Cierro los ojos, un momento.
… y la
oscuridad, poco a poco, va abriéndose para dejar paso a una fría y helada
estructura de aluminio, hierro y acero manufacturado, toda ella surcada por
cientos de cicatrices obra de cualquier cirujano del soplete. Al fondo, mientras el armatoste va mostrando
toda su inmensidad en medio del océano de vacío, empiezan a brillar estrellas…
cometas… nebulosas… en un espectáculo impresionante y sobrecogedor. Por
doquier, a medida que la escena se vuelve más nítida, surgen miles de máquinas
cibernéticas, protegidas por cordilleras de afiladas púas en forma de antenas
de radiofrecuencia o cañones de azul
láser.
Por
allí cruza un satélite… por allá un estación orbital. Tras ella, una nave de
línea metropolitana, aparece, de repente, tras un largo e instantáneo viaje a
la velocidad de la luz. Trayecto Madre Gaya-Urano. Ida y vuelta.
Todo en
el más absoluto silencio… aunque si forzamos un poco los sentidos, podrá
atisbarse una suave melodía de Strauss. Pero el silencio, Monos, sigue siendo
sobrecogedor.
Tras
atravesar las paredes de chapa cual fantasma medieval, me hallo en fríos y
vacíos pasillos de luz artificial… minimalismo en grado sumo e incomodidad
pareja a la que producen los pasillos de los hospitales… tan luminosos y tan
tímidos… sin apenas maquillaje para la ocasión…
El
Silencio también se ha apoderado de ellos.
Los
habitantes del engendro, pocos, mantienen fijas las miradas y cerradas las
bocas. El recogimiento, la calma y la tranquilidad que reinan en el exterior, son
copiados en el interior al pie de la letra. Silentes, miran pantallas donde se
cruzan miles de datos, informaciones y planos de una galaxia lejana. Trabajan,
descansan, meditan… duermen… Todos saben qué deben hacer.
La
Soledad es la Directora de Operaciones, y todo fluye en armonía… al ritmo de un
vals vienés… regocijándose en la inmortalidad del individuo y su capacidad
personal.
Tras
entrar en un cubículo transparente, mi cuerpo se desmaterializa para aparecer,
entero, en otra pecera cilíndrica sita en la Tierra, Planeta Azul
Y allí,
pisando polvo y piedra eónica, el cielo es más azul que la Mar y las nubes, de
un blanco puro y sobrecogedor, cruzan un aire mucho menos vacío. Los aviones,
antaño enormes, son hoy más pequeños… familiares de cinco u ocho plazas…
ataviados con la L del novato y el Elvis de rítmicas caderas en el salpicadero.
Como sucede en la superficie, por donde los coches circulan sin ruedas por obra
y gracia de la domesticada fuerza de la gravedad, la velocidad es relajante,
ajena a todo estrés… límite 50Km/h… y en las retenciones, insólitas, o en las
paradas ante los semáforos, de cinco colores, no se escuchan ni bocinazos ni
maldiciones.
El aparcamiento,
solucionado previa pulsión del botón de miniaturización; el abastecimiento
alimentario, superado por el comercio de bonitas pastillas de cientos de
colores: la verde, puré de verduras… la roja, carne rica en grasas… la azul,
fresco pescado sonriente. La energía, limpia y purificadora. El trabajo,
abundante como hermosos amaneceres surcados de rocío. Las gentes, ataviadas con
ropas inteligentes que se adaptan al tallaje variable del usuario. Las
zapatillas Air-Flash son para toda la vida. Las casas, hermosas
construcciones angulosas de blanco mármol y cristaleras de impresión.
Y Silencio….
…
porque las gentes, los vehículos, las gigantes pantallas lumínicas y
publicitarias, los programas científicos de la intelectual televisión… todo
permanece ajeno al transcurrir de los segundos, abstraídos de la marcha del
Tiempo y la venida de la ansiedad, el estrés y la duda. La Paz… la
tranquilidad… el Orden y la Evolución reinan en este Mundo que se ha presentado
tan sólo cerrando los ojos.
Desapareció
el Silencio… y el tiempo vuelve a hundirnos en el fango con el martilleo del
segundero.
Los
coches, fumadores empedernidos, vuelven a pintar de negro el pavimento de las
calles; el metropolitano, fiel a su lentitud, no pasará más allá del
hipermercado de la droga, sito en las afueras… y la comida, rápida o de cinco
tenedores, sigue sirviéndose en plato grande, mediano o de plástico. La
verdura, pintada de verde; la carne, inflada a base de clembuterol; el pescado…
escondido en las profundidades.
Eso ven
mis ojos… y no me sorprende lo más mínimo. Llevo viéndolo toda mi vida.
Porque
toda la vida llevamos observando cómo los señores feudales, hoy apodados
políticos o élites, se baten en cómico duelo en defensa de vacuos intereses,
entonando aquella cantinela de “todo para el Pueblo, pero sin el Pueblo”… lidiando, al amanecer, falsas batallas
dialécticas en las que defienden nuestros intereses, que jamás fueron los
suyos. Ellos han vivido desde el principio de los Tiempos en sus flamantes
castillos de cien torres, dejándonos a
nosotros las pocilgas de antaño revestidas, eso sí, con excelentes disfraces de
Halcón Milenario… ¡Agua y calefacción vía solar! ¡Molinillos en los jardines
traseros! Futuro, futuro, futuro…
Como
pensé el día que empezó todo, el Futuro ya es Historia. Alguien movió la línea
de meta y nuestra carrera nos lleva, irremediablemente, hacia atrás con cada
zancada que damos.
Este
futuro, tan soñado… tan esperado… nos visita con las mismas querellas de los
días pasados. Las ideas siguen siendo las mismas. La lucha tiene al mismo
enemigo delante. El problema sigue siendo el prójimo.
Fuera,
tras las paredes del manicomio donde nos salvaguardamos, siguen paciendo los
tarados y desquiciados… con sus mismos sueños de liberación y hermanada
solidaridad. Marx sigue fresco en su panteón y Keynes ha escogido la sala de
los Nobel como residencia habitual. La lucha de clases parió cientos de
pequeñas escaramuzas… divide y venderás… en nombre de la ecología, la
redistribución de la riqueza, el género, el sexo de los ángeles y la Paz en el
Mundo.
Todas
las aspirantes a Miss Universo tienen bien aprendida la cantinela.
Así que
aquí estamos… en el Futuro tan esperado… mecidos por los mismos pecados
capitales de siempre… arrastrándonos por el fango de la envidia y la desvergüenza…
Capaces de crucificar a cualquier cuerpo que ose destacar por encima de la
media, ajenos al dolor, el sufrimiento o la misericordia. No importa si es una
periodista, un jubilado de Maine que arriesga sus ahorros en un fondo de
inversión o un pobre diablo que pierde la sesera en intentar escapar de un rebaño
camino del matadero.
Como
comprobamos, una vez abiertos los ojos, para tal trayecto no hacían falta
tantas alforjas.
Aunque
se trate de un viaje al Futuro.
MartiMcFly, tío… la próxima vez que te montes en el DeLorean, sube más el contador
de los años. De esta manera, al llegar a ese Futuro que ya fue, podremos ver
piedras, bosques ecuatoriales en el Sahara… y dinosaurios.
… y, de
nuevo, reinará el Silencio.
12 comentarios:
Nadie sabe lo que el futuro puede deparar, pero creo que ninguno de nosotros pensábamos que iba a estar tan feo. Tanto avance ha servido para hacernos retroceder; económicamente estamos ahora como en los tiempos de antaño con la diferencia de que, aunque fuera mal pagado o humilde, antaño siempre podías ganarte el pan. Hoy... ni eso. Solo esos políticos "feudales" son los que no pasarán ninguna necesidad, los demás... ajo y agua.
Si Te Da Igual, Hermano HEREP, Pon el "Relojito Temporero" En Una ÉPOCA DONDE UN SERVIDOR PUEDA REIRSE UNA MIAJA...
Por Ejemplo, En Alguna Donde Se Pudiera Uno Meter en Bonitos DUELOS A ESPADA O PISTOLA CON LOS HIDEPUTAS CIRCUNDANTES...
O Alguna en Que Un HOMBRE VALERA POR LO QUE ES Y NO SÓLO POR LO QUE POSÉE...
Aplauso Genio.
Muy Buen RElato.
Un Brindis Todavía con BEZOYA "GRAN RESERVA"
y
¡¡RIAU RIAU!!
La de cosas que se ven, amigo Herep, con sólo cerrar los ojos. Como la ceguera sin remedio sería insoportable, abrimos los ojos, y nos encontramos con la dura realidad de cada día.
Buen relato.
Un cordial abrazo.
Apuesto por la de Old..., que yo tengo ganas de reir y disfrutar de la vida. Al fin y al cabo, todo está hecho a base de ciclos, uno lleva al otro y así, hasta el infinito, y más allá. Solo permanece la vulgaridad, es increible..
El relojito de viaje al futuro he leído que tenía fecha de hace tres o cuatro días atrás. Nosotros llegamos sin necesidad de cochecito y pronto hasta sin gasolina.
Al principio el post me recordó el tema aquel de "La catedral flota en el espacio y miles de naves acuden en peregrinación, estamos alegres y contentos con las pastilla que nos da el Ministerio del Interior" o algo por estilo, creo que era de Asfalto o un grupo parecido.
Aquí las pastillas que nos dan son ruedas de molino y bien gordas.
Saluditos y buen finde.
Como decia Antonio Molina en su cancion,El futuro es muy oscuro trabajando en el carbon.un saludo,
Tanto progreso, Xad Mar, y mira para qué ha servido.
Al pueblo llano le encanta que le cuenten historias bonitas y con final feliz... de caballeros que salvan damas y damas que conquistan a reyes...
Luego, a poco que rasgues las cortinas, compruebas que todo es un enorme teatro para entretener a la audiencia mientras los "señores feudales" miran plácidamente la sangre desde el palco de lujo.
La vida es puro teatro.
Un abrazo, astur.
Esa época estaría muy bien, querido Old.
Si tuviera dicha máquina activa y con energía (barata) suficiente, pondría el contador siempre para atrás. No tengo demasiadas ganas de ver cómo será el futuro, pero sí muchas de conocer cómo era ese pasado nuestro.
Más vale malo conocido, que dirían algunos.
Alzo mi Bezoya purificadora en un fuerte brindis, Old, esperando que se recupere pronto, pues tanto incoloro líquido acabará por aguar mi hígado.
¡Riau!¡Riau!
La Realidad es dura, Tío Chinto, pero tiene una cosa buena: es Real.
Antes prefiero eso a vivir inmerso en un sueño utópico inalcanzable, como sucede con muchos de nuestros vecinos y amigos.
Y hoy en día abundan quienes caminan con los ojos cerrados.
Un abrazo, artista. Buen domingo.
Ok, Candela, apunto la petición.
Si por mi fuera, retrocedería a la época de los exploradores de Indias, viaje en carabela incluido.
Eso sí que es un viaje a lo extraordinario.
Un abrazo, guapa, y que pase usted un feliz día.
Y cuando no nos la dan, Zorrete, la pedimos, asqueados de la realidad y en busca de un futuro que se nos antoja mejor y más justo, tan sólo porque alguien, desde un atril, nos soltó el rollo inmortal.
No hay más ciego que quien no quiere ver.
Un abrazo, y buen fin de semana para ti también.
Jaja, Agustín.
Lo del carbón viene que ni al pelo. Negro azabache, sí señor.
Ya lo decía mi profesor de Historia, ya... "Del Futuro no se puede fiar uno".
Un abrazo, campeón.
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