- President.
- ¡No me moleste, Secretari!
¡Ahora no! ¿No ve que estoy repasando la prensa? Re-sul-ta… Resultados elec…
electora-les… Això no pot ser… no pot ser…
- Sí que puede ser, President.
Por mucho que revise y revise la prensa del lunes nada va a cambiar, señor. El
Sr. Balaguer, la señorita Magda, Quimet… Doce, President. Doce menos. Doce fieles servidores que, hoy, se han
quedado sin trabajo. Un puñado más de familias que pierden su modo de
subsistencia.
- ¡No pot ser!
¿Qué ha fallado, Secretari? No puedo
entenderlo. Estaba todo atado y bien atado… el discurso en el Majestic, mi
aparición en el balcón de la primera planta, el cava helado en las neveras… el
editorial conjunto en estos diarios… ¡El editorial, Secretari! Pactado y listo para la más amplia difusión
internacional... pero, pero… ¡mira, Secretari,
mira! ¿Qué es esto? ¿En qué se parece esto a lo que acordamos?
- Nos ha fallado la voluntat
del poble, President. Ya le dije que no era conveniente colocar al primo de
su cuñada al frente del CEO. El trabajo del instituto podía verse mermado, al
igual que la fiabilidad de las encuestas. Eso sin contar con…
- ¿Sin contar con qué, Secretari?
- … esto… pues sin contar con el supino peloteo, President. Imagínese… ¿quién osaría
contradecir la voz del Profeta? La palabra del Mesías, dios hecho hombre, guía
del pueblo catalán en la larga travesía por el desierto de la opresión.
Comprenderá que nadie quisiera rebatir ninguna de sus afirmaciones y apuestas.
Habrían bebido orín si usted lo presentara como oro, President.
- Ah. No me había dado cuenta de eso, Secretari –dice levantando la mirada por primera vez desde que su
principal confidente hiciera aparición en el despacho del Palau. Sus ojos están
enrojecidos, pero unos lamparones enormes en su camisa gris revelan que el candente
de sus córneas poco tiene de insomnio y mucho de bebida. El fuerte y amargo
olor a moscatel confirma la sospecha -. Yo pensaba que… el poble… la manifestación del Onze
de Setembre…
Mientras escucha los lamentos, el Secretari observa el despacho intranquilo. No recordaba que fuera
tan grande, tan espacioso… tres butacones y un sofá… Hasta hacía pocos días
siempre había estado repleto de personajes y personajillos, pululando de un
rincón a otro, pidiendo, agasajando… disfrutando de un partido del Barça, los
miércoles noche, jornada de Champions, descodificada la señal gracias al
correspondiente aparatito del plus con cargo al presupuesto.
- Mucho me temo que
eso no volverá…
- ¿Qué dice, Secretari?
¿Qué no va a volver?
- Nada, perdone. Pensaba en cosas mías. Me he distraído, no
volverá a pasar.
- Pues no es momento para estar en la luna, Secretari. Veamos, ¿dónde está Carod?
¿No habíamos quedado a primera hora de la mañana? Si, ¿no? Pues son las 12:00 y
todavía no ha dado señales de vida, el tipejo ese…
Las palabras del President
enmudecen en su boca, aterrado ante la aparición, estelar, del Sr. Puig, Conseller de Interior y Teniente General
de los Mossos, cuerpo oficioso donde
los hubiere. Su aspecto, en cambio, de oficioso tiene más bien poco. Calvo como
una bola de billar, hoy su azotea presenta complemento: un peluquín a lo guarro,
de gruesas y kilométricas rastas jamaicanas… amén de unas gafas de sol a juego,
un chaleco amarillo `por camisa y un pantalón de gasa rosa pálido.
El Secretari,
boquiabierto ante la aparición del anti-sistema de Interior, observa que los
ojos de este, de un blanco impoluto días atrás, también están surcados por
pequeños riachuelos rojizos dentro de esos cráteres ojerosos. No huele a vino
dulce, pero…
- ¡Puig! ¡Collons!
¿Qué es este olor?
- Llibertat… Amnistia…
y ¡Estatut d’Autonomia! –exclama el Conseller
mientras danza alrededor del President
de una forma extraña, tribal, digna del más poseído de los chamanes, dando
pequeños grititos… Uu..AA..Uu..Uua
- Pero… ¿pero qué dice este loco? –la mirada que el President dirige al Secretari muestra su derrota ante la duda. En sus ojos se denota
que esta… el temor… ha roto la línea del frente, hasta hace poco fortificada LíneaMarginot, sumiendo al líder en un mar de resquemores, sospechas, miedos -.
¿Dónde está Carod, Secretari? ¡Llamad
a Carod, deprisa! ¡Él sabrá qué hemos de hacer!
El momento perfecto para que la Tierra, cachonda, lo hubiera
tragado de un bocado. Llevaba todo el rato temiendo la pregunta. Bueno, más que
la pregunta, el temor radicaba en la respuesta. Él, como confesor de cámara,
tenía la obligación de decírsela. Los malos tragos, cuanto antes, mejor.
- Carod no va a venir, President.
Algo cambió en la mirada del President. No habría podido definirlo con exactitud, pero el Secretari lo notó. Un segundo, menos…
pero esos ojos astutos engordaron varios quilos en redondez alucinógena.
- Por… Deu meu…
¿por qué?
- Carod ya no vendrá más, President. Está en la oposición, con un buen puñado de votos a
costa de su trabajo. Ya le dije que no era bueno ir por ahí copiando el
discurso de los demás… que la gente no es tonta… seny, President, seny… Pero usted, ¡va! ¡Usted dale que dale con la
matraca!... Que si adelanto elecciones, que si la veu d’un poble, que si Europa sí, Europa no… Otan sí, Otan no… Lliga sí, lliga no…
- ¡Traidor!... ¡Carod botifler!
¡Vengut al Capital!... Anarquia i cervessa freda.*
- Dos años, President.
Todavía quedaban dos años. Ahora tendremos que compartir nuestro rinconcito en
la Historia con los chavales de Carod. ¡Eso si nos dejan, claro! Estos no son
muy de fiar, tú… muy dados al “pistolerisme”… ya me entiende. ¡Ay, Deu meu senyor! L’Excelentisim puso tierra de por medio ayer mismo, abandonando
el país, con todo el séquito, rumbo a
México D.F., de tratamiento termal. Le ha subido el azúcar… y, bueno, usted
mismo puede ver cómo está el Conseller,
el pobre. Adicto al kit CUP, perroflautismo básico para iniciados. A ver si
así, con cuatro bongos y algo del material incautado nos podemos ganar algún
que otro bufón. No serán Carod, pero…
Tristeza. El Conseller,
oyendo que hablaban de él, paró al fin quieto, y todo se impregnó de ese
silencio puro y frío, no el silencio incómodo de quienes tienen un reproche en
la recamara, no… el otro silencio, el de la nada.
- Secretari.
- Dígame, President.
- ¿Dónde queda Cataluña?
(Excelente pregunta)
6 comentarios:
Libertad, amnistía y estatuto de autonomía, esa gilipollez la gritábamos en Madrid en las manifas en los setenta. Anda que si hubiéramos sabido entonces lo que sabemos ahora.....
Saluditos.
Yo grite lo mismo que tu Zorrete.En la manifa de 1976 y 1977 en Barcelona y San Boi de Llobregat.Cuantas ilusiones perdidas.un saludo,
¡Que duerma la borrachera, amigo Herep, y que, cuando despierte -por supuesto, con el orinal en la cabeza-, haga penitencia, que le hará mucha falta. Aunque, no sé, no sé; ya ha dicho Durán que, probablemente, habrá que convocar nuevas elecciones. ¡Que siga la borrachera!
Yo no grité nunca esas consignas, Zorrete. Me pillaron fuera de cobertura pues todavía no había nacido.
Recuerdo, eso sí, el otro grito... el de "Alegría, porros y tías" que, aunque no es tan "político", se ha demostrado más genuino que no el antes citado.
Un saludo.
Agustín,
La vida está plagada de ilusiones perdidas. El truco está en asimilar la decepción y comprender que algunas de ellas no fueron más que simple humo.
Un abrazo para vos.
Durán hablando de nuevas elecciones, Mariano deseando que le perdonen y el Sistema tapando la corrupción del Oasis.
¿Qué hemos hecho para merecer esto, Tío Chinto?
Supongo que la respuesta es simple: no hemos hecho nada... y, cuando los hombres de bien no mueven un dedo, el Mal acaba triunfando.
Es nuestro sino.
Un abrazo.
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