TITULO ORIGINAL.
El Exorcista
AÑO. 1998… y subiendo…
DURACIÓN. Desconocida
PAÍS. España
DIRECTOR. Herep
GUIÓN. El Ejército de los 12 Monos
MÚSICA. 9mm Parabellum
FOTOGRAFÍA. Javier Arzallus.
REPARTO. María (Pueblo
de España), Virtudes (Régimen del 78),
Maese Cuclillas (Iñaqui Oyarzabal),
Sabio Ilumineti (Mariano Rajoy…
Presidente del Gobierno de España).
PRODUCTORA. Traiciones Arts, c.b.
GÉNERO. Terror
SINOPSIS. Nos encontramos, de nuevo, ante otra obra maestra
del séptimo arte. Una joya del cine de terror inculto, galardonada en
innumerables festivales de cine dependiente y protagonista de todo tipo de
tertulias cinéfilas del tres al cuarto.
La historia nos narra cómo María, una jovencita de temprana
edad, empieza a sufrir una serie de indisposiciones físicas una buena mañana de
primavera. Excitación, voluntarismo, compromiso, hiperactividad… El carácter de
la pequeña, antaño enfermizo y acomplejado, tornase jovial y decidido a partir
de la extraña infección, transformándose en una persona nueva y decidida. Su
derrotismo existencial deja paso a unas tremendas ganas de vivir, y de sentirse
viva, convirtiéndose María en asidua de las calles de la gran ciudad. Se la verá
en todos los cafés de tertulia, en las paradas de los metropolitanos, entre los
espectadores de las conferencias políticas...
Sus ideas, anteriormente dispersas y dubitativas, se
desperezan de los antiguos lastres heredados, enrocándose en su carácter. Por
doquier aparecen incendiarios panfletos y fanzines rubricados con sus iniciales
y la chiquilla va erigiéndose, paso a paso, en una figura importante y
relevante dentro de su comunidad.
Virtudes, madre de la criatura, no presta mucha atención a
los efectos que la enfermedad causa en su hija hasta que, una mañana de
domingo, encuentra la habitación de María brutalmente ordenada y con las
paredes manchadas con extrañas manos blancas. El miedo empieza a apoderarse de
su ánimo y se da inicio a un periplo de visitas médicas y psicológicas en busca
de una respuesta al bien que atenaza a su vástago. Respuesta, y solución, que
no saben darle los médicos de la Seguridad Social, poco instruidos en tales
enfermedades no catalogadas en el Manual Anual.
Ante el silencio de los ambulatorios, Virtudes decide acudir
a profesionales especializados en la materia. Durante un tercio de la cinta,
veremos a madre e hija recorrer multitud de calles y avenidas… largas esperas
en consultas minimalistas… ponte así,
diga “Aaaa”, tómese esto… mientras suena de fondo una bonita música cosaca,
base de la excelente banda sonora de la que goza la película.
Tras dilapidar ingentes cantidades de dinero público
recibido mediante subvenciones administrativas perfectamente gestionadas,
Virtudes, desesperada ante la falta de respuestas y viendo cómo la enfermedad se agudiza… María se matricula
en una Universidad (extranjera), vende la TV de su cuarto al tiempo que ojea
diarios y libros de Historia e, incluso, inicia cursos de oratoria… decide
acudir a visitar al Maese de la parroquia, previa lucha filosófica interna,
durante menos de un minuto… simple y rápido… tiempo en el que Virtudes, atea bigbanguista,
reflexiona una noche oscura mientras, tirando la basura, observa un pequeño compás
abandonado al lado de uno de los container de la urbanización. Más música
cosaca y primer plano mantenido simbolizando su trascendental pensamiento.
Llegados a este punto, la música desaparece totalmente de la
película. La leve sensación de suspense que nos acompaña desde el inicio, da
lugar a otra más angustiosa tan sólo
enfocarse la cámara en la logia de la barriada, lúgubre y semi escondida entre hiedra
y matojo… aunque la levedad de la angustia se torna monstruosa al aparecer,
tras un confesionario blanco como la pura nieve, la figura del Maese Cuclillas,
señor de la cosa.
Maese Cuclillas, ducho en el arte del cilicio ajeno,
comunicará a la desamparada madre la posesión diabólica de la que está siendo
víctima su hija… tras una única visita, en la habitación de la muchacha,
mientras ésta permanece muda ante el aluvión de preguntas del inquisidor, al
tiempo que balbucea palabras ininteligibles en varias lenguas y escribe
incomprensibles párrafos en la multitud de folios que forran las paredes y el
suelo de la cámara. Así de enferma ve el arquitecto a la niña, presa de la
escritura frenética, la concienciación social de sus vecinos y el raciocinio de
la lógica.
Conocido el problema tras el segundo tercio de la cinta, la
parte final es reservada al exorcismo de la niña, a manos de un Maese Cuclillas
experto en la materia. La noche elegida, jornada narcótica de derbi
Madrid-Barcelona… mientras todos babean… el Maese Cuclillas, acompañado por la
señora Virtudes y el Sabio Iluminetis, prelado de la Congregación Nacional por
la Moral y superior jerárquico de Maese Cuclillas, que acude como supervisor de
la operación.
Éste, durante toda la cinta, no abrirá la boca ni para un
cortés “buenos días”. Papel elefantiásico que le llevará, de buen seguro, a la
alfombrilla roja de los Goya.
Durante una serie de largos minutos… interminables para un
sufrido espectador que ya no tiene uñas que morder… el exorcista realiza su
rito sagrado para expulsar el espíritu diabólico que se ha apoderado de la
niña. Son minutos de horror en los que se entremezclan oraciones paganas extraídas
de la Constitución Española repetidas en bucle… “Yo te expulso Satanás, en el nombre de…”, “Todo para el contribuyente, pero…” o “Victorioso aquel siervo…”, las broncas palabras de la niña… “Libertad”, “Justicia”, “Dignidad”…
sometida a las violentas convulsiones de un cuerpo atenazado por sogas y
esposas, y los gritos espeluznantes de la madre mientras contempla cómo vuelan
Constituciones y escuadras… cuadros, espejos, retratos en blanco y negro…
obituarios que hablan de policías… hasta que, tras auparse el Maese Cuclillas
sobre el cuerpo de la pobre niña… “¡Dime
tú nombre, Balhor! ¡Dime tu nombre, Baal Zebub!”... consigue expulsar el
espíritu de su cuerpo… “¡Mi nombre es
Ermua, pagano!... entre gritos y un ir y venir de luces destellantes,
torbellinos de papeles y ojos como platos.
Inmediatamente anterior a los títulos de crédito, los espectadores
asistirán a un amanecer bello y hermoso, perfumado de cordialidad y
fraternidad, donde nuestro Maese Cuclillas, el Sabio Iluminetis, una sollozante
madre Virtudes y una pequeña niña, María, liberada de espíritus puros y nobles,
bailan al corro de la patata por avenidas, calles y tabernas… entre txakolí y
txakolí.
Acabada la película, la mente anestesiada del espectador
palomitero, levantará su posadera de la butaca y enfilará su regreso al hogar…
tranquilo, sosegado… “la película acaba
bien”… “el Bien siempre gana”… “los espíritus quedaron atrás”…
… pero, en su interior, el director enquista una pregunta…
una duda… que le atenazará y, si no toma su ración nocturna de adormidera, le
atormentará, al menos, durante los primeros compases del letargo…
¿Ermua me podría poseer
a mi?
4 comentarios:
Creo que no Ermua pilla muy lejos y no es fácil el contagio. Creo que es el de Nanclares de Oca en que ahora esta mas en boga.
Saluditos.
Cosas que ocurren una vez en la vida, alucinaciones y espíritus del pasado que, de vez en cuando, luchan por salir porque se resisten a morir.
No hay peligro, demasiados brujos y exorcistas por ahí que se avienen a presentarles batalla, por si es contagioso.
Ese virus es muy peligroso, Zorrete. El Nanclares de Oca.
Y los políticos españoles, tan chulos ellos, han decidido que no van a vacunarse... que son muy machos.
Un abrazo.
Son legión aquellos que están dispuestos a espantar al "espíritu de Ermua", Candela.
Lo peor de todo es que han ganado la batalla y defender aquello es visto, hoy en día, como un lastre del pasado.
Bienvenido sea el Proceso de Paz... aunque sea la Paz del Cementerio.
Un abrazo.
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