Gen de verano

El Cuartel General no es lugar de veraneo.

Hay demasiadas humedades, desconchados, las vigas rechinan del esfuerzo y apenas puede bailarse el vals en vuestras habitaciones.

Hará unos días, cuando sobrevino el pico de los 43º Antropomórficus, asistimos, descorazonados, al fenecimiento de nuestro vetusto aire acondicionado. Desde entonces todo ha sido calor arábico... ¡fuera, fuera, bicha, bicha!

Y con el sofocón, el fuego, los incendios en los montes... y la TV3 echándole la culpa a un pirómano allende el Ebro, "españolazo" de Rh positivo, por infeccioso.

Reproduciré un diálogo oído, seré breve.

- Joder, el otro día -extremeño, cuarenta largos, venido aquí con apenas doce años.

- ¿Qué? -nivel C, treinta y algo, convergente y caga-tió.

- ¡Pues no me dice un tío que quite la bandera del balcón!

- ¿La española?

- Sí, colega. La tengo ahí desde el Mundial, ¡y no me dice que la guarde, el joputa!

- Pfff... flipa...

- ¡Como te lo digo! Y farruquito, eh...

- Seguro que no es de aquí.

 ¡Atentos! ¡Ahí va, cogedlo!, aparece de nuevo el pirómano "españolazo", el mal nacido que nos incendia los sagrados montes de la patria; quien nos hurta las novias y nos viola las cabras; el "ser andaluz" que nos roba con la diestra y nos ultraja y subyuga con la siniestra; los hijos de la opresión y el agobio, bárbaros del África profunda cuyas pretensiones no van más allá de la imposición de su cultura pútrida y moribunda.

Junqueras, el zorro-bola, al hablar de genética y secuencias de ADN de vaca pastoril, no ha dicho nada que no se lea en los libros que forman la piedra angular sobre la que se ha construido el cementerio del nacionalismo catalán. Cuando no se habla de racialismo porque la palabra evoca recuerdos amargos, se esconde esgrimiendo el término cultura, y cuando la sociedad está lo suficientemente madura como para escuchar sin entender nada, vuelve a azuzarse el fantasma de la supremacía racial, tan gratificante toda ella cuando es tratada con el "seny" que fantasmea por estas tierras.