Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

5 may 2015

D. Estaba escrito


- ¡Jordi, Jordi...! ¿Me escucháis?

A pesar de las interferencias, la voz de Abril, corresponsal en Bombay, es entendible.

- Te escuchamos, Abril. Alto y claro desde el plató del telediario segunda edición, en riguroso directo. ¿Qué está pasando, Abril? ¿Puedes darnos alguna pincelada de los sucesos? Desde aquí se nos hace muy difícil comprender qué ha provocado estas revueltas callejeras en la ciudad india.

La joven reportera, transcurridos los segundos del retardo, se quita el pinganillo de la oreja, aquejada, antes de mirar a cámara.

- Algo increíble, Jordi, lo que se está viviendo en las calles de Bombay desde primera hora de la mañana. Podéis comprobarlo vosotros mismos, a mi espalda, gente corriendo por la calzada, volcando los coches, los burro-taxis, rompiendo los escaparates de las tiendas... Los saqueos empezaron poco después y no han cesado desde entonces. Tanto la policía metropolitana como la estadual están sobrepasadas por la situación, Jordi.
- Creo que no es Bombay el único foco de la revuelta, ¿verdad, Abril?

Pasan los segundos de rigor debido a la lejanía Madrid-Bombay.

- ¡Toda India sucumbe víctima del brote psicótico, Jordi! Nueva Delhi, Dehradún, Agra... incluso en la recóndita Alwar... todos los hombres se han echado a la calle con sus turbantes, presas de un furor diabólico no bien se ha conocido la noticia de que el Parlamento ha aprobado la nueva reforma laboral. Mareas recorren las calles como la marabunta arrasa la selva.
- ¿He oído bien, Abril? ¿Están, también los indios, indignados con las políticas de su Gobierno? La última noticia que teníamos es que las organizaciones no-gubernamentales habían puesto el grito en el cielo debido a la esclavitud laboral que asola el país.
- Así es, Jordi. Intermoney, Unipetroleum, Demagogia sin Fronteras... Lo que se veía como un hito en la historia de la India se ha convertido en una pesadilla. La propuesta, como bien dices, amparada y alentada por un sinfín de entidades sin ánimo de lucro, está destinada a acabar con la flexibilidad laboral del país garantizando los más ínfimos derechos laborales del mundo avanzado: jornada de 8 horas, un salario mínimo interprofesional... 

Se produce un instante de estática, la imagen de Abril enmudece y, atendiendo al fuego y el rápido vaivén de las ambulancias, el espectador presupone que aquella es una zona bajo asedio, algo peligroso... muy peligroso...

- Abril, Abril... ¡te pierdo, Abril!... ¿Me ha parecido que decías "subdesarrollado"?
- No... No... ¿me escucháis? ¿Hola, hola... hay alguien ahí? ¡Sí, sí, ahora me llega tu voz, sí!... ¡No, no, qué va! He dicho desarrollado refiriéndome a nosotros... a España, con nuestra fastuosa legislación laboral, tan garantista toda ella, reguladora, intervencionista, siempre bajo la vigilancia de los entes encargados de su perfecto engrase, sindicatos y patronal, paladines de los oprimidos, los parias y el lumpen. La India, presionada por los países occidentales y una sociedad civil europea que no puede permanecer impasible ante la deslocalización empresarial propiciada por una legislación que roza el esclavismo, se ha visto obligada a sucumbir cambiando las reglas del juego.

Detrás de Abril, y de forma borrosa debido al humo y un súbito zarandeo de cámara, se ve explotar un coche, cuya deflagración alcanza un puesto de grillos a l'ast y dos burro-taxis, que también explotan.

- ¿Jordi? Las cosas se están poniendo muy difíciles por aquí abajo. ¿Me escucháis?
- Alto y claro. Sigue, sigue, Abril. Estás haciendo un trabajo excelente. Te escuchamos.
- Gracias, Jordi... Como iba diciendo, el Parlamento aprobó la nueva legislación "pro-otro-Mundo-es-posible", y no han pasado ni diez segundos que la marabunta india se ha echado a la rúe, garrote en mano, en busca y captura de las sedes de Indiflexión, Mercawoman y las demás multinacionales que están afincadas en Bombay, cuyos trabajadores han sido puestos, contra su voluntad, en el ojo del huracán. Los pobres parias que en ellas trabajan, lejos de ser felicitados debido a los logros conseguidos, están pereciendo bajo una lluvia de cuchilladas, patadas y golpes con cañas de bambú, acusados de llevar a la ruina a todas las demás empresas de Bombay... y la India entera... las cuales se ven incapaces de hacer frente a las condiciones impuestas por el Gobierno y su reforma laboral. Miles de pequeños negocios se verán obligados a echar la persiana abajo, y los trabajadores despechados, furibundos y presas de una ira infrahumana, están arrasando con todo lo que huele a Occidente.

El sonido se corta y la becaria Abril, en su primer destino como reportera, gesticula muda ante los ojos de unos espectadores que observan desde la comodidad del sofá de curtido cuero demagógico e hipócrita instantes antes de ser rodeada por varios hombres con turbante, cayendo la cámara al suelo, pasando la imagen a negro, ahorrando más infamia televisada.
Segundos después la violarán.

Así es esa gente.

4 comentarios:

Tellagorri dijo...

Todo eso podría suceder con perfecta similitud a lo que relatas. Buen tema, Don Herep.

Toda la mano de obra de Occidente en lo referente a textil, electrónica, etc. la ponen esclavos hindués y chinos o coreanos. Lo que supone que un día alguien los despertará en dirección a los derechos laborales, y los que ahora comen de sus jornadas de 14 y 16 horas diarias perderán su trabajo.

Complicado asunto y bomba en perpetuo balanceo sobre los que han deslocalizado sus empresas en Usa y en Europa.

Lin Fernández dijo...

La maldita globalizacion y sus nuevos mercados de esclavos.Como siempre el capitalismo nunca pierde,faltariamas,saludos,

Herep dijo...

Es complicado, tienes razón, por lo que sería conveniente no tratar el tema con la demagogia y el maniqueísmo que tanto abunda en Occidente, donde lo fácil es hablar sin tener en cuenta las particularidades de dichos países y las consecuencias que podrían producirse.

Un saludo, don Javier.

Herep dijo...

El capitalismo, Agustín, es la única forma de acabar con el esclavismo, amigo mío. Pero el capitalismo bien entendido, y no este contubernio de amiguitos/empresarios/políticos, tan dado al monopolio y la aniquilación de la competencia.

Un abrazo, neozelandés.