La sensación de miedo que Alfredo tuvo mientras su cuerpo se elevaba,
ingrávido, envuelto en aquella luz clara, hacia las alturas, desapareció. Ahora
estaba sentado en un sillón a modo de diván, negro, que flotaba en lo que no
parecía suelo, en una estancia oscura, sin luces, rodeado por otros seres de
aspecto parecido al suyo, y en idéntica posición. Los veía aunque tuviera los
ojos cerrados.
Ya no era Alfredo. Sus treinta años de humano habían acabado. Su infancia,
los años de estudio, el trabajo… Todo había quedado atrás, perdido en la
pausada duración del ascenso. Su familia, sus proyectos, sus ideas. Tan sólo
conservaba su cuerpo, aunque éste estaba ataviado con una indumentaria
diferente: una túnica blanca atada con un cordel dorado y unas alpargatas.
Uno de ellos pensó.
· Bienvenido.
· Es reconfortante estar de nuevo de vuelta. Añoraba la claridad con la que
se es aquí.
· Ahora eres todo entendimiento. Dime cómo fue tu nueva etapa.
· Difícil. Esta vez, mi paso por la Tierra, fue harto
difícil.
· Nadie dijo que las experiencias ahí abajo fueran a ser
fáciles. La Vida, las Vidas, son diferentes pruebas a superar en pro de la
Evolución.
· Esta vez la travesía se me ha hecho ardua. Complicada. Incomprensible,
la mayoría de las veces. Nací en el seno de una familia al uso: un padre, una
madre, una hermana… pero algo en mi interior no destilaba armonía. Todo lo
contrario. Me sentía extraño, diferente, especial.
· Naciste hombre pero tu espíritu, tu alma… tu Origen… era
de mujer.
· No alcanzaba los quince años cuando me di cuenta del
motivo. Ya de niño prefería las casas de muñecas a los coches teledirigidos. Disfrutaba
peinándome y peinando a mis vecinas, amigas de mi hermana, con las que, todas
las tardes, salía a pasear por el parque, donde nos hacíamos confidencias y
disfrutábamos cuchicheando sobre tal compañera o el perfume que, la profesora
Marta, había estrenado durante la clase de Matemáticas.
· Y cuando llegaste a la adolescencia, algo en tu interior dio
con la respuesta al enigma. Tu cuerpo no reaccionaba ante el estímulo del sexo
opuesto, sino que bebía las aguas de aquellos que eran como tú.
· Los primeros barrillos de acné vinieron de la mano de la
incomprensión. Todos mis amigos hablaban con soberbia de esa o aquella chica,
soñando despiertos pasiones salvajes típicas de la rebeldía de la adolescencia,
pero yo no veía chicas cuando cerraba los ojos. Tan sólo veía chicos, adultos,
hombres. Me encerré en mi mismo, presa del pánico, asqueado por mi desigualdad
innata, sin poder comprender por qué yo, dentro de mi simpleza, era tan
diferente a los demás.
· No eras diferente. Especial, quizá, pero no diferente. Como
todos tus hermanos, eras un ser humano, digno de todas y cada una de las
perfecciones, o imperfecciones, de los de tu especie. Con los mismos derechos,
los mismos deberes, las mismas necesidades, idénticos temores y sueños… Con un
corazón, un cerebro, una personalidad intransferible y un mismo Don Divino.
· En mi anterior jornada en la Tierra, antes de esta última,
viví como mujer una vida tan plena, tan satisfactoria y complaciente que, cuando
tocó volver a bajar para seguir con mi aprendizaje, mi Origen escogió volver a
ser femenino sin pararse a observar que el cuerpo que se me había entregado era
de varón. Mi Amor hizo que se produjera la equivocación, acrecentando y
corrompiendo la ya de por sí cruda y eterna duda existencial de todo ser humano.
· La Madre Naturaleza no atiende a errores. Es cruda con la
diferencia. Despiadada con la debilidad. Todo sigue un patrón perfectamente
calculado, lógico, natural. Tú, desacompasado, jamás encontraste tu sitio en
ella. Por mucho que dedicaras toda una vida, seguirías doblemente perdido pues,
a tu condición de humano debías añadir, además, tu raíz diferenciadora y
excepcional. Un atajo evolutivo ajeno a la Ley Natural. Un pecador en un mar de
pecadores.
· Abajo, los hombres, presas de la autocomplacencia
hedonista, intentaron por todos sus medios derribar las montañas que apresaban
mi felicidad. Basándose en códigos y leyes escritas a mano, relativizaron
aquello que consideraban injusto corriendo un tupido velo sobre la Ley. Borraron
normas que coartaban mi libertad y redactaron bandos con los que pretendieron
olvidar las diferencias, pero de nada sirvió.
· Toda lucha tiene sus reglas, y no fueron estas redactadas
por los hombres. Quizá guardan en enormes edificios interminables colecciones
de tratados y códices, deseosos de verlos divinizados tras un tiempo dentro del
roble de las barricas, como si de buen vino se tratare, pero ese proceso jamás
tendrá lugar. La Naturaleza es Una y Sabia. Ni todos los hombres saltando al
mismo tiempo podrían entorpecer la rotación de los planetas.
· A pesar de todos los esfuerzos, no fui feliz. Un día,
armándome de valor, decidí dar a conocer al mundo mi condición. Eran tiempos de
rebeldía bienintencionada, aunque falsa, en los que se utilizó mi debilidad
como arma arrojadiza. Se legalizó en mi favor, se mutó el significado de las
palabras, se me ofreció la posibilidad de educar una vida, desnaturalizar una
condición cualquiera… Pero no fui feliz. Seguí sintiéndome extraño, ajeno,
especial.
· Has vivido una de las pruebas más difíciles. Otra nueva
no-contradicción se ha presentado ante tus ojos mortales y ahora, aquí,
comprendes el fallo. Dentro de tu excepcionalidad, has vivido con una diferencia
innata, de base, que tendría que haberte reafirmado como persona. En cambio,
absorto en el devenir de los tiempos, el Hombre ha intentado contradecir la
Noche y el Día, la Vida y la Muerte… la Naturaleza toda… la Lógica toda…
moldeando un espejismo que, a pesar de los dulces colores y la música melosa,
no ha sido más que una ilusión. Buscaste la Felicidad a pesar de que, en tu
interior, sabías que esta te iba a ser esquiva.
· No escatimé en recursos. Anulé la Razón en beneficio del
Sentimiento. Ahí radicó mi error.
· Escuchaste bellos cantos de sirena que versaban acerca de paraísos
utópicos en los que nadie estuvo antes y que, si miras a tu alrededor, verás
que jamás existieron ni existirán. Incauto, creíste a aquellos que se erigían
como poseedores de la nueva fórmula, definitiva, secreto ancestral del devenir
de la Humanidad, y aceptaste su palabra y su ideología sin comprender que
obrabas en beneficio de otro y no del tuyo propio, convirtiéndote en un peón de
aquellos que, en nombre de tu igualdad, laboraban incansablemente en pro de su
supremacía. Derribaste dogmas, pisoteaste la Moral, te burlaste de todos
aquellos que no comulgaban con tu nueva Doctrina… giraste el rostro ante la
visita de la Naturaleza… sin comprender que esa Vida, para ser vivida con
plenitud, tenía que ser tan excepcional en su transcurso como lo fue en su
inicio. La Felicidad radicaba en eso. La Felicidad te habría acompañado siempre
si hubieras comprendido que ésta no radicaba en la Igualdad, sino en la
Diferencia.
· Todo se basa en la Diferencia.
En el cielo oscuro de la noche Mediterránea, lo
que parece una luz azul, invisible a los ojos humanos, parpadea antes de
desaparecer.
8 comentarios:
Estamos en el mundo de culo veo culo quiero. Matrimonio con hijos y todo, coño pues que los tengan cuando los paran por retambufa. Hay una mujer creo que canadiense o estadounidense que la dieron en adopción a un par de estos y hoy día tiene una pagina web y una asociación en la que cuenta su desgraciada experiencia. En fin esto es lo que hay, la decadencia es así.
Saluditos.
Magnífica elección la de la Fiesta del Chivo, yo me lo he leído mínimo 6 veces, casi me lo sé de memoria. Genial Vargas Llosa manejando tiempos, diálogos, descripciones, situaciones, personajes...
Y lo mejor de todo es que se trata de novela histórica; los hechos allí narrados sucedieron en la realidad, salvo, creo, la trama principal que sirve de pie a toda la narración que, obviamente, no te quiero destripar.
Me encanta Vargas Llosa, tenían que haberle dado el Nobel antes.
Si te gusta este libro, te aconsejo del mismo autor La Guerra del fin del Mundo. También novela histórica de ritmo trepidante.
Un saludo y enhorabuena por tu blog.
Enrique.
Rubalcaba ha perdido la cabeza y se ha contagiado del "complejo de Peter Pan", con Elena Valenciano haciendo Wendy, Soraya Rodríguez de "Campanilla" y un horror de varones haciendo de niños perdidos en un ilusorio país de Nunca Jamás.
"si ofendo yo, es libertad de expresión; si lo hace otro es fascimo, machismo, discriminación..."'.
Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana, se equivocaba, se equivocabaa...(pero se cocina una sentencia y listo, por el mar corren las liebres y por el monte las sardinas)
Nada escapa a ella, Zorrete.
Se empieza por la desidia en la escritura y se acaba por el odio al diccionario al que, ¡Oh, milagro!, también quieren hacer igualitario.
Alucinante.
Un saludo, campeón.
Buenas, Enrique, y bienvenido a este tu cuartel.
Es la primera novela que leo de Vargas Llosa, al que tenía muchas ganas, sobretodo a "La fiesta del Chivo" y, por ahora, me está gustando cómo está estructurada la trama.
Mucho.
Me apunto la recomendación en mi lista de "pendientes" y ya sabes, aquí serás bien recibido.
Un abrazo.
Los fascistas del futuro se llamarán a si mismos antifascistas, Doramas.
Está escrito en nuestro ADN tropezar tres o cuatro veces en la misma piedra.
Tres o cuatro veces siendo generoso, eh!
Un saludo.
¿Quién le ha dado a ese puñado de ratas la capacidad de modificar nuestra Constitución, Maribeluca?
¿El "devenir de los Tiempos"?
Buena forma de justificarlo todo, esa.
Un abrazo.
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