Notificación urgente

.... Psssss.... Silencio, Monos... resguardaos, estad alerta...

Las alarmas del Cuartel General llevan horas sonando. Dicen que "el miedo cambia de bando" y la cantinela, repetida hasta la saciedad por el rebaño, sin pensar por un segundo qué están diciendo y la carga de profundidad que conllevan sus palabras, resuena y retumba por los campos y las avenidas de esta España anunciando... sollozando en un rincón cual esposa apaleada... la llegada de los días del verbo hecho coleta, arma revolucionaria del s.XXI. Atrás quedó la barba, compartiendo lápida con el olvidado pelo del pecho.

Las primeras emisiones en código morse (lo digital no es seguro) indicaban que los instintos primarios se están superponiendo a la lógica y por doquier, en mil manifestaciones anónimas, las frustraciones personales, infranqueables, se proyectan hacia un "enemigo común", los otros, culpables de la congoja palpable y real de unas ovejas a las que se ha arrancado la autocrítica e inducido la esquizofrénica lección de que los actos no conllevan consecuencias.

Una vida descalabrada, un proyecto empresarial frustrado, un familiar perdido, un engaño, una estafa... una imposibilidad dictada por la carencia de facultades... Todo lo negativo se encarna en ese "enemigo común" que cercena nuestras alas impidiéndonos alzar el vuelo y vivir nuestra propia existencia con plenitud. Nos roban nuestro derecho a ser felices. Para unos la religión, para otros la ciencia, el Dios Estado... todos sueñan lo que son, pero ninguno lo entiende... hasta que el títere de turno, sermoneando desde el púlpito erigido por los poderes fácticos, corre el tupido velo de los ojos y muestra al rebaño el rostro del gran inquisidor, el causante de nuestra desazón, pero tranquilos, el cambio está próximo, su odio será combatido con nuestra determinación alegre. 

El miedo cambiará de bando.

Inmediatamente, el capitán de guardia, leída la misiva, ha presionado el percutor de la alarma. Veinticuatro piernas corriendo pasillo arriba, pasillo abajo, agarrando cantimploras, un par de mudas, Marlboro para el casco y la foto de la cartera, ahora pegada al pecho, reliquia de una vida cuya desaparición podría estar próxima. Rumbo a la Sala X, ocupados los lugares estratégicos por los oficiales de nuestra fuerza, se relee el telegrama y dos más que están entrando ahora mismo: no hay duda, el significado de las palabras es claro. Miradas serias entre nosotros. Silencio cómplice mientras se van tomando posiciones.

Tomadlas, Monos, porque parecen haber llegado el tiempo en el que se resarcirán los años de miedo sufridos, darles la vuelta, ventearlos para que escampe, devolver las penurias propias multiplicadas por mil... asistir ufanos al pánico del maldito diablo que nos arruinó la vida y que, revolcado en el fango mugriento después de ser señalado por el nuevo salvador, sufre la condena que él, fascista, ha ido sembrando con su rapiña. Ahora es tu turno, enemigo común imaginario, y vas a sufrir.

Miedo, odio, alegría... Bajas pasiones, abstractas, ilógicas, marcando el rumbo y el discurso de la realidad presente. La razón es lo de menos, domina la pasión, el ideal, la senda amarilla del "otro Mundo es posible", perfecto, limpio, pulcro de los contratiempos que ahora lo sacuden. ¡Preparaos, contratiempos, pues el miedo pronto os corroerá las entrañas! Recordad que las leyes que os protegen, mañana serán sustituidas por otras, mejores, liberalizadoras y democráticas y populares y los parias, al fin, alcanzaremos el señorío de la tierra.

Así que nosotros, que no somos pueblo sino un ejército de 12 monos, deberíamos empezar a temblar, pero creo que no va a poder ser: nos lo impide la mochila que llevamos al hombro, el arrojo con el que nos pintamos franjas verde oliva en la cara, los años de instrucción y, fuerza capital, abrazada al pecho la imagen de un amor que no tiene final.

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El hombre que tiene miedo sin peligro inventa el peligro para justificar su miedo. Alain.