraje, queda claro que cualquiera puede ser amigo, ser un nou benvinguts. Sólo es
necesario abjurar del yo y abrazarse a la tribu que puebla el oasis. El pago,
atendiendo a los beneficios de la transacción, es ridículo, abstracto,
insignificante. Todo son ventajas en estos paísos, tierra de libertad e
igualdad y fraternidad con solidaridad y pensiones de kilo tres cuartos y
jóvenes con tres doctorados a los veinte y la televisión objetivamente plural y
el gobierno que no defrauda en Andorra ni trae tabaco de contrabando en el maletero
del A8 blindado con el que la primera dama va y viene de los dieciocho cargos
administrativos que preside, entre ellos el de agitación y propaganda
etnicista, germen de todo totalitarismo de progreso que se precie.
La primera pirueta irónica viene cuando, hechas las
presentaciones iniciales, la ciencia de los paísos, puntera y envidiada por la
infrahumana hueste con la que comparte planeta, es incapaz de descubrir un
meteoro del tamaño del Everest dirigiéndose directamente a la capital del
imperio, Moreneta's Ciutat. Enfrascada en busca del genoma del expolio en la
Tierra, no percibió el extraño brillo que aparecía en el cielo. Al poco, el caos se impone en el paraíso, la ciudadanía clama socorro
a sus líderes, la luz va tornándose más y más brillante en el cielo del
mediodía, se suspende el concurso de habaneras de Calella y la TV pública,
triplicada su plantilla con primos y hermanos, rompe los indicadores de
audiencia. Todos están frente al aparato, por enésima vez, escuchando al Mesías
arremangado hasta el codo, gesto serio, mirada fija como ayer -también chupó
cámara, esta vez en otra cadena-, y anteayer -más cámara-, y el otro. El
discurso, pero, siempre será el mismo: es demasiado tarde incluso para lanzar
los misiles estratégicos Cagane-33 que la flota galáctica tiene a su
disposición.
Es mitad de película cuando el president hace su arenga más
dramática. El Pedrolo Manuel (así lo bautizan, en honor al maquiavelismo
francés) ha de ser nuestra eliminación como pueblo. La Estelada de la Muerte es
inútil ante la embestida de la piel de toro del espacio exterior. El pedrolo
viene a destruirnos la tierra, doblará nuestra estaca, al vent... la lengua y
literatura al vent... el Imperio de los Mil Años al vent... Pero tranquilos, la
tribu no se extinguirá. Haremos una lista, una lista con los mejores, las
élites, el genuino gen de los paísos. En breve, los elegidos recibirán la
llamada.
Rondamos mitad de película cuando esto sucede. Se acabaron
las palomitas, el refresco no refresca y los hombros pesan. Queda, pero, lo
peor, lo más largo y pesado, ver el ir y venir de los secundarios que instantes
antes se las daban de paladines ante los arios, más papistas que Bergoglio...
el papa segurata... duchos en letras incluso para hacerse con la victoria en
los juegos florales de Castefa. Pepe no se despega del teléfono, Gabriel ha
organizado una sardinada popular en el casal cultural catalano-latino-romano a
la que no acude nadie, Rocío aporrea sin éxito las ventanillas tintadas de los
coches que paran frente al Majestic y las cartas no dejan de amontonarse en el
despacho del Secretari sin que nadie las abra por mucho Nivel C que denote el
remite.
La película avanza, la desesperación se agría. El drama no
ha hecho más que empezar cuando el público, cada vez más incómodo, empieza a
contemplar la idea de que tal vez no esté tan mal el profundo impacto del
Pedrolo Manuel.
Conviene cambiar de dinosaurios.
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