Yo tenía un sueño de España… pero ese sueño murió hace tiempo. El que me acunará esta noche, será mejor. Mi guía en los Años Oscuros. Y vivirá por siempre jamás. Ej12Ms

23 jul 2014

Operación Eco-Bravo


Hoy es el día, veréis.

Desde hace algo más de dos años, el Alto Mando de El Ejército de los 12 Monos viene preparando esta acción. Entended que siendo secreta como es, no os haya hecho participes hasta el mismo día D, a escasos quince minutos de la hora H. No es por desconfianza, no, que ya sabéis que entre nosotros... sólo 12... los secretos son difíciles de sostener en demasía, amén de inútiles... pero esta misión...

... con tanto espionaje surcando las ondas y las fibras...

... tanto Sitel y tanto CNI al acecho, infiltrados por doquier, tras cualquier esquinas del barrio, en los oscuros rincones de las tabernas subterráneas del centro en las que solemos confabular al amparo de las sombras, hoy plagadas de tipejos enfundados en sus gabardinas leyendo periódicos que bien podrían estar vueltos del revés...

... entended que teníamos que salvaguardar los preparativos para que el objetivo, una vez más, no se escapara de rositas, saludando a diestro y siniestro como si aquí, en el Reino de Oz, no pasara nada, sonriendo con esa mueca distraída, escondida, mitad sincera, mitad visaje del que acaba de pisar un pastel de perro en mitad de la acera.

En reunión ordinaria, alrededor del mediodía, se han ultimado los flecos que quedaban, eligiendo, para el cometido, a uno de nuestros mejores soldados, aka Mono Ramírez, único de nosotros capaz de sortear la pista americana del patio en apenas 3:45 minutos sin tropezar siquiera. Al escuchar su nombre, Macaco... recordad que cuando asignamos una misión a uno de los nuestros le es dado, inmediatamente, un nombre en clave... firme y serio, ha dado un paso al frente, exclamando el típico "es todo un honor, camaradas. ¡No regresaré sin la victoria!" con el que los Monos saludan las misiones encomendadas. Ni corto ni perezoso, una vez escuchados los entresijos de la emboscada, se ha puesto manos a la obra, dirigiéndose hacia su camareta donde, con mano firme, ha recogido aquellos utensilios que ha considerado convenientes para el buen término de la tarea asignada.

Eso ha sido, como decíamos, hará unas cuatro o cinco horas. Desde entonces, seguimos aguardando en la Sala X, atentos al receptor de onda corta, esperando noticias. Si todo va bien, Macaco estará ya en la Avenida del Federalismo, junto con tres o cuatro mil personas más que, como viene siendo habitual siempre que hay inauguración, se agolpan en busca de algún apretón de manos, un canapé de salmón y la típica copa de cava que suele ofrecerse al gran público para que después, acabado el trágico acto, cuando los parias se despatarren sobre el sofá de sus casas, no se sientan tan culpables por haberle seguido el juego a la casta política que tanto odian... hasta que reparten caramelos, por supuesto.

Camuflado entre el gentío, convenientemente mimetizado con el equipo reglamentario... pantalón corto ceñido, chanclas hawaianas, camiseta de tirantes, gafas, forra y riñonera de curtido cuero... nuestro paladín deberá acercarse al punto X, donde espera el árbol milenario que daba nombre a la antigua Avenida de España, que es como se llamaba antes de las reformas millonarias que se han realizado durante estos últimos meses y que, como no sea con algún tipo de gafas especiales 3D, nadie distingue ni aprecia: el quiosco ruinoso de Chema, los mismos bancos serigrafiados con todo tipo de obscenidades, la cabina de teléfono sin teléfono... el bache de toda la vida en el centro de la calzada...

Como el vestido del Rey, invisible, todos aplauden la más absoluta de las nadas, piando como palomas, a la espera del abuelo y sus migajas.

Todos... menos Macaco, que llegada la comitiva, trepará hasta la copa del milenario árbol, de forma ágil, militar... nacido para morir... y desde allí, sorteadas las defensas que acompañan al cortejo presidencial gracias a la superioridad estratégica de su elevada posición, arqueando las manos en forma de altavoz, gritará a los cuatro vientos lo profundamente chorizos que son esos señores con corbata... sí, sí, ustedes, ¡ladrones! ¡Escoria con patas, que estáis llevando al español a la ruina con vuestras mentiras y vuestras estadísticas falsarias! ¡Traidores, siempre claudicando! ¡Malditos seáis una y mil veces! ¡Ratas!

Te deseo suerte, Macaco. Ahora estarás gritando encaramado al milenario árbol, lo siento en el alma, a sabiendas que es una misión suicida de la que jamás regresarás a este, tu Cuartel General. Pienso en la serenidad tu mirada al saber que tú eras el Mono elegido, y mi corazón se tranquiliza, aunque la conciencia de tu final... "¡No regresaré sin la victoria!"... duele y atormenta, pero queda el consuelo de saber que Macaco conoce el desenlace último de la misión, teniendo presente que una vez obtenido el objetivo quedará en manos de los guardaespaldas de la horda... periodistas a sueldo, caciques interesados, empresarios usureros afectos al monopolio político-económico, los palmeros de la plebe abducidos por las promesas del líder... todos rodeándote, zarandeándote e incluso, algún osado cobarde, al amparo del tumulto y la bajeza, te clave un par de puñaladas traperas en el hígado... como si tú, valiente, fueras el pelele con el que desahogar las frustraciones cotidianas que les atormentan, allá en su sofá.

Te deseo suerte, Macaco.

Ojalá la próxima vez, tamaño honor, recaiga sobre mis espaldas.

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